LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

La terrible pregunta que perseguirá a Sánchez mientras esté en La Moncloa: «¿Por qué le prefieren los anticonstitucionalistas?»

Luis Ventoso sentencia a Rajoy: "Mal asesorado por Santamaría, incluso ayudó a armar las televisiones que lo han dinamitado"

La terrible pregunta que perseguirá a Sánchez mientras esté en La Moncloa: "¿Por qué le prefieren los anticonstitucionalistas?"
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. EF

Entre el presidente saliente, Mariano Rajoy, y el entrante, Pedro Sánchez, se reparten este 2 de junio de 2018 las tribunas y editoriales. Al del PP le pasan factura por no haber sabido ver el momento ideal para dejar el cargo y al socialista, básicamente, le reclaman que no se duerma en los laureles y que prepare el terreno para convocar elecciones.

Luis Ventoso comenta en ABC como las televisiones que siguen dando cera al PP obvian las contradicciones y mentiras de Pedro Sánchez:

Faltar a la palabra dada de manera flagrante es inadmisible, y más en quienes llegan al poder alardeando de limpieza moral frente al PP. Pero hoy en España la mentira está homologada como algo normal, tolerable. Las chirriantes incongruencias de Sánchez no copan los titulares en telediarios y periódicos, la diana sigue pintada sobre Rajoy, que ya es historia. Late tras esa paradoja el mayor error de Rajoy como gobernante: su irresponsable descuido de la comunicación. Mal asesorado por Santamaría, incluso ayudó a armar las televisiones que lo han dinamitado. Sánchez, maniobrero y de nulos escrúpulos, no será tan naif.

Ignacio Camacho cree que Rajoy cayó en la trampa de creerse imprescindible para la gobernabilidad del país:

Su instinto para la supervivencia le ha desarrollado una suerte de narcisismo inverso, una cierta sobrevaloración que le ha llevado a considerarse, por comparación con el resto, la única alternativa posible, la última cocacola en el desierto. Y en esa conciencia de responsabilidad autocontraída ha olvidado la esencial necesidad de retirarse a tiempo.

José María Carrascal hace un paralelismo entre Rajoy y Zidane:

Lo que aprecio en los dos es que están hartos. Hartos de los rivales y de sus jugadores. Hartos de sus aficiones, que tan pronto les aplauden como los ponen verdes. Hartos de periodistas, que hablan sin saber de lo que va y de ocultar cosas que saben. Hartos de árbitros y jueces que, queriéndolo o sin querer, meten en sus decisiones sus filias y fobias particulares. Ambos son hombres serios, concienzudos, tranquilos, conscientes de que no se puede alcanzarlo todo al mismo tiempo, de que, para lograr algo, hay que tener paciencia y, sobre todo, que ese algo sea alcanzable, pues lo inalcanzable sólo trae frustraciones. ¿Cómo iban a poder jugar todos los partidos todos los jugadores, como pedían a Zidane, si sólo pueden jugar 11? ¿Cómo iba Rajoy a sanear la economía sin hacer recortes, como le pedía la oposición, o negociar la independencia catalana, como le exigían los nacionalistas y buena parte de la oposición

ABC entiende que el PSOE ya está asomando la patita y dejando ver qué hipotecas van a tener que pagar:

Ahora es preciso que la oposición al Gobierno socialista haga lo conveniente para que los ciudadanos sepan qué precio va a pagar Sánchez a los que le han vendido su voto. Pronto se verá, pero recordemos qué pasó cuando los socialistas de Rodríguez Zapatero pactaron en Cataluña con ERC y en Galicia con el BNG, mientas en el País Vasco negociaban el orden constitucional con ETA-Batasuna. Por eso no hay que sorprenderse por la placidez con la que Sánchez aceptó los votos de Bildu y de ERC. El nuevo presidente calca los pasos de Zapatero, esos que dejaron el país en la ruina y abrieron la caja de los truenos. Ayer mismo lo confirmó Margarita Robles: «Nuestro modelo es Zapatero». Más que inquietante, insensato.

El País le reclama a Sánchez un Ejecutivo sólido y que, por supuesto, piense en corto plazo, el de unas elecciones anticipadas:

El Gobierno que nombre Sánchez va a ser provisional, no solo en el sentido temporal: carece de una mayoría sólida que lo respalde y el horizonte electoral va estar muy presente en todas sus decisiones. Lo que no es óbice para que no lo formen personas de reconocido valor y prestigio. Al contrario, precisamente porque lo que necesita España en este momento es despejar cualquier duda de inestabilidad, deberá estar formado por personas con la entidad suficiente para dar una señal -imprescindible- de estabilidad, política y económica, incluso constitucional, tanto dentro como fuera de España.

Cristina López Schlichting, en La Razón, asegura que lo que pretendía la izquierda no era tanto un Sánchez derribando a Rajoy, sino que quedase para la historia que el del PP dimitía por corrupción:

Rajoy no podía parar nada. Lo que se buscaba es sustituir el titular: «Sánchez derriba al Gobierno con los votos separatistas» por «Rajoy dimite por la corrupción». Si no hay elecciones es porque a Pedro Sánchez no le interesa. Todo su esfuerzo vital es ser presidente, en su partido lo saben de sobra. Y hará lo que sea para seguir siéndolo.

Rafa Latorre, en El Mundo, se plantea una pregunta vital, ¿por qué todos los anticonstitucionalistas prefieren a Pedro Sánchez?

En España las mociones de censura no sirven para clausurar legislaturas sino para sustituir a un gobierno por otro. Éste es un matiz relevante porque es el motivo por el que el presidente Pedro Sánchez no podrá desprenderse en todo lo que dure su mandato de una pregunta atroz: ¿por qué todos los que aborrecen la Constitución lo prefieren a él en el Gobierno antes que a Mariano Rajoy? Sánchez no sólo acudió al Congreso sin programa. Su única promesa pública fue la de mantener los Presupuestos elaborados por el PP. Pero en cuanto supo que su moción prosperaría dejó de hablar de elecciones. Va a gobernar todo lo que sea posible. Fue votado para ello. ¿Qué ganan con su investidura PdeCat, ERC o Bildu? ¿Y el PNV?

El Mundo le exige a Sánchez que, más allá de conformar un Ejecutivo, su misión primordial es ir preparando el terreno para unas elecciones:

A pesar de la inusual forma de llegar al poder, el Gobierno que forme Sánchez está perfectamente legitimado para aplicar las políticas que devuelvan la normalidad a las instituciones democráticas. Pero no tiene que demorar demasiado el tercero de sus objetivos anunciados: la convocatoria de elecciones. Por la naturaleza de su génesis, estamos ante un Gobierno de transición que ha de desembocar en un proceso electoral en el que los españoles decidan con su voto una nueva mayoría parlamentaria. Solo entonces habrá demostrado Sánchez su madurez política.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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