En Podemos han mostrado consumadas dotes para el oportunismo y el cinismo al salir a poner el grito en el cielo con el feminismo. De salón, por supuesto, porque los niños de papá son conocidos por no dar palos al agua.
Entre esos defensores de la humanidad tan dados a la charlatanería y a la ineficacia está Íñigo Errejón, rehabilitado por su líder Pablo Iglesias, después de haberle defenestrado.
A Errejón, alma sensible donde las haya, le molestó este comentario de Santi González en su revista de prensa en COPE en el que hacía una clara referencia al escote y su contenido de Carmen Calvo:
Se me revuelven las tripas escuchando este comentario sobre Carmen Calvo y las risas posteriores. Repugnante, machista y más propio de cavernícolas que de periodistas en el siglo XXI. El programa de Carlos Herrera en @COPE debe, como mínimo, pedir disculpas. pic.twitter.com/aojuG6ezCB
— Íñigo Errejón (@ierrejon) 31 de octubre de 2018
«Se le revuleven las tripas». Todo venía de este tuit citado por González:
“El valle de las caídas” Federico sobre el escote de Carmen Calvo en su visita al Vaticano.
— Virginie (@VirginiaG68) 30 de octubre de 2018
La frase puede que sea una cita de Federico Jiménez Losantos…
Carmen la de Cabra visita el Vaticano ??
A ciertas edades no hay que vestirse, hay que taparse.
A cierta edad, con cierta pinta, hortera de bolera. Pues hombre, tápate…#CarmenCalvo pic.twitter.com/9um6j4TY90
— Don Federico Jiménez Losantos VIDEOS (@federico_videos) 31 de octubre de 2018
Pero el origen nos parece que está en un artículo de ABC del 30 de octubre de firmado por Jesús Lillo y titulado ‘El Valle de las Caídas’:
Carmen Calvo, la ministra que fue fraila, mujer proverbial, pidió ayer a Parolin que le arregle lo de la Almudena, templo sin demasiados atractivos arquitectónicos y que con Franco dentro podría desplazar a la misma Sagrada Familia de Barcelona como destino turístico en lo universal. Muy desesperados tienen que estar en el Ejecutivo para mandar a Roma a la vicepresidenta y enfangar a la Iglesia en un asunto, privado y meramente propagandístico, que a los curas les da a estas alturas bastante lo mismo. La vicepresidenta pidió cita con un cardenal del seguro, un Parolin que le dio largas vaticanas y aceptó encubrir su consulta salomónica bajo un balance de cuestiones diversas, pero lo que el Gobierno necesita es un buen exorcista, un profesional del sector de los demonios que le saque de la cabeza todas esas cosas que en busca de votos tanto le complican y nos complican la vida.
A Errejón no se le revolvieron las tripas cuando su jefe le dijo a Ana Romero «precioso abrigo de pieles el que trae usted» o cuando le guiñó el ojo a Pilar Gómez en ‘ARV’. Y quizá sea él quien debe pedir disculpas a las mujeres por el cavernícola «azotaría a Mariló Montero hasta que sangrase».