Pedro Sánchez y su moción de censura protagonizan columnas y editoriales de la prensa de papel de este 27 de mayo de 2018.
Las prisas, la precipitación y hasta la falta de coherencia son los aspectos más destacados en las tribunas a la hora de hablar del líder socialista.
Ignacio Camacho, en ABC, plantea que Rajoy puede haber caído en el engaño de Pedro Sánchez tras haberle dado en los últimos tiempos un trato preferente en cuestiones de Estado:
Al presidente se lo llevan los demonios. En los últimos tiempos, al pairo del conflicto catalán y del auge de Cs, que los inquietaba a ambos, había otorgado al jefe de la oposición un trato preferente de socio de Estado que Sánchez ha blandido en su contra a las primeras de cambio. Si consuma la operación Frankenstein no sólo podrá presumir de haber echado a Rajoy sino de ser el único rival que haya logrado engañarlo.
Antonio Burgos resalta las incoherencias de Pedro Sánchez, capaz de decir cada día una cosa:
Sánchez ha pedido que confiemos en su palabra. ¿En qué palabra? ¿En cuál de las 365 palabras distintas que tiene a lo largo del año, una para cada día? Con su puñalá de censura, aparte de echar a Rajoy, que es de lo que se trata, el clásico y español «quítate tú para ponerme yo», intenta algo tan insólito como la cuadratura del círculo. Dice: «Se trata de una moción de censura para defender la Constitución. Mi gobierno cumplirá y hará cumplir la Constitución, defenderá la soberanía nacional y no se saldrá un ápice de lo que ha sido su última posición respecto a Cataluña». Esto es lo más grande del mundo. ¿Cómo logrará Sánchez aprobar una moción de censura para defender la Constitución apoyándose precisamente en los votos de los que se la saltan a la torera, de los que la incumplen y se limpian en sus cortinas, como los partidos independentistas catalanes o Bildu, sin los que los números no pueden salirle, dada la abstención de Ciudadanos?
Hermann Tertsch considera que Sánchez ha vuelto a ser esclavo de sus prisas y de quienes le empujan al precipicio de la moción de censura:
Parecía que había cambiado y no solo de tono de voz. También de actitud y formas políticas, esas que en pasados meses eran notoriamente más suaves. Pero no. Pedro Sánchez es el mismo de siempre. Es un acelerado metepatas al que alguien parece siempre empujar para que se equivoque. Sea por las proverbiales ganas de su mujer por llegar a La Moncloa, la asesoría de un equipo tan tosco y agrio como Margarita Robles o su torpe impaciencia, Sánchez ha dado un pelotazo tan brillante que él se ve muy solemne pero está peor que nunca. Don Pedro ha entrado en la crisis con tantísimo tino que se ha erigido en el principal y quizás único motivo para que Rajoy siga un rato. Porque si Sánchez gana ese voto en compañía de esta gentuza nos pone al borde de la guerra civil. Si pierde, consigue ser cadáver político antes que el mismísimo Rajoy.
José María Carrascal entiende que las prisas de Sánchez vienen marcadas por la pronta sentencia de los ERE en Andalucía y que pueden masacrar al PSOE:
Todos han mentido, ninguno cree lo que dice y hace, empezando por Pedro Sánchez, el primero en saber que no tiene los votos necesarios para su moción de censura y, si los tiene, tendrá que hacer concesiones a los secesionistas, cometiendo la mayor de las corrupciones: quebrar la unidad de su país. Sin ir tan lejos: nadie le ha preguntado si dimitirá cuando se falle el juicio de los ERE, que seguro implica al PSOE en una corrupción tan grave como la de Gürtel y cuantitativamente mucho mayor. De ahí sus prisas. Esa sentencia pende sobre su cabeza. Por no hablar de si va a seguir con los presupuestos del PP, que ha ayudado a pasar, o con otros nuevos con las demandas que le hagan Podemos y los sindicatos.
En La Razón, Alfonso Ussía le mete un palo demoledor a Pedro Sánchez:
Pedro Sánchez, que parecía haber madurado un poco, ha decidido presentar una moción de censura contra el Gobierno de Rajoy. La inteligencia de su partido se manifiesta avergonzada. El PSOE está siendo juzgado por la mayor malversación de fondos públicos en Andalucía. […] Rajoy se merece todas las censuras habidas y por haber, pero no por ladrón o codicioso. Y Sánchez se ha metido en un lío que sólo podrá ser desliado con su abandono de responsabilidades. No es un irresponsable. Es un hijastro de Zapatero que pretende superar la excrementación de su antecesor. Como diría don Santiago Amón, un tonto estratosférico. Y parecía más maduro. Pero la cabra siempre tira al monte. Aunque no exista el monte, como es en el caso de Sánchez.
El editorial de La Razón mete el miedo en el cuerpo a Sánchez y al PSOE:
Si aceptamos como buena la hipótesis de que Pedro Sánchez busca realmente alcanzar La Moncloa -es decir, que va en serio- a través de la moción de censura y cree que esta es la vía más correcta, certera y rápida, suponemos que deberá ser consciente de que corre un doble riesgo. El primero es perderla. El segundo, dañar seriamente su liderazgo en el PSOE después de dos jornadas gloriosas -el tema de Gürtel no requiere mucha argumentación política- en la tribuna de las Cortes. Hay una tercera consecuencia: que el socialismo español vuelva a desdibujar su papel de partido nacional que apuesta por la unidad territorial.
El País rechaza la jugada de Pedro Sánchez de pretender quedarse unos meses en La Moncloa y así presentarse en una situación ventajosa a las elecciones:
El programa de Gobierno que ha esbozado Pedro Sánchez jugaría a favor del PSOE al requerir que dicho partido se mantuviera a los mandos durante mucho más que unos pocos meses y desde luego mucho más de lo que es aceptable en la situación actual. El país no puede permitirse la audacia que propone Sánchez. La interinidad gubernamental nunca favorece a la economía y la deriva de los independentistas catalanes bloquea cualquier posibilidad de contar con su concurrencia para reforzar al Estado del que quieren separarse. Sería una incoherencia que debilitaría aún más la credibilidad de la política española.
El editorial de El Mundo aboga también por la convocatoria de elecciones:
Sánchez tiene muy complicado tejer las alianzas necesarias que le permitan sacar adelante su iniciativa. Rajoy, por tanto, está en condiciones de resistir y de salvar la moción. En tal caso, el temor al bloqueo se disiparía, pero no garantizaría en modo alguno la viabilidad de una legislatura que ha colapsado en apenas 48 horas, desde la aprobación de los Presupuestos en el Congreso y la condena al PP en el juicio de Gürtel. Con independencia del resultado de la moción, estamos ante un tiempo político definitivamente yerto. Así que la convocatoria de elecciones generales, previo pacto político entre las principales formaciones, constituye la opción más sensata y responsable para devolver la estabilidad al Gobierno e infundir confianza entre nuestros socios europeos.