El escritor Javier Marías, columnista del diario El País, ha padecido en las últimas semanas diversos afilazos que le afean no sumarse al discurso del feminismo-chupi-guay, aquel en el que quien no suscriba la totalidad del planteamiento más radical es automáticamente catalogado de machista.
Menos mal que ‘Yale’, Umbral o Montalbán no escribieron en esta época, o lo mismo las ‘guardianas’ de lo nuevo políticamente correcto les hubieran quemado en una pira.
En su último artículo en El País Semanal titulado ‘También uno se harta’, Javier Marías responde a ‘dos escritoras’ que le han atacado recientemente, pero sin citarlas con sus nombres, aunque por los datos que da no resulta complicado saber de quién se trata.
Javier Marías protesta por una «joven columnista» «que tiene prisa por soltar» que no le gusta que él sea ‘trending topic’. Y la recuerda que él no escribe para provocar sino para intentar pensar lo no tan pensado y echa en cara que en estos momentos no haya «comprensión lectora» sino ‘tergiversación deliberada’ que, en sus palabras, le puede llevar a callarse y darle una alegría a ‘esa columnista joven’.
Se refiere a Luna Miguel, que fuera columnista del diario Público cuando lo dirigía Ignacio Escolar y que el pasado 23 de febrero de 2018 escribía, en efecto, en El Cultural la poca gracia que le hacía encontrarse con el nombre de «Javier Marías» en twitter.
Pero Javier Marías responde también a otra escritora a la que tampoco cita de la que dice que le dedica una diatriba de mentiras ‘tras extraer conclusiones erróneas o directamente imbéciles’.
Se refiere a Gabriela Wiener, que en un artículo publicado en ElDiario.es que dirige Escolar, acusa a Javier Marías de no contar con mujeres autoras en su editorial y de considerar que las mujeres son ‘putas, mentirosas y que se hacen las víctimas’. Leyendo a Wiener parecería que Marías es la encarnación del machismo por antonomasia. —Javier sin Marías—
En su réplica en El País, Javier Marías no entra a valorar punto por punto las acusaciones de Wiener, se limita recordar que Richmal Crompton, Isak Dinesen y Vernon Lee (que publican en su editorial) son mujeres. «Quizá en su ignorancia, crea esa autora que son varones y no mujeres».
Y, de paso, recuerda a Wiener que ella contó una vez que pagó junto a su novia a una prostituta para hacer un trío, «Si así fuera, ya me llevaría ventaja en la utilización y cosificación del cuerpo femenino, porque yo nunca he contratado a una puta».
Javier Marías termina reflexionando si algunas de las que se llaman femenistas, en el fondo tienen actitudes machistas por insultar a las mujeres que no actúan en la forma en la que según ellos deben comportarse, por lo que son acusadas de ‘alineadas’, ‘traidoras’, cómplices y ‘vendidas al patriarcado’.