Cuenta atrás para el final de la legislatura, tanto en el conjunto de España como en lo que afecta a la autonomía de Cataluña. El ultimátum de Torra a Sánchez ha puesto boca abajo el panorama político y todo suena ya a fin de ciclo. Lo único que queda por poner es la fecha de las elecciones. Mientras tanto, editoriales y columnistas de la prensa de papel siguen entreteniéndose este 4 de octubre de 2018 en los disparates de los golpistas y sus ‘sostenedores’.
El editorial de ABC apunta que los socios de Torra, ERC y las CUP, no ven con muy buenos ojos el ultimátum que se le ha dado a Pedro Sánchez para que autorice el referéndum:
Poner a Pedro Sánchez entre la espada del referéndum y la pared de unas elecciones generales anticipadas no ha gustado a los republicanos de Oriol Junqueras, no sólo porque ha sido una iniciativa que Torra no les ha consultado, sino también porque supondría precipitar una posible salida de Pedro Sánchez de La Moncloa y esto haría perder a los nacionalistas el actual escenario propicio para el discurso secesionista. No quieren perder tan pronto al socio Sánchez.
Álvaro Martínez critica el gesto de Iceta, crítico con Arrimadas, suave como la seda con el golpista Torra:
Cuando Miquel Iceta se dirigió ayer, a la carrera, a la tribuna de oradores del Parlamento catalán parecía que fuera a arrancarse con uno de esos bailecitos con los que termina sus mítines. No fue así y lo más sobresaliente de su discurso fue reprender a Inés Arrimadas por exhibir una bandera de España como símbolo de la unidad y la igualdad de 47 millones de personas. Al PSC le cuesta un mundo sacudirse el complejo de inferioridad que históricamente ha tenido frente al nacionalismo y, por eso, no pierde ocasión de echar una reprimenda a quien recuerde que Cataluña es la parte de un todo desde hace un buen puñado de siglos y que los símbolos que definen esa unidad son los que son. Le debe parecer algo «facha»…
Gabriel Albiac detalla la deriva totalitaria y desquiciada por la que se ha deslizado Torra:
Amenazó anteayer Torra con declarar casus belli frente a España, si el 1 de noviembre el presidente Sánchez no ha abolido la Constitución española. Porque de eso se trata. Un presidente de gobierno no está legalmente habilitado para ejecutar algo que la Constitución impide. Ni aquí ni en ningún país del mundo civilizado. Quien lo hiciere incurrirá en delito de alta traición y verá abrirse ante él las puertas de la cárcel. Pero eso, a Torra, le importa tan poco cuanto le importaba a Hitler poner a Daladier y Chamberlain ante las puertas de la ignominia. El ultimátum de Torra, como el de Hitler hace exactamente ochenta años, no tiene más respaldo que el de la fuerza.
Isabel San Sebastián asegura que tanto Sánchez como Torra ya son dos cadáveres políticos presos de sus compromisos irrealizables:
Tanto Torra como Sánchez tienen lo que merecen. Han alimentado a un monstruo que ahora empieza a devorarlos. Quienes no merecemos lo que tenemos somos los españoles gobernados por un líder pusilánime, tutelado por separatistas, y los catalanes oprimidos por una Generalitat que respalda sin pudor el golpe perpetrado el 1-O. Lo que merecemos nosotros es la oportunidad de hablar libremente en las urnas y poner a cada cual en su sitio. Al frente del Gobierno, a un leal servidor de España. A los rebeldes, en la cárcel.
Ignacio Camacho cuenta que los veteranos socialistas están que se tiran de los pelos viendo adónde ha llevado Sánchez al PSOE:
Al cabo del tiempo, los hechos dan la razón a los veteranos dirigentes del PSOE que decidieron deshacerse de su secretario general aunque fuera arrojándolo por la ventana. Por más que la socialdemocracia siempre se haya entendido bien con los nacionalistas, la deriva revolucionaria de éstos terminó por abrir los ojos a la vieja guardia, que entendió que la amenaza de insurrección volvía imposible cualquier alianza. Pero Sánchez sobrevivió, rescató su programa y lo puso en marcha. Ahora vive en la insoluble contradicción de tratar de gobernar España cabalgando sobre un tigre enajenado por el designio expreso de liquidarla.
Manuel Marín dice que Sánchez es un juguete roto y que era plenamente consciente de que su oferta de diálogo con quienes no quieren hablar era simple estratagema para ganar tiempo y aposentarse en La Moncloa:
Sánchez no es un ingenuo y sabía de antemano que cualquier oferta legal y legítima para resolver el conflicto de Cataluña sería una pérdida de tiempo que él, paradójicamente, aprovecharía para ganarlo con su estética presidencial. Pero ni siquiera el señuelo de recuperar la comisión bilateral con Cataluña y asignar a la Generalitat 1.400 millones extras ha servido para su causa. Tampoco es competente para liberar a los políticos presos y solo ha conseguido enfrentar al Gobierno con el Tribunal Supremo o el Senado, mientras su equipo se descompone en luchas intestinas antes de tiempo. Y Susana Díaz, García Page, Fernández Vara, Lambán… hasta Felipe González… Todos han comenzado a desafinar sin rubor en la orquesta de Sánchez, temerosos de que su empecinamiento en un «diálogo» irreal con el separatismo les arrastre en las urnas. La duda no es cuándo convocará elecciones. Eso es solo morbo político-mediático. La duda hoy solo es quién querrá asumir la culpa de que Sánchez caiga: Podemos, el independentismo o el PNV.
El País ahora se cae del guindo y reclama una respuesta unitaria de Gobierno y partidos constitucionalistas al reto separatista:
La necesidad de pactar una respuesta única a las iniciativas de la Generalitat es en estos momentos más urgente que nunca. No solo porque su ausencia puede alimentar el equívoco de que el programa de la secesión obtendrá tarde o temprano beneficios de las diferencias entre los partidos que la rechazan, sino también porque es preciso que los ciudadanos sepan, en Cataluña y fuera de Cataluña, que la posición política frente al independentismo no cambiará sea cual sea el Gobierno.
La Razón aboga por un entendiemiento entre PSOE, PP y Ciudadanos, por más que Sánchez siga empecinado en sus cuitas personales:
Ninguna reforma ni medida de largo alcance podrá tomar Sánchez sin el acuerdo de PP y Cs. Es difícil de entender, por lo tanto, que el presidente del Gobierno no se haya reunido todavía con Albert Rivera, que lidera el primer partido de Cataluña, que algo tendrá que decir, más allá de las disputas electorales, sobre la grave situación abierta. Con Pablo Casado el tema no ha sido tratado a fondo, a pesar de que éste le ha ofrecido la mayoría de los populares en el Senado para la aplicación del 155 si la Generalitat persiste en la vía unilateral o no se responsabiliza de los problemas de orden público vividos el pasado 1 de octubre.
David Gistau, en El Mundo, cree que Sánchez aún está a tiempo de tener un gesto de dignidad y evitar que sea Torra quien le obligue a convocar elecciones:
Este Gobierno, que ya tiene un lugar en los apéndices de la historia, aún puede evitarse una humillación final: que sea el petit caporal carlista, el que arenga a las patotas de los CDR y luego se asusta y no sabe cómo devolver a su caja el monstruito liberado, quien decida cuándo se disuelven cámaras en España. La dignidad de la última bala del tambor reservada para uno mismo es la única que le queda a Sánchez antes de que lo cojan vivo y terminen de desbaratarle a bofetadas la ficción de puto amo kennediano todos esos personajes de extramuros con los que alcanzó en la moción de censura un indigente acuerdo fáustico.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital. @juanvelarde72