¡Qué matraca para los lectores, pero es verdad que no queda de otra! Cataluña vuelve a convertirse en el núcleo de la información y en lo que concita la atención de editoriales y tribunas de la prensa de papel de este 12 de diciembre de 2018.
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, le da a Sánchez una semana de plazo para deponer de su puesto a Quim Torra, a no ser que lo que busque el inquilino de La Moncloa sea perder todo atisbo de poder:
Lo cierto es que Pedro Sánchez, el inquilino de la Moncloa, a la que dejó entrar a Torra con el lazo golpista, ha tropezado de golpe con el lobo terrorista y criminal que decían que era un invento del PP y Cs, pero que siempre estuvo ahí, con la ETA y su rama catalana (FOCA-Terra Lliure). No otra es la vanguardia encapuchada del exercitet con que Torra quiere empezar una guerra barata, con pocos muertos. Y ajenos. Cuanto más tarde Sánchez en convocar elecciones, peor lo tendrá el PSOE para conservar algo de poder, de Moncloa al último ayuntamiento. Tiene una semana para ir al Consejo de Ministros con Torra depuesto y el 155 en marcha. Luego será tarde.
El editorial de El Mundo se centra en la enésima cesión del Estado respecto al chantaje catalán y la decisión de cambiar la sede de la entrega de los premios princesa de Gerona:
Resignarse a que actos oficiales del Estado -de la judicatura, la Corona o el Ejecutivo- no se celebren en una parte del territorio español es inadmisible. Así solo se logra envalentonar a los enemigos de nuestras instituciones. Por desgracia no son solo los separatistas quienes las socavan sino el propio Sánchez, que durante la celebración del 40º aniversario de la Constitución de 1978 puso en cuestión un principio esencial de la Monarquía parlamentaria como es la inviolabilidad del Rey. Pedro Sánchez no solo está causando un grave daño a la democracia negociando con quienes quieren romper unilateralmente el Estado de derecho, sino que ha abierto también grietas de consecuencias inciertas en su propio partido, como ocurrió ayer en el seno del grupo parlamentario. Muchos diputados socialistas ponen ya en cuestión la oportunidad del acercamiento de Sánchez a los independentistas, a la luz de los resultados en Andalucía.
Pepa Bueno, en un ataque de buenismo en El País, intenta quitar hierro a las bravatas de Torra y los suyos:
No sabemos qué consecuencias puede tener la irresponsabilidad de alguien como Quim Torra que, desde la presidencia de la Generalitat, llama a la vía eslovena, desautoriza a los Mossos e incentiva a los CDR. Causa alarma, es verdad, pero teniendo en cuenta que el personaje se caracteriza por lanzar con toda solemnidad ultimátums que no siguen ni los suyos, quizás estemos más ante una escena de ópera bufa que de tragedia griega. Ya han matizado sus palabras quienes, sorprendentemente, le permiten ocupar y desprestigiar la presidencia vicaria de la Generalitat. Hay un elemento más que ha cohesionado y alargado el bucle rupturista: los errores del Gobierno central. Ese es abismo al que se asoma Pedro Sánchez si la situación se sigue tensando. Acertar. ¿Lo hará solo? ¿De qué sirve entonces que Ciudadanos ganara las elecciones en Cataluña?
El editorial de ABC le dice claramente a Sánchez que lo que tiene que hacer, amén de envolverse en la bandera española, es desprenderse de sus actuales socios y convocar elecciones:
Bien está que por fin La Moncloa airee el 155 y proponga intervenir con contundencia en Cataluña. Pero no como un ejercicio de mercadotecnia ególatra ‘marca Sánchez’ para recuperar votos, sino como obligación para restaurar la legalidad. Bastante precio está pagando España con la demencial deriva de este secesionismo ciego y con el giratorio oportunismo de Sánchez. Y si «Torra no está legitimado» para ejercer función pública alguna, como sostuvo ayer Margarita Robles, solo cabe preguntarse por qué Sánchez no renuncia a sus socios de moción y convoca elecciones. Lo demás es impostura.
Ignacio Camacho le recuerda a Sánchez que tiene una ventaja con respecto a Rajoy a la hora de aplicar el 155, que nadie de la oposición constitucionalista le va a exigir que pise el freno, sino más bien todo lo contrario:
A diferencia de su predecesor, Sánchez cuenta con la ventaja de que la oposición no le instará a pisar el freno; más bien lo que le pide es celeridad de movimientos, respuesta a la provocación con espíritu enérgico. Quizá el PP, Ciudadanos y hasta los propios nacionalistas estén minusvalorando su facilidad para el caracoleo, la soltura retráctil con que se rectifica a sí mismo sin el menor remordimiento. Con la idea fija de resistir, decidirá lo que en cada momento considere menester para atornillarse al puesto. Y lo hará con ese artificio actoral tan suyo, con el gesto sobreactuado de quien no tiene más remedio porque le han rechazado la mano que tendió con angélico afán de entendimiento. Como el primer defensor de la Constitución que dejó en el alero para extender una alfombra de deferencia a los insurrectos.
José María Carrascal destaca que a Sánchez le han fastiadiado los independentistas poder hacer de Rey Mago el 21 de diciembre de 2018:
El Consejo de Ministros del día 21 en Barcelona, al que Sánchez iba a llegar cargado de regalos como un Rey Mago, amenaza con convertirse en batalla campal. Ante lo que ha montado un mini 155, con envío de un pequeño contingente de policías nacionales que garantice la seguridad esa jornada. Que lo consigan si los CDR mantienen su plan de «tomar la calle» es dudoso, visto que no lo lograron miles de policías y guardias civiles el 1-O. Es más: el presidente ni se atrevió a disponerlo, encargando la gestión a sus colaboradores más estrechos, la vicepresidenta, el ministro de Fomento y el de Interior. Ahí se las den todas. Confirmándonos que la cobardía y la ambición desmedida son sus rasgos más destacados.
Pedro Narváez, en La Razón, describe a Pedro Sánchez como el ‘Mortadelo’ de los disfraces según convenga la ocasión:
Lo bueno de tener un presidente así es que posee tantos clones que es imposible aquel aburrimiento que provocaba Rajoy. Primero fue Pedro, luego Sánchez, y de ahí se han reproducido innumerables réplicas. Convendría investigar si le sustituyen varios dobles, como decían de Putin o de Melania Trump. Moncloa inventa uno para cada situación. No sería de extrañar, llegado el caso, un cartel electoral con Sánchez montado a caballo, ya convertido, más que un personaje singular de la distópica ‘Westworld’, en Mortadelo con gafas de diseño. En Moncloa hay un armario en el que en vez de cadáveres se amontonan disfraces. Por eso de la cuaresma hemos pasado al carnaval. Pero, como advertía Carmen Calvo, lo que importa son los hechos, no las palabras. Aplíquese la máxima antes de ser lo mínimo.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72