Un denominador común, quizás un hilo invisible y siniestro, une los magnicidios y los grandes atentados que cambiaron al menos cinco veces la historia de la España contemporánea. Prim, Canalejas, Cánovas, Dato y Carrero, todos ellos presidentes del Gobierno, fueron asesinados en circunstancia s que el tiempo ha revelado como escandalosamente extrañas.
Casi siglo y medio después del primer magnicidio, Francisco Pérez Abellán, el hombre que reveló la verdad sobre la muerte de Prim, desmonta una por una todas las versiones oficiales de estos crímenes históricos. Prim, Cánovas , Alfonso XIII, Canalejas, Dato y Carrero Blanco desfilan por las páginas de «El vicio español del magnicidio «, acompañados de otras personalidades , como los presidentes norteamericanos McKinley y Kennedy , también asesinados.
La tesis del libro es que estos magnicidios o intentos de magnicidio, como fue el del Alfonso XIII el día de su boda, no están relacionados con el anarquismo o con el terrorismo como se dijo en su momento , sino que fueron todo s ellos crímenes de Estado.
Los magnicidios tienen elementos en común, los unos con otros y dibujan una tradición española de raigambre en la historia. Vistos en perspectiva, fueron auténticos golpes de Estado. En poco más de cien años, cinco presidentes del Gobierno fueron asesinados.
Pero en lo que el autor denomina «Sociedad de Fomento del Asesinato» hay más coincidencias que revelan un mismo estilo, una forma colegiada de actuar: la financiación de los asesinos , la desinformación posterior al crimen, los rumores sobre las necesidad es económicas de los terroristas, y cómo dos de ellos » fueron suicidados».
La obra pone de manifiesto que todo magnicidio surge del núcleo duro del poder o directamente de personas afines. El hecho de que España figure a la cabeza de Europa en cuanto a estos asesinatos señala que no sólo pretenden la muerte de la víctima, sino la eliminación de una forma de gobierno.
Supuestamente más de la mitad fueron cometidos por pistoleros anarquistas, todos ellos usados como cortina de humo o cabeza de turco. En esta obra s e estudian seis atentados, uno de ellos regicidio frustrado.
Una vez muertos los gobernantes, los cronistas , afirma el autor, mintieron estableciendo que fueron obra de militantes radicales para tapar que habían sido perpetrados por sicarios mediante precio y que mintieron cuando afirmaron que, siendo los criminales de turno los tipos más sospechosos y chocantes del mundo, pasaron desapercibidos sin que el aparato de protección se fijara en su aspecto descuidado y sus malas intenciones .
Y volvieron a mentir hasta la saciedad afirmando que a las víctimas no les gustaba sentirse protegidas, como si eso disculpara a los encargados de velar por ellas.