La renovación del consejo de administración de RTVE es la cuestión que ocupa y preocupa este 5 de julio de 2018 a editoriales y tribunas de la prensa de papel. Evidentemente, el recital de palos al chalaneo de poltronas en el ente público es más que evidente.
El editorial de ABC da por hecho que la tan cacareada pluralidad en RTVE será una broma de dudoso gusto:
Sánchez se garantiza además los apoyos para entregar a Podemos la mayoría del Consejo de Administración de RTVE e iniciar una nueva etapa en el ente público dominada por Pablo Iglesias. En otras palabras, la garantía de pluralidad será una triste broma. Podemos convertirá a RTVE en su cortijo.
Álvaro Martínez tampoco duda a la hora de darle un estacazo a la falsa neutralidad que a partir de ahora se instala en RTVE:
El llamado «Gobierno bonito» dibujó ayer en el Congreso la «España diversa» que dice perseguir Sánchez. Fue a cuenta de la toma de control de la televisión pública por el nuevo rodillo parlamentario que el Ejecutivo de los 84 escaños ha formado con populistas, nacionalistas aprovechateguis, separatistas pro-golpe en Cataluña y proetarras. Plural no parece muy plural, pues no cuenta con la fuerza más votada en España en las tres últimas elecciones ni con la que hace poco despuntaba en las encuestas. ¿Neutralidad? Sí sí, Pirulí que te vi. A lo mejor al final de la legislatura hasta TV3 nos parece la BBC.
Gabriel Albiac asegura que lo que a Sánchez le pone es poder controlar la televisión y no le importa cuál sea el precio a pagar:
El juego de Sánchez con los independentistas catalanes es una lección de modernidad política aplastante: la nación no es nada, el televisor es todo. Nada hay de irracional en eso. Tal vez sí, de canalla. Pero, ¿quién ha dicho que lo canalla y lo eficaz se excluyan en la lucha por el poder? La nación puede fragmentarse, e incluso destruirse, sin que aquel que ostenta el mando se vea perjudicado en lo único que le importa: su dominio. En el límite, Sánchez sabe que no es contradictoria la hipótesis de habitar una Moncloa en cordiales relaciones con el presidente de la recién nacida República Catalana. Nada hay de contradictorio. Siempre que el poder de los televisores trueque un oxímoron en un pleonasmo. Sencillísimo. Eso está en juego: qué sistema de alianzas se requiere para que el control de TVE sea monopolio de Sánchez, y el de TV3 (pronto TVC) monopolio de Torra. Lo demás, todo lo demás, es retórica.
Isabel San Sebastián denuncia que el presidente del Gobierno ya no disimula a la hora de alcanzar sus objetivos valiéndose, sin ir más lejos, de los rupturistas:
Sánchez no se molesta ni en salvar las formas. Está dispuesto a recibir al independentista Quim Torra con una agenda abierta a escuchar cualquier propuesta, incluida la de cometer un delito de sedición con la celebración de un referéndum inconstitucional. Según Meritxell Batet, permitirá que a través de su persona se pisotee nuestra honra, con tal de obtener el nihil obstat de los diputados independentistas a su candidato a dirigir RTVE. Eso sí; todo en nombre del «diálogo» y el «progresismo». ¡Si no fuese para llorar, sería de carcajada!
La Razón, en un suelto editorial, critica que Sánchez dinamite la pluralidad en RTVE:
El presidente del Gobierno se aseguró ayer el control absoluto de RTVE y su incomparable poder como altavoz propagandista. La izquierda y los separatistas impusieron con su mayoría en el Congreso el decretazo televisivo que apartó a PP y Cs. Pedro Sánchez logró el apoyo clave de ERC después de que se sometiera a la exigencia de los independentistas de que se «hablará de todo», incluido el referéndum, en la cita con Torra en La Moncloa. Un proceso de nula calidad democrática. Tiempos negros para la TV pública.
El Mundo carga contra la repolitización de RTVE para contentar a separatistas y a polemistas:
Lo que agrava esta grosera pugna por la politización del ente público es la dependencia de los independentistas catalanes, cuyo respaldo condiciona la línea informativa y la imagen que proyectará España en el exterior a través del canal internacional. Tras un bochornoso espectáculo parlamentario, y a cambio de que Sánchez ampare un diálogo «sin cortapisas» con Torra, ERC permitió al Gobierno sumar mayoría absoluta para el nombramiento de un presidente más técnico y de un Consejo de claro sesgo ideológico. Para el ciudadano resulta descorazonador que PP o PSOE, al llegar al poder, sigan usando RTVE como tele y radio de partido; pero que encima tengan en ella voz y voto los atizadores de la hispanofobia y de la ruptura constitucional causa vergüenza. Sánchez incumple así su compromiso con la regeneración y repolitiza RTVE con la premiada complicidad de Podemos y los separatistas.
Javier Redondo asegura que Sánchez ha regalado RTVE a los golpistas envuelta con un lazo amarillo:
Envolver la televisión pública con lazos amarillos traerá consecuencias imprevistas cuyas dimensiones exceden la corpulencia y audacia de Sánchez. Hoy el presidente no lo ve porque no puede, pues su machete le da a duras penas para abrirse camino hasta 2020. Iglesias, que dice ahora que el Parlamento sí es útil, le sostiene el kit de supervivencia. Todo el proceso de selección de los consejeros de la gente y presidente de la corporación popular de RTVE era ya, antes de mezclarse indecorosamente con el otro procés, el secesionista, un episodio suficientemente obsceno y chusco. Eso sin contar con que Podemos ha introducido en el Consejo el griterío y chocarrería televisiva con un par de sus propuestas. Iglesias, siempre con su sofisma preparado, expresó circunspecto y rotundo que la «televisión pública debe dejar de ser un aparato de propaganda en manos del partido que gobierne».