Navajazos entre columnistas de El Mundo. Dos de sus plumas más reconocibles, Emilia Landaluce y Arcadi Espada, han ajustado cuentas desde sendas tribunas de opinión del diario de Paco Rosell con su jefe de opinión, Jorge Bustos, inflamando la pelea: «voy a tener que abrir una subsección de esgrima entre columnistas«.
El polémico plan de Manuela Carmena denominado ‘Madrid Central‘ es la causa de las hostilidades.
La esperada respuesta de Emilia Landaluce, de inusitada dureza, a Arcadi Espada a cuenta del Madrid Central de Manuela Carmena. (O el humor en tiempos de cólera) Voy a tener que abrir una subsección de esgrima entre columnistas: https://t.co/IBoDei0lEj
— Jorge Bustos (@JorgeBustos1) 13 de noviembre de 2018
El imprevisible Espada se alineaba a favor de restringir el tráfico de vehículos al centro de la capital y aseguraba en su tribuna que había «un tipo de vecinos para los que la ciudad» era «un enojoso trámite«. Y citaba directamente a su compañera Landaluce:
Estos vecinos abundan en Madrid. El caso de Emilia Landaluce, por ejemplo. Sale por Goya, pone en marcha su viejo y perfumado diesel y enfila hasta Embassy segregando por unos pastelitos de limón de cuando Mambrú se fue a la guerra.
Los ejercicios de adiestramiento en la sumisión indiscutible a las medidas arbitrarias de la autoridad comunista que se aplican en Madrid, existen desde los años veinte. Siempre gozaron del apoyo de intelectuales -no afectados- que despreciaran al ciudadano común como Espada.
— Hermann Tertsch (@hermanntertsch) 14 de noviembre de 2018
Tira el coche en un medio vado que no se sabe bien, encaja en el parabrisas una tarjeta ful de minusválida y cuando llega se encuentra que Embassy hace dos años que ha cerrado por merecida defunción.
Mientras aporrea rabiosamente la puerta masculla «¡Estos cabrones podemitas!» y de camino al diesel casi la empitona un patín eléctrico. Por suerte llevaba a medio escuchar un viejo mp3 de una charla de Jordan Peterson en El Álamo y esto la distrae y la euforiza en la hora larga que tardará hasta El Brillante.
La defensa de Arcadi Espada del Madrid Central de Karmena es simbólica del triunfante bernardhenrilevismo español que marca las opiniones exquisitas de los más finos sobre todo lo que no les afecta. Dice que los habitantes se adaptarán. Claro. Y se adaptaban en Kolyma o Dachau.
— Hermann Tertsch (@hermanntertsch) 14 de noviembre de 2018
La respuesta de la aludida no se hizo esperar desde El Mundo:
Ayer estuve ciertamente ocupada redactando un manifiesto contra Arcadi Espada. Estoy segura de que muchos lo firmarán considerando el ataque injustificado, además de machista, que me dedicó desde este mismo periódico alineándose con el proyecto carmenista más abyecto: Madrid Central.
Será que el Refugees Welcome de la alcaldesa le ha dado confianza para opinar de una ciudad en la que no vive.
Y cuenta un curioso ‘incidente’ acaecido entre ambos que ayuda a entender el primer texto de Espada:
Les pongo en antecedentes. Hace unos días, me crucé a Espada empoderado en su patinete.
Iba titubeante. Agarrándose la peluca (por si no lo sabían) para que no se la llevara el viento. Llegaba yo con el Hummer diésel que suelo utilizar para moverme cómodamente por Madrid.
Como se lo iba a dejar al aparcacoches del Ten con Ten -por cierto, el restaurante predilecto del columnista catalán-, no tuve más remedio que dejarlo en el vado del edificio donde estaba Embassy. Antes de enfilar hacia el restaurante volví al coche y abrí la puerta del copiloto para coger el bolso. Con tan mala suerte -o buena, según se mire- que descabalgué a Arcadi de su vehículo.
No sé, me parece que el golpe (no llevaba casco) le hizo confundir un christmas de una asociación en favor de los discapacitados de la que soy socia con el distintivo de aparcar en minusválidos.
Y dice:
Nos saludamos -yo pensé que con cariño- pero, por supuesto, le recordé que las aceras no son para el patinete.
No entendí lo que me dijo en catalán. Llevaba prisa. Ya en el restaurante, Tita Cervera me contó la vergüenza que había pasado porque se había acercado a Arcadi y le había felicitado por su Tetralogía de la ejemplaridad.
El remate fue que una mujer libre e independiente (o sea: yo) le descabalgara de su juguetito, lo único que puede conducir porque no ha sido capaz de sacarse el carné.
Por supuesto, sólo un hombre como él podría tomarse este ridículo -por divertido- suceso como un ataque a su virilidad. De ahí que ahora haya emprendido esta campaña contra las mujeres.
¿Acaso se creen que la mención a El Brillante, con el famoso bocadillo de calamares, no es sino una velada referencia de que a las féminas -como él nos llama- sólo deben interesarnos los anillos de compromiso?
En cualquier caso, lo que me mosquea es que Arcadi es un hombre informado. Y los malolientes Diésel de los que él habla son desde hace unos años, motores poco contaminantes. Empiezo a sospechar que cobra de la empresa de patinetes. O de Rita Maestre. Le gusta lo guay, lo pijo
Como en PD hemos sido todos o casi todos cocineros antes que frailes, no tendemos a comernos el primer cebo que nos ponen.
Tampoco somos de comprar el primer cubo de agua que se lanza cuando el fuego se les ha ido a algunos de las manos. Pero buceando en algunas respuestas que daba Bustos a sus sorprendidos lectores, en una de ellas el tertuliano añadía lo siguiente:
Calma, toda la columna es irónica. Arcadi y Emilia son amigos.
— Jorge Bustos (@JorgeBustos1) 13 de noviembre de 2018
Así que nosotros ofrecemos todos los datos y como dicen por ahí en algún canal, juzguen ustedes que suyas serán las conclusiones.