Variedad de temas este 6 de octubre de 2018 en las tribunas y editoriales de la prensa de papel. Desde el feo gesto del Gobierno con los venezolanos en España a la cobardía del presidente Sánchez que ha ordenado a sus asesores que hagan todo lo posible por esquivar a la prensa o el rebote del diario El País porque se haya archivado el ‘caso Casado‘.
El editorial de ABC denuncia la situación de varios venezolanos en España a los que el Gobierno bonito de Pedro Sánchez se niega a reconocer como refugiados:
A pesar de la evidencia de la desgracia que pesa sobre esas personas, el mismo Gobierno que no hace tanto se ufanaba de haber restaurado la asistencia médica universal en España, no es capaz de reconocer como refugiados necesitados de protección a estos venezolanos que llegan por decenas de miles a nuestro país y se encuentran con una incomprensible negativa. Tal vez se trata de una imposición de sus socios estratégicos de Podemos, o que Sánchez ha decidido que no quiere desairar a su predecesor, Rodríguez Zapatero, que lleva meses intentando salvar la cara a Nicolás Maduro.
Juan Manuel de Prada le mete un buen palo a la ministra y portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, por ocultar su casoplón:
Este ocultamiento que la ministra Celaá ha hecho de su Villa Meona nos sirve para explicar el mecanismo psicológico del puritanismo hipócrita, que en su afán por parecer intachable proyecta una sombra de pecado sobre lo que nada tiene de pecaminoso; llegando a cometer los más terrible pecados por ocultar aquello en lo que ningún pecado había. Nada malo hay en ser dueña de una casa con media docena de baños, aunque revele un prurito de higiene tal vez excesivo. Pero la ministra Celaá, con exceso moralista típicamente puritano, se avergüenza de ser rica y piensa que declarar sus riquezas la retrata como una persona viciosa; por lo que las oculta ladinamente, como nuestros primeros padres ocultaron su inocente desnudez, revelando así su pecado.
Luis Ventoso le mete un buen gancho al PSOE por su entreguismo al separatismo:
El entreguismo de la izquierda ante el golpismo aún nos reservaba otro capítulo: Sánchez. Primero cometió la infamia de apoyarse en los votos de los enemigos de España para ocupar el poder. Después, ya en La Moncloa, abrió un diálogo imposible, que ha acabado en desorden y amenazas crecientes, pues se vuelve a repetir lo evidente: no se puede hablar con un frontón. Si la sociedad española, sus partidos y sus líderes de opinión cerrasen filas contra los separatistas, si la izquierda no hubiese incurrido en la felonía de darles oxígeno, el problema del independentismo estaría ya en vías de solución, o muy mermado. Ese es el imperdonable legado del PSOE de Sánchez y Podemos, que con sus milongas pamplineras se han convertido en los mejores aliados de los peores enemigos de su país.
La Razón da un dato descomunal y revelador sobre Pedro Sánchez y su alergia a los medios de comunicación:
Que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tenga que huir de los periodistas como si fuera un futbolista sorprendido en plena operación de traspaso no es la mejor señal que se puede trasmitir a la opinión pública, atónita ante la sucesión de escándalos y polémicas que sacuden a los miembros del Gabinete. Lo cierto es que el presidente lleva desde el día tres de agosto sin conceder una rueda de Prensa formal, sólo breves comparecencias en el extranjero, con las preguntas previamente pactadas, y sin atender a los informadores que cubren sus, por otra parte, contados actos públicos. Es notorio, incluso, que sus asesores estudian rutas y salidas alternativas para dar esquinazo a los periodistas. Viniendo de un político y de un entorno que no ahorró acerbas críticas al anterior jefe del Ejecutivo porque había comparecido a través de una pantalla de plasma, la actitud de Pedro Sánchez no es sólo el reflejo de sus dificultades internas, sino de la habitual doble vara de medir que caracteriza a la izquierda española.
El País rabia con el cierre del ‘caso Casado’ y su máster en la Universidad Rey Juan Carlos:
Aunque el Tribunal Supremo no haya apreciado indicios de delito en la concesión de un título de máster al diputado y líder del PP Pablo Casado, el escándalo no ha concluido y sigue afectando gravemente a la reputación de la Universidad Rey Juan Carlos y, por extensión, a todo el sistema universitario español. El Supremo ha decidido no imputar a Casado por un delito de prevaricación administrativa y cohecho impropio alegando que no había indicios del primer delito y el segundo, si existiera, habría prescrito. Pero ha dejado serias dudas sobre la forma en que el líder del PP obtuvo el máster al indicar que hay indicios de que recibió un trato de favor. En coherencia con esta decisión del Supremo respecto de uno de los implicados, que es aforado, la juez ha decidido archivar la causa para todos los demás, alegando que el argumento vincula a todos y no se puede dar un trato diferente por los mismos hechos a los que no están aforados. Pero en la instrucción practicada por la juez, otras dos alumnas habían reconocido irregularidades y una de ellas admitió que se le había dado el título sin hacer nada previo acuerdo con el director.
El editorial de El Mundo es claro a la hora de dar por finiquitada la legislatura en Cataluña:
El presidente de la Generalitat y ERC hicieron ayer encaje de bolillos para escenificar una cohesión que no existe en la práctica. El bloque secesionista puede seguir disimulando, pero la realidad es que la legislatura en Cataluña está agotada. Por responsabilidad y dignidad, a Torra no le queda más salida que adelantar las elecciones. De lo contrario, no logrará más que perpetuar la incertidumbre y el descrédito de las instituciones.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital. @juanvelarde72