Unanimidad este 27 de abril de 2018 en la prensa de papel a la hora de hablar sobre la sentencia que ha condenado a los cinco miembros de ‘La Manada’ a nueve años de prisión por entender que sólo abusaron de una chica de 18 años en los sanfermines de 2016. Desde polémica a repugnante son los calificativos a la decisión judicial, pero también se reclama cabeza fría y no dejarse llevar por los gritos y las pancartas.
El editorial de El Mundo se centra en la sentencia que le ha caído a ‘La Manada’ y, aún reconociendo que los jueces no han estado finos, reclama tranquilidad y que no se retroceda a tiempos donde la gente se tomaba la justicia por su mano:
Difícilmente puede soslayarse la intimidación en un relato que presenta a cinco sujetos encerrados con una chica en un portal. Cabe recurso. Ahora bien, apelar al «veredicto social» como alternativa visceral al derecho supone retroceder a los tiempos en que el escarmiento justiciero y no la laboriosa decantación de evidencias racionales decidían sobre la vida y la libertad del procesado.
Santiago González califica de gentuza a los miembros de La Manada y critica que hayan sido absueltos del delito de violación:
La relación de los acontecimientos más desapasionada basta para calificar a esa gentuza, a la que el tribunal navarro ha condenado a penas de nueve años de prisión a cada uno de ellos por un delito continuado de abuso sexual con prevalimiento, absolviéndoles, en cambio, de sendos delitos continuados de agresión sexual. Es decir, de violación.
El diario ABC, entendiendo que los hechos cometidos por ‘La Manada’ son repugnantes, reclama que no se puede hacer justicia basándose meramente en pancartas y protestas:
La repugnancia que suscita este suceso no puede soslayar que la más noble de las causas necesita ser sustentada por pruebas concluyentes para que sea acogida por un tribunal. El proceso penal es la suma de pruebas, no de opiniones ni de pancartas. Los tres magistrados de la Audiencia navarra, que han tardado cinco meses en comunicar su decisión, han coincidido en descartar la agresión sexual, porque no ha quedado acreditado que los condenados emplearan violencia ni intimidación contra la víctima.
Carlos Herrera se muestra indignado con la actitud de ‘La Manada’ pero pide a la vez que se lea con detenimiento la sentencia:
Que una serie de individuos borrachuzos y con testosterona sobreactuada se encierren en un portal con una joven de 18 años para penetrarla sucesivamente, con absoluto desprecio por la dignidad más elemental de la mujer, abandonándola a su suerte poco después no sin haberle robado su teléfono móvil, describe la catadura moral y las hechuras brutales de semejantes sujetos, todos ellos merecedores del reproche social más rotundo por su conducta vergonzosamente machista. Se pongan como se pongan, unos hombres que se visten por los pies -y no por la polla- no se meten en una escalera con una muchacha a la que no conocen y abusan de ella alternativamente, ora tú, ora aquél, ora yo, hasta completar el repóquer.
El País cree que la sentencia a ‘La Manada’ va a crear mucha polémica:
Solo los jueces tienen todas las evidencias del caso, pero esta sentencia indica que quizá no se ha considerado en su justa medida la intimidación en un caso de agresión sexual; el punto más débil de la argumentación judicial. En todo caso, este hecho marca un antes y un después y ha provocado un necesario debate social del que convendría desterrar opiniones apresuradas y demagógicas. Las mujeres no tienen por qué sentirse menos seguras por esta sentencia ni los agresores sexuales quedan impunes. La condena impuesta en primera instancia así lo confirma.
La Razón tampoco está de acuerdo con la sentencia, pero considera que hay otras instancias judiciales a las que se puede recurrir:
El linchamiento mediático de unos magistrados que han decidido en conciencia, desde el profundo conocimiento de los hechos y con abstracción de presiones externas, hace un flaco favor a la convivencia en una sociedad democrática. Otra cuestión, insistimos, es la legitimidad de discrepancia con una sentencia y el derecho que a todos nos asiste a expresar públicamente opiniones, que hay que presumir fundadas. Por ello, habrá que confiar en que otras instancias judiciales determinen una interpretación de los hechos más ajustada al relato que contienen o, incluso, que la jurisprudencia del Tribunal Supremo aclare con mayor precisión los condicionantes de la tipificación de los delitos contra la libertad sexual de las personas. Y, por supuesto, desde el más exquisito respeto a la labor de los jueces, aunque no se compartan sus decisiones.
Pedro Narváez entiende que la sentencia a los miembros de ‘La Manada’ tiene mucha miga sobre todo porque no se entiende que describa unos hechos que son evidentemente una violación y, en cambio, luego considere que sólo ha habido un abuso:
O el relato está hinchado o la sentencia es una rueda pinchada. No se entiende una cosa y la contraria. Sea bienvenida la ceguera de la Justicia. Pero, al menos por lo que cuentan, resulta que vieron y luego se taparon los ojos. Si lo que plasman ustedes mismos no lo consideran una violación, ¿qué faltaba? ¿Un par de guantazos bien dados?