El esperpento catalán abre este 17 de enero de 2018 el telón para presenciar su primera función, la conformación de la Mesa del Parlamento que, salvo sorpresa, será para un independentista. Las tribunas y editoriales de la prensa de papel lanzan apuestas para saber hasta dónde serán capaces de llegar los separatistas y si pondrán en peligro su mayoría en las urnas.
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, explica el esperpento que se vivirá este 17 de febrero de 2018 en el Parlamento catalán:
Lo que hoy se verá en el Teatre de Titelles Nacionalista Catalá, antes Parlamento de Cataluña, es un acto más de la política de discriminación de España y lo español. El Molt Hologramable Cocoboig tendrá como titell o marioneta parlamentosa a Roger Torrent, de ERC, que ha dicho que «volverán a poner la institución al servicio de la ciudadanía y no de las fuerzas del 155». Ya lo hizo Rajoy, con el respaldo de PSOE y Cs, al convocar elecciones sin juzgar a los golpistas ni desarticular toda la trama: política, policial, económica y, sobre todo, mediática. Ahí está el elefantito.
Santiago González señala que el separatismo catalán es un rebuzno continuo y como prueba fehaciente está la visión que han hecho del ‘caso Palau’:
El separatismo catalán es un espacio privilegiado para el rebuzno. Muy especialmente en lo relacionado con la corrupción. Acuñaron su ‘España ens roba’ en contra de la evidencia y de los hechos. ¿Cómo puede extrañar a nadie que llegados al punto de la evidencia, incluso judicial, sea opinable? ¿Qué son las 546 páginas de la sentencia de la Audiencia de Barcelona frente a un rebuzno en Twitter?
ABC, en su editorial, detalla que el independentismo, pese a salvar el primer escollo y conformar la Mesa del Parlamento, no se jugará la Presidencia cometiendo la ilegalidad de elegir como presidente de la Generalitat a Puigdemont:
El independentismo ha salvado el primer escollo de la conformación de la Mesa y la constitución legal del Parlament. Por eso, difícilmente el separatismo querrá poner en peligro su vigente mayoría arriesgándose a perderla en otras elecciones. Por tanto, desde hoy todo se centrará en las negociaciones para que el soberanismo se baje del caballo y designe a un nuevo candidato a presidente de la Generalitat sin la mácula que persigue al forajido de Bruselas.
Jaime González da por amortizado a Puigdemont:
Puigdemont no es rey de nada y lleva meses deambulando en pelota picada, pero su paranoia le impide observar que al fondo de la calle le espera la cárcel y que quienes todavía le aclaman se batirán muy pronto en retirada. Entonces se verá en el espejo y Boadella -que podría ser presidente de Tabarnia si no fuera porque es suficientemente inteligente para saber lo que no se puede ser en ningún caso- hasta podría hacerle una chanza si tuviera tiempo para malgastarlo en hacer leña del árbol caído.
José María Carrascal apuesta porque Puigdemont al final cederá su ‘sitio’ a otro candidato:
O ceden los ‘arrepentidos’, aunque sea de mentirijillas, o cede Puigdemont y canta la palinodia como ellos. Apostar es hoy un ejercicio de alto riesgo en España y de despeñarse en Cataluña, pero, aun así, hago mi puesta: como el exiliado parece encontrarse a gusto en Bruselas, buscarán a alguien que piense y sienta como él para recuperar el cargo y el control del presupuesto. ¿Quién? Candidatos, y candidatas, no faltan, la cuestión es que haya para todos, pues nacionalismo y finanzas, como digo, van del brazo.
Antonio Elorza, en El País, le mete el miedo en el cuerpo a Podemos por su calculada ambigüedad en el tema catalán:
Una cosa es, además, rechazar el voto a Arrimadas para el Govern y otra no seguir el uso democrático de apoyar al partido más votado para presidir el Parlament, dada la fragmentación existente. Y si de forma larvada Podem juega el juego independentista, pocas simpatías tendrá en el resto de España. Iglesias ha optado por una confusión radical en el tratamiento democrático del tema catalán. Y ese desvarío tiene su precio.
La Razón aplaude la iniciativa de Tabarnia:
Tabarnia es una respuesta inteligente y aguda al sectarismo, que se apresta a mantener un pulso por la libertad que se presume largo. Sus promotores lo explicaron muy bien ayer cuando lo anunciaron como un «espejo del separatismo» que se enfrentará y combatirá sus tropelías.