Pablo Iglesias debe buscarse un asesor en materia de comunicación o bien cambiar al que tiene porque, desde luego, peor no ha podido afrontar la cuestión de su chalet de lujo en Galapagar. Los editoriales y tribunas de opinión de la prensa de papel de este 19 de mayo de 2018 siguen ocupándose de las ambiciones inmobiliarias del líder de Podemos.
Ignacio Camacho se cachondea en ABC del sueño burgués en el que ha caído Pablo Iglesias:
Tiene su lógica de justicia poética este ruidoso debate, por trivial que sea, sobre el chalé de Pablo Iglesias y su pareja. Ese fulgor ingenioso de memes, esas excusas tan artificiales de los acólitos, ese escrutinio detectivesco de la hipoteca, ese espanto cotilla de los decoradores ante la casita de madera para los invitados y la doble piscina con su abracadabrante baño-seta. No deja de ser divertido que el trueno de Vallekas, el profeta redentor de los desahuciados, el refundador del sistema, acabe seducido -justo a los siete años del 15-M- por el sueño pequeñoburgués de la parcela.
Lucía Méndez, en El Mundo, considera que a Iglesias y a Montero se les han fundido los sensores de detectar las sensibilidades con los más desfavorecidos:
La pareja Iglesias-Montero es víctima de sus propias reglas de juego político. Sorprende que se sorprendan de la escandalera organizada. Ellos convirtieron en categoría política vivir como «los de abajo». Los sensores políticos que permitieron al líder de Podemos detectar la sensibilidad de «la gente» para llegar a donde está, se le han averiado. De otro modo, habría sabido que esto iba a suceder. Necesariamente.
Rafa Latorre ofrece un dato esencial, que es como Pablo Iglesias enseñó a toda España su modesto piso y ahora quiere alejarnos de su ostentoso casoplón:
Lo que ahora queda es soportar los desagradables quejidos de folclórica. Pablo hizo de su vida su programa único, hasta el punto insólito de que su jeta aparecía en las papeletas del partido. Lo enseñó todo, perro palleiro incluido, y ni siquiera la raza del can -la ausencia, más bien- era ociosa. Metió a España hasta en su cocina y ahora quiere alejarla de su chalé.
El editorial de El Mundo asegura que Iglesias se ha quedado sin uno de sus principales argumentos para machacar a sus opositores políticos:
Pablo Iglesias no solo tendrá que hacer frente a las críticas de sus votantes. Tras una estrategia garrafal de comunicación -quizá porque era imposible comunicarlo bien- y sus poco convincentes explicaciones, ha perdido la superioridad moral que gustaba de lucir frente a sus adversarios. Pedro Sánchez y Albert Rivera no han tardado en señalar la hipocresía y la falta de coherencia que supone vivir en una residencia de lujo y presentarse como el portavoz de los que sufren el paro, los bajos sueldos y una nueva burbuja que ha disparado el precio de los pisos y los alquileres.