Este 15 de marzo de 2018 el pleno del Congreso de los Diputados acogerá un debate sobre la derogación de la prisión permamente revisable. En principio, salvo sorpresa de última hora, saldrá adelante con el apoyo, entre otros, de PSOE y Podemos.
En las tribunas de opinión de la prensa de papel le afean al dúo Sánchez-Iglesias que mucho hablar de que no se puede legislar en caliente, es decir no aprovechar los asesinatos de Diana Quer o de Gabriel Cruz, para mantener esa prisión permanente, pero en cambio, tal y como demuestra algún columnista, al socialista y al podemita no les habría importado cambiar leyes en momentos candentes… para sacar, eso sí, réditos electorales.
Mayte Alcaraz, en ABC, se marca una columna excelsa en la que recuerda los diez momentos en los que a Sánchez e Iglesias se les calentó algo más que la boca a la hora de reclamar cambios en la legislación en momentos candentes:
-Pedir el cambio de la Ley Hipotecaria y aplicar un impuesto a los propietarios de pisos vacíos al calor de la lógica indignación de los ciudadanos por los desahucios durante la crisis. (Programa electoral de Podemos presentado el 10-11-2015).
-Plantear el traslado de los restos de Franco del Valle de los Caídos con el objetivo de movilizar el voto de izquierdas a un año de las municipales. (Pedro Sánchez en Paterna, 3-12-2017).
-Impulsar un impuesto a la banca para pagar las pensiones cuando millones de pensionistas se movilizan tras la precaria subida anunciada por el Gobierno (documento aprobado por la Comisión Ejecutiva socialista el 8-1-2018).
-Exigir que se cambie la ley electoral y se baje el derecho de sufragio a los 16 años días después del que el CIS te mande al cuarto puesto (propuesta de Podemos el 7-2-2018).
-Reclamar la amnistía para «presos políticos» que no lo son, tumbando la separación de poderes en un pispás (propuesta de Pablo Iglesias el 2-11-2017 en apoyo de Oriol Junqueras).
-Respaldar la cooficialidad del bable en la reforma del Estatuto de Autonomía del Principado de Asturias buscando una nueva mayoría de izquierdas tras la retirada dentro de un año de Javier Fernández (iniciativa del 20-9-2018 del sanchista líder asturiano, Adrián Barbón).
-Proponer en el Congreso, en plena guerra con Podemos por capitalizar el apoyo del colectivo LGTBI, la multiplicación por más de 40 de la sanción máxima contra la discriminación de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales que había defendido Pablo Iglesias (Enmienda del PSOE a la proposición de Ley de Podemos presentada el 3-3-2018).
-Introducir una pregunta en el Senado al presidente del Gobierno sobre la lucha contra la desigualdad de género tras comprobar el éxito de convocatoria de la huelga del 8 de marzo a la que previamente los socialistas solo se habían adherido parcialmente (pregunta del portavoz del PSOE en la Cámara Alta, Ander Gil, el 6-3-2018).
-Instar a que el PP expulse del Senado a Rita Barberá cuando todavía ningún juez había encontrado indicios de criminalidad contra la exalcaldesa (Grupo socialista, 14-9-2016).
-Cambiar unilateralmente los estatutos de Podemos para acallar a los disidentes y acaparar más poderes por parte de la dirección (Reforma interna de Podemos, 28-8-2017).
Isabel San Sebastián recuerda algo esencial a quienes pretenden derogar la prisión permanente revisable:
La prisión permanente revisable no obra el milagro de impedir que todos los asesinos maten o todos los violadores violen, no. Ninguna de las penas recogidas en el Código Penal ha logrado el prodigio de acabar con los delitos contemplados en él. ¿Lo abolimos directamente por deficiencia en el servicio? ¿Damos carta blanca al delincuente? Las sanciones nacen con la pretensión de ser disuasorias, desde luego, pero también de castigar a quienes incumplen la ley. Y el castigo debe estar a la altura de la falta. Porque creemos en la civilización y respetamos la vida, hemos trascendido el Talión y rechazamos el ojo por ojo. Quien asesina a sangre fría, no obstante, debe penar en la cárcel. Es el único modo de compensar a las víctimas.
Alfonso Ussía, en La Razón, asegura que a él no le van a tomar por «gilipollas», que la prisión permanente revisable servirá para dejar a buen recaudo a asesinos contumaces:
Si el PSOE, Podemos y el PNV consiguen derogar la Prisión Permanente Revisable, es muy probable que la asesina, a la que, según Escolar, hemos condenado las malas personas como el que firma por ser mujer, de izquierdas, inmigrante y de color, en menos de diez años estará en la calle, como «el Chicle», como Bretón, como ya lo está el asesino de Sandra Palo, porque en España las buenas personas son aquellas que se apresuran a justificar a los que matan y se olvidan de los que mueren. Que ya lo escribió Pablo Iglesias de Iñaki De Juana Chaos, autor de 25 asesinatos. Que no está del todo de acuerdo con su proceder, pero que no merece ser perseguido e insultado por la extrema derecha española.
Soy muy malo, malísimo, porque no sólo me declaro contrario a la derogación de esa ley, sino que sueño, para los asesinos de niños, con la cadena perpetua, de por vida. Y porque ahora mismo, mi perversidad me recomienda el deseo de lo peor para la pobre asesina. Porque soy muy malo, malísimo, pero no gilipollas.
Javier Redondo, en El Mundo, recuerda que el tema de la prisión permanente revisable y de que los condenados cumplan íntegras sus penas es un debate que lleva ya casi una década, que el PSOE no puede agarrarse a un inexistente clavo ardiendo y que Ciudadanos no puede ir de virgen en este asunto:
La calentura dura ya ocho años. El PSOE es el partido más incómodo con la cuestión; Ciudadanos, el más voluble. Los de Rivera se guían por muchos principios nobles, pero también se mantienen fieles a dos reglas de proceder: 1. La abstención nunca mancha. 2. Si el PP va a perder una votación en el Congreso, que lo haga solo. Así pues, Cs se abstuvo en el Pleno que votó iniciar los trámites para la derogación. Como en otoño estábamos distraídos y en pleno jolgorio separatista, los nacionalistas catalanes se ausentaron del Congreso. De tal forma que aquella impoluta abstención hoy tiene mácula, pues cambió el curso de la proposición.