LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

La chavista Celaá nos toma por una recua de asnos e intenta colarnos que la prensa acosa por puro odio a Sánchez

Luis Ventoso: "Acabarán abriendo los cines los viernes por las mañanas para que podamos disfrutar del espectáculo de Celaá en pantalla grande, con un tanque de palomitas y una coca-cola"

La chavista Celaá nos toma por una recua de asnos e intenta colarnos que la prensa acosa por puro odio a Sánchez
La portavoz del Gobierno socialista, Isabel Celaá, durante la rueda de prensa posterior la reunión del Consejo de Ministros. EF

El Gobierno de Pedro Sánchez está cada día más acorralado y cada segundo que pasa es una pérdida evidente de apoyos del electorado. Como cuentan las tribunas de papel de este 30 de septiembre de 2018, el Ejecutivo socialista, como hizo en el último trienio de Felipe González, ataca con saña a esa prensa que saca casi a diario los escándalos de un gabinete que ya no se sostiene de pie.

Jon Juaristi, en ABC, se troncha de las meteduras de pata del Ejecutivo de Pedro Sánchez:

Un amigo mío admite que Sánchez, como presidente, es un perfecto desastre, pero añade que nunca hemos disfrutado de un gobierno tan divertido como el suyo. Es cierto. El camarote de los hermanos Marx, al lado de La Moncloa actual, parecería un cementerio. Los últimos marxistas de España son infinitamente más grotescos y absurdos que Groucho, Chico y Harpo. Compárese a Carmen Calvo con Gracita Morales. No hay color. Los hermanos Marx y Gracita Morales pertenecieron al mundo de la comedia cinematográfica, que era todavía el de los gags prefabricados e irrepetibles que inauguró el cine mudo, depurando y esquematizando la comedia teatral.

Luis Ventoso recuerda a Sánchez y a su portavoz como su PSOE tuvo un año bloqueada la gobernabilidad de España:

El último ejemplo de que el Gobierno toma a los españoles por una recua de acémilas es su intento de sofocar los fuegos de Sánchez denunciando un «acoso» al presidente. Las ruedas de prensa tras el Consejo de Ministros están cobrando un sesgo tragicómico. Acabarán abriendo los cines los viernes por las mañanas para que podamos disfrutar del espectáculo de Celaá en pantalla grande, con un tanque de palomitas y una coca-cola. Anteayer no defraudó. Con el rostro transido de una madonna afligida, inició su comparecencia con una regañina inadmisible a los medios y a la oposición. El político que durante 314 días hizo a España rehén de su ego, el que insultaba a su oponente llamándolo «deshonesto», acusa ahora a medios y oposición de saña intolerable. El registrador más famoso de Santa Pola debe estar echándose unas buenas risas…

El editorial de ABC predice una revuelta de los barones socialistas ante la resistencia de Sánchez a mover un dedo y quedarse quieto ante los problemas:

Susana Díaz guarda un prudente silencio en público sobre la gestión de Sánchez, como muchos otros barones socialistas. Sin embargo, sería absurdo ocultar que crece la inquietud y obviar que otros dirigentes regionales críticos con Sánchez -como García Page o Lambán- ya han empezado a cuestionar sin tapujos la estrategia de «apaciguamiento» de La Moncloa con Cataluña. El sentir de una parte del PSOE choca frontalmente con los criterios y la gestión del presidente, y es innegable que a seis meses de las elecciones municipales y autonómicas algunos de esos barones se muestran inquietos y tensos. Se ven rehenes de una estrategia de supervivencia personal de Sánchez de la que empiezan a no querer ser cómplices.

Hermann Tertsch aboga porque Sánchez abandone ya La Moncloa:

Sánchez debe irse ya. Las razones no son menores. Su Gobierno arde por los cuatro costados. Con una ministra que hace méritos en lenguaje de la mafia y elogia delitos para mayor gloria del chantaje. Con un ministro en la luna que hace todo lo que Sánchez dijo que jamás toleraría. Con una vicepresidenta sumida en delirios totalitarios chavistas tal como su portavoz y ministra de Educación, que pretende que la mejor forma de defender la democracia es acabar con la crítica a este Gobierno. Lo peor no es que su gobierno se descomponga por falta de toda calidad y virtud salvo la perseverancia. Ni siquiera es lo peor que ya emule a sus aliados comunistas, separatistas y golpistas y no tenga escrúpulo en tratar a todo discrepante como enemigo. Lo peor es que en España hemos llegado a las manos.

Francisco Rosell, en El Mundo, compara a Sánchez con la última etapa del felipismo:

Por fas o por nefas, al cabo de estos poco más de tres meses que Sánchez suma al mando del Gobierno, se respira una atmósfera tan viciada y asfixiante -incluso con los mismos personajes y parejos métodos- como la del Trienio Ominoso (1993-1996) que puso amargo colofón al largo adiós del felipismo tras 13 años y medio en La Moncloa. Todo ello después de tiempos revueltos en los que se encadenaban dimisiones y se dejaba a medio enterrar un cadáver político para acudir a sepultar al siguiente, mientras se imputaba a la Prensa crítica haber desatado poco menos que las siete plagas de Egipto contra el PSOE. A medida que se pone cuesta arriba su objetivo declarado de llegar al 2020 y sus ministros se descuelgan por el trayecto, el doctor Sánchez, ¿supongo? es lógico que cavile, al otro lado del Atlántico, poner rumbo a unas elecciones. Mucho más al ver como apremian sus socios el pago de la deuda que contrajo, más sus intereses de demora, así como la insostenible situación de un Gobierno a la deriva y pendiente del siguiente negrito por caer.

Javier Redondo considera que el Ejecutivo de Sánchez está tan nervioso que incluso va a ser capaz de sacrificar el peón de Pedro Duque:

Sánchez y su vicepresidenta Calvo muestran inquietud sobrevenida por las noticias falsas y la necesidad de regular la información sin precisar ni definir las nociones a las que se refieren: fake news, hechos alternativos, maniobras de distracción o noticias inconvenientes. Ambos se expresaron en contextos específicos propicios pero en mitad de la tormenta, en la semana más áspera y agónica de un Ejecutivo que arrancó cegador y radiante y serpentea tullido y sonado; cuando una maniobra de distracción tapó una noticia inconveniente. La prueba de que el affaire Villarejo-Garzón-Delgado ha tocado chicha es la exposición a la desesperada del peón Duque.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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