Nuevamente el tema catalán vuelve a impregnar las tribunas y editoriales de la prensa de papel de este 21 de enero de 2018. Con la elección del presidente de Cataluña a la vuelta de la esquina, ahora todo son lamentos y criticas a un Ejecutivo, el de Mariano Rajoy, que no ha sabido aplicar con destreza la ley a los separatistas.
Antonio Burgos es muy claro al afirmar en ABC que estamos ante el reto separatista como al principio de la aplicación del 155:
Por cobardía nos gastamos inútilmente 87 millones por no cercar los ilegales colegios electorales antes del 1-O y hemos dejado al 155 imposible para vos y para mí, tras aplicarlo de modo light, con la TV3 a todo trapo y sin que Soraya haya cruzado el Ebro. Y los del lazo amarillo, encantados: otra vez en el punto de partida para la DUI. Y nosotros, los de la Constitución pisoteada, como Vargas: «Tanto luchá, pá ná».
Ignacio Camacho también le da para el pelo al Gobierno por su dejadez en Cataluña:
Esos 87 millones de euros que ha costado el despliegue policial de otoño en Cataluña son la última factura, por ahora, de la incomparecencia histórica del Estado, del proceso progresivo de una retirada a plazos. El informe del ministro Zoido ante el Congreso es el relato de un modelo fallido en el que elementos esenciales de cohesión nacional, como la educación o la seguridad, fueron cedidos con una confianza candorosa en la lealtad de sus beneficiarios.
Rubén Amón considera que Puigdemont puede acabar desquiciado con esa bilocación que plantea:
Hay un término germano que describe el fenómeno, Doppelgänger, aunque más que el vocablo en sí interesa el concepto subyacente. Crear el doble de uno mismo supone arriesgarse a la tiranía de la reproducción. Y Puigdemont el real corre el peligro de acabar encerrado en su propio holograma. Empezará a costarle trabajo diferenciarse de sí mismo. Y deberá pagar la factura de estos pactos mefistofélicos. No es gratuita la bilocación a la que aspira Puigdemont. Estar en Bruselas y en Barcelona a la vez requiere un tributo a la altura del prodigio. Especialmente si decide valerse de una marioneta para ejercer la ventriloquía puigdemoniaca.
El editorial de La Razón es claro y evidente, que independentismo volverá a ser disuelto en cuanto opte por romper la ley:
Lo realmente alarmante es que los partidos independentistas llevan tantos años dedicados a la agitación, que han dejado de gobernar y ni cuentan con equipos solventes. Basta repasar el último gobierno autonómico para comprobar que sólo se trataba de un gabinete de militantes radicalizados. El fortalecimiento del constitucionalismo y el que por primera vez los no nacionalistas se hayan podido expresar libremente, plantea una situación diferente: los planes de los independentistas deben encontrar una oposición firme y racional en el Parlamento.
El Mundo le dice claramente al PP que o espabila o lo que le ha pasado en Cataluña con Ciudadanos tiene muchas opciones de repetirse a nivel nacional:
Al margen del debate sobre la renovación del liderazgo, los populares se ven lastrados por la mancha de la corrupción, la ausencia de líderes de prestigio en sus cuadros dirigentes y la imagen fría y burocrática de una dirección incapaz de marcarse objetivos de largo alcance. O reacciona el PP o Ciudadanos seguirá alimentando la posibilidad del sorpasso.