Resulta interesante analizar como durante el ‘procés’ los independentistas se han dedicado a criticar a la prensa de ámbito nacional o, como ellos dicen «la prensa de Madrid» por su uniformidad a la hora de oponerse al intento de disolver el Estado español, que no otra cosa era la intentona ‘indepe’.
Y resulta interesante porque durante años la prensa nacional encabezada por El País, pero seguida por ABC o por los diarios dirigidos por Pedrojota Ramírez se encargó de pelotear como nadie a Jordi Pujol y silenciar sus chanchullos.
El ‘Manifiesto’ de los 2.300
Jordi Pujol era el hombre que había evitado que en Cataluña triunfaran fuerzas revolucionarias marxistoides como el PSUC en aquella época acaudillado por figuras de la fuerza de Josep Benet, Miquel Abad o Gutiérrez Díaz.
Pujol era quien – se creía – trabajaba por defender una Cataluña dentro del marco constitucional a cambio que se le dejara reinar. Y así fue. ¿Qué más daban sus políticas lingüísticas?
Por eso cuando salieron los del ‘manifiesto de los 2.300′ en 1981 que encabezaban Amando de Miguel y Jiménez Losantos, a denunciar que el castellano se discriminaba en la Cataluña pujoliana, no sólo salieron los nacionalistas a enfurecerse, sino que también los partidos nacionales, PSOE y UCD pusieron a caldo aquel manifiesto porque para ellos atacar a Pujol era «atentar contra la convivencia».
Sin duda mucho más que los editoriales del Avuí o La Vanguardia lo que más dolió a aquellos 2.300 fue que El País los acusara poco menos que de franquistas por aquel documento.
El País ya en aquellos días estaba poniendo a punto sacar una edición catalana con Antonio Franco Estadella y era bueno tener amistades por la zona. Cuando a uno de los del manifiesto, el citado Jiménez Losantos, le metieron un tiro en la pierna, ni El País ni el ABC consideraron que fuera un tema para llevar en su portada o editorial.
Sólo Diario 16. Pedrojota ya tenía en mente ficharle al profesor Losantos para que fuera su Jefe de Opinión (si Cebrián tenía a su intelectual comunista de Jefe de Opinión, Pradera, Pedrojota quería a su propio intelectual comunista).
Caso Banca Catalana
Antes que político, Jordi Pujol había sido banquero. Cuando saltó el caso Banca Catalana muchos contuvieron la respiración. Pujol era el hombre de la estabilidad en todo el tema catalán.
Y para el centro-derecha, era el hombre que debía liderar la alternativa al socialismo: y ahí salieron el ABC de Luis María Anson (cuya edición catalana controlaba Mauricio Casals con Francisco Marhuenda de punta de lanza), el Ya y, naturalmente, el Diario 16 de Pedrojota publicando aquellos editoriales de ‘Pujol, moralmente inocente’.
Pedrojota intentaba que Pujol creará una plataforma de derecha de ámbito nacional que reemplazara a los populares ‘fraguistas’.
El País se atrevió a publicar algunos pequeños reportajes del tema Banca Catalana y salió toda la turba a acusarle de anti-catalán. Tanto Anson como Pedrojota se sumaron a ella acusando abiertamente a El País de querer meter en la cárcel a Pujol (la cantinela que la prensa nacionalista lanzaba entonces contra el PSOE).
Lo que no se supo durante muchos años es que los mandamases de El País encabezados por Polanco y Cebrián cedieron a la presión y dejaron de dedicar reportajes a aquel caso a pesar de que tenían más material. Entre los «presionadores», todo un ex ministro de UCD.
«Tocar a Pujol es desestabilizar a Cataluña y España». El que salió mejor parado entonces fue el periodista autor de aquellos reportajes, Alfons Quintà. Tras parar con el tema de Banca Catalana en El País, Pujol le recompensó poniéndole de director de TV3.
Mientras, para la derecha mediática Pujol seguía siendo «la esperanza de la derecha española», así lo dijo Antonio Herrero al estrenarse en COPE en 1992.
Bombas y palizas silenciadas…
En 1994, como con el tiro a Jiménez Losantos, volvió a asomar la patita el terrorismo independentista catalán. Una plataforma de catalanes defensores del castellano, Cadeca, en vista de que nadie lo hacía decidió recurrir la Ley inmersión lingüística catalana al Tribunal Constitucional.
