Críticas a todo trapo a Pedro Sánchez por su buenismo en materia de inmigración. El esperpéntico espectáculo del Aquarius trae estas consecuencias de un asalto a la valla de Ceuta y una veintena de guardias civiles heridos, tal y como denuncian tribunas y editoriales de la prensa de papel de este 27 de julio de 2018.
El editorial de ABC torpedea el buenismo de Sánchez con la inmigración irregular:
Entrar en España ilegalmente se festeja a plena luz del día. Con este episodio, el Gobierno ve roto el espejismo del Aquarius y cómo la Unión Europea perdona a Italia lo que carga sobre España. Nadie debe llamarse a engaño: la retórica progresista de fronteras abiertas tiene este coste. El problema es que un país que no protege sus fronteras y premia la inmigración ilegal está sembrando un futuro de riesgos para la convivencia social y política. Y la Europa de los populismos xenófobos lo acredita.
Luis Ventoso critica la política adolescente de Pedro Sánchez con un problema tan grave como el de la inmigración ilegal:
Ante el problema de los inmigrantes, le chiflaba desmarcarse del marianismo con grandes gestos: sanidad universal para todos los que lleguen y recepción a bombo y plantillo de los barcos que rechaza Italia, acciones que eran un logo publicitario para las mafias crueles que trafican con seres humanos en el norte de África. Ayer la situación se desmandó en Ceuta, con un asalto violento. En la costa andaluza ya no saben cómo afrontar el aluvión de náufragos, que desborda las asistencias. Pero en la política adolescente, la realidad y la previsión no existen. Mientras sufrimos una gravísima crisis migratoria, nuestro presidente provisional y narcisista disfrutaba ayer de un día feliz: fotito en La Moncloa con Macron.
Hermann Tertsch refleja en su tribuna las consecuencias que tiene para un inmigrante ilegal apalizar a un guardia civil: ninguna.
Los autores de la agresión sufrida ayer por las fuerzas policiales españolas quedarán en absoluta impunidad. Han entrado con violencia y atropellado y aplastado a la Policía. Los agresores tienen garantizado el premio de su estancia ilimitada en España y Europa. Han cometido graves delitos al entrar que nadie