La muerte de Jesús Cardenal pone punto final a una trayectoria ligada durante practicamente toda su vida al ministerio fiscal. Durante casi 40 años ejerció Cardenal como fiscal en Bilbao, en un momento en que el terrorismo de ETA sembraba de cadáveres los suelos vascos.
Aunque la mayoría de casos a terroristas etarras iban para la Audiencia Nacional, como fiscal en la Audiencia de Bilbao Jesús Cardenal se la jugó llevando causas contra importantes dirigentes de Herri Batasuna, el brazo político de ETA, como Txema Montero o el etarra Juan Carlos Yoldi, a quien Cardenal trató de impedir que fuera al parlamento como portavoz cuando, a modo de provocación, los batasunos le pusieron como su cabecilla en las listas.
Eso no impidió a que Cardenal también llevara casos contra los GAL como ejercer de fiscal en el juicio por el asesinato de Santi Brouard por el que fue condenado el mercenario López Ocaña.
Malvenido a la fiscalía
Aunque Jesús Cardenal será recordado por ser el Fiscal General del Estado del Gobierno Aznar, en realidad no copó los ocho años de aznarato sino siete, el periodo 1997-2004, y es que en el primer año del Gobierno Aznar (1996-1997) hubo otro fiscal, Ortiz Urculo, que fue destituido en medio de una guerra personal contra los fiscales indomables, un grupo fiscal que consideraba que su cercanía al Gobierno Aznar les debía dar mayor autoridad.
La primera misión de Cardenal al reemplazar a Urculo era calmar esas aguas y poner fin a una guerra bien retratada en el reciente libro ‘PRISA Liquidación de existencias’ de Luis Balcarce.
Como recibimiento, si en el diario El Mundo tanto Mamen Gurruchaga como Germán Yanke deslizaban la idea de que era un ‘ultra’, quienes se dedicaron a hostigar a Cardenal fueron la prensa progresista como las publicaciones del Grupo Zeta encabezadas por El Periódico de Catalunya pero, por encima de esto, por los medios del Grupo PRISA y muy en especial el diario El País entonces aún presidido por Jesús Polanco.
En el primer editorial que le dedicaba El País, reucrría más a la insinuación: «Los antecedentes de Jesús Cardenal no muestran precisamente lo que se conoce como un talante liberal» (Editorial El País, 10.05.1997).
El segundo editorial contra Cardenal de El País sería el 28 de mayo con el título «Sigue la función» en el que reprochaban a Cardenal de actuar al servicio del gobierno y los indomables por nombrar al indomable Eduardo Fungairiño como Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional en lugar de al socialista Marian Fernández Bermejo como quería la izquierda. En el tercer editoorial de El País contra Cardenal, el del 31.05.1997 con el título de ‘Esta vez porque sí’ ya le acusaban de ser ‘un fiasco de la ministra de Justicia».
La siguiente cadena de ataques contra Jesús Cardenal vino por su negativa a respaldar la posición del entonces juez instructor de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, de que España era competente para juzgar los crímenes de las dictaduras del cono sur de América Latina y encargó un informe contrario a la posición de Garzón a Fungairiño. «Lo malo no es el debate en sí, sino la rebaja de su calidad», escribía Ernesto Ekaizer – hoy alineado con el independentismo catalán – el 13.12.1997.
Cinco días más tarde, el 18 Eduardo Haro Tecglen, también en El País hablaba directamente de fascismo para referirse a Cardenal y Fungairiño. Ese mismo día Maruja Torres acusaba a Cardenal de «justificar a los militares» golpistas (en realidad lo que Cardenal hacía era cuestionar la competencia de España para juzgar lo sucedido en otors países). El 21 de enero de 1998 El País publicaba un nuevo editorial cotnra Jesús Cardenal y Fungairiño pidiendo su destitución. Tres días después, el 24, otro editorial contra ambos fiscales.
El día 25 Santos Juliá se unía al linchamiento con una tribuna cuyo título era clarividente «¿Fascistas en la fiscalía?». El 28, otro editorial contra Cardenal y otro más el 6 de febrero cuyo título era otro ataque directo «Patetismo fiscal».
Javier Pérez Royo – hoy también alineado con el independentismo catalá – publicaba una tribuna cargada de insultos contra Cardenal. «Su actuación personal sólo puede ser calificada de mezquina (…) Resulta difícil creer que una persona capaz de un comportamiento tan miserable pudiera ser elegida para fiscal general del Estado» (El País, 3-07-1998). Javier Pradera se unía el tema acusando a Jesús Cardenal se ser una persona «Opuesta a los valores del sistema democrático» (El País, 21-10-1998).El 3 de noviembre, Ekaizer volvía a la carga con su tribuna «La estrategia de Cardenal». Y la dirección de El País seguía publicando editoriales por sistema contra el fiscal general como «Camisa de once varas» (7-05-1999).
Durante todo este periodo también la Cadena SER, en especial en las tertulias de ‘Hoy por Hoy’ de Iñaki Gabilondo y de ‘Hora 25’ de Carlos Llamas ponía a caer de un burro a Jesús Cardenal. Que además en su mandato tuvo que intervenir en el caso Sogecable. Cuando Baltasar Garzón acusó a Javier Gómez de Liaño de ‘conspirar’ contra PRISA, Cardenal tomó la original decisión de procesar a ambos en una decisión salomónica.
Aquel proceso acabaría archivado sin consecuencias, sería la recusación planteada por PRISA contra Liaño lo que acabaría con él. No consta que Jesús Cardenal hiciera demasiado desde el terreno legal para defender a Liaño más allá de entrevistas defendiendo su inocencia a la revista Época, en unas declaraciones que Javier Pradera calificó de ‘provocación’ y de intento de Cardenal de ‘presionar al Supremo’ (El País, 22-09-1999).
Durante la campaña electoral de 2000 una de las promesas de la izquierda sería destituir a Cardenal si ganaba el PSOE las elecciones (Paquita Sauquillo lo expresó claramente), pero el PP sacó mayoría absoluta garantizando la continuidad de Cardenal cuatro años mas.
En ese periodo Jesús Cardenal si echó un capote a Baltasar Garzón y a Jaime Mayor Oreja en la lucha contra el terrorismo. La fiscalía respaldó la petición de ilegalizar a Batasuna en una de la smedidas que más daño hizo a las entrañas de ETA. Cuando la Sección Cuarta de la Audiencia Nacional bloqueó (Cezón, Ollero y López Ortea) se dedicaban a bloquear las redadas de Garzón, la Fiscalía de Jesús Cardenal colaboró en la destrucción de la sala acusando a los tres magistrados de la misma de prevaricación después de que estos liberaran a Carlos Ruiz Santamaría.
Eso no impidió en que Cardenal siguiera siendo blanco de comentarios, artículos y editoriales «Cardenal juega de ‘libero’, titulaba su editorial de Polanco el 9 de agosto de 2001 acusando a la fiscalía de estar al servicio del PP. «¿Por qué puede le fiscal general, Cardenal, hacer las cosas que hace?» preguntaba retóricamente Haro Tecglen donde acababa volviéndole a llamar ‘fascistoide’ (El País, 13-08-2001). «Cardenal remata su faena» (6-09-2001).
La mayor furia de la izquierda mediática llegó cuando Jesús Cardenal abrió una investigación contra la plataforma Nunca Máis que luchaba contra el PP por su mala gestión de la crisis del Prestige a raíz de una denuncia redactada por los entonces desconocidos miembros del sindicato ‘Manos Limpias’.
«Un fiscal de Hitchcock» bautizaba Javier Pradera a Cardenal en su artículo del 13 de julio de 2003. Hasta ‘Las Noticias del Guiñol’ de Canal Plus hicieron parodias entonces sobre el servilismo de Cardenal al Gobierno Aznar por investigar a Nunca Máis.
La última medida relevante de Jesús Cardenal fue, tras el 11-M, abrir una investigación contra los manifestantes que sitiaron las sedes del PP durante la jornada del 14 de marzo. Su propuesta no salió adelante, aunque sirvió para que Joan Subirats en una última tribuna titulada ‘El error Cardenal’, de nuevo en El País (25-3-2004) volviera a arremeter contra este acusándole de ‘patético’, ‘mezquino’ y ‘risible’.
Poco después el nuevo Gobierno de Zapatero lo destituiba y reemplazaba por Cándido Conde Pumpido. Durante su mandato Jesús Cardenal puede presumir de ser el Fiscal General del Estado más atacado desde los medios progresistas. El balance de editoriales en su contra por parte de los de PRISA puede compararse con los de otras figuras de la era ‘aznarista’ como Álvarez Cascos o Alfredo Urdaci. Aunque, a efectos reales, en su CV no se le podrá obviar ser un fiscal clave en el acoso al entorno de ETA que tanto debilitó al terrorismo.