De nuevo fueron todos contra ellos. Pero mientras algunos atacaban con artículos como Pilar Rahola en artículos El Mundo (etapa progre) -, otros nacionalistas atacaban en plan indepe, como los que le metieron una paliza a Asunción García (11-09-1994), portavoz de Cadeca.
¿Algún periódico dedicó alguna portada o editorial el tema? Unas líneas en El País, aún menos en El Mundo. Y poco más en ABC, salvo por la columna de Losantos. Ni que decir del mutismo de TV3 o Catalunya Radio. Tampoco ninguna feminista furibunda de El País a lo Maruja Torres o Rosa Montero, ni ninguna tribuna de El Mundo, nadie. Tampoco políticos llamaron a solidarizarse con la agredida a excepción de Vidal-Quadras.
¿Más? El 1-10-1994 se supo que habían mandado una bomba a la casa personal de Esteban Gómez Rovira, el abogado que llevaba el pleito de Cadeca al ‘procés’.
¿Alguna portada o editorial? Nada El País, nada Cebrián, nada Anson. Sólo la excepción del editorial de José Luis Gutiérrez en Diario 16 y la columna de Losantos. En diciembre salió la sentencia del TC avalando la inmersión. La prensa nacionalista aplaudió y la prensa ‘de Madrid’ encabezada por El País y Pedrojota también. Y los atentados a Cadeca… anécdotas sin importancia que no valía la pena recordar.
¿Hubiera sido la misma reacción si la agredida hubiera sido una mujer nacionalista o independentista? ¿O si la bomba hubiera sido contra la casa de alguien del sentido contrario? ¿Hubieran actuado igual El País o El Mundo?
Ya en aquella época había ayuntamientos que incumplían la Ley de Banderas como en Seva, donde el alcalde José Palmerla (alcalde con ERC primero y CiU después) decía que mientras fuera alcalde jamás ondearía una bandera de España. Cadeca lo denunció, pero los medios por aquellos días consideraban que ese tipo de denuncias no eran merecedoras de su atención (o eso o es que directamente las silenciaban).
Cuidar ‘al socio catalán’
En 1996 se produjo el clarificativo momento en el que un político del PP, Julio Ariza, osó hablar en castellano por primera vez en el Parlament y causó una estampida de diputados nacionalistas pujolianos e indepes a los que como, como dijo Angel Colom, «les incomodaba oír una intervención en castellano».
Ni El País, ni ABC ni El Mundo publicaron portada o foto alguna del incidente. Apenas unos recuadritos del tema y que se olvide cuanto antes. Y es que en aquel momento Pujol y el nacionalismo catalán eran el ‘socio de Gobierno’ del PP.
Y El Mundo y ABC sabían que debían mimar al nacionalismo catalán, como deseaban los vientos que salían de la Moncloa. Era la época en la que Pedrojota decía desde El Mundo que Jordi Pujol era el verdadero referente del centrismo político del que el PP debía aprender y proclamaba desde la COPE ante unos cada vez más atónitos Sebastián y Herrero que había que tender más puentes con el nacionalismo para «federalizar» España.
Luego llegó el Gobierno Zapatero (2004) que para gobernar necesitaba los votos de ERC. Entonces el PP y El Mundo pedrojotiano. ‘descubrieron’ las canalladas de la inmersión y pasaron a ser anti-nacionalistas y El País optó por tomar el relevo y pasó a ser el máximo defensor del Gobierno tripartido catalán que incluía a ERC y que puso en marcha aquel desastre que fue el Estatut.
El País colaboró a conciencia en la consigna del PSC de que aquel que criticara el Estatut en el fondo era porque era ‘anti-catalán’ y atentaba a la convivencia en Cataluña. Pujol no lo hubiera hecho mejor.
Ahora en 2018 el socio de Gobierno vuelve a ser independentista catalán. Ahora no es Pujol, ni su hijo (el que acaba de confesar que pillaba comisiones a tutiplén), sino Quim Torra, Roger Torrent y el fugado Puigdemont, que están entre los socios del actual Gobierno.
¿Significa eso que desde los vientos de la Moncloa se pedirá más buenrollismo hacia los independentistas catalanes? Si fuera así, se diría que el periódico de Miguel Yuste ya está siendo receptivo a estos nuevos tiempos. O quizá sea más correcto decir viejos tiempos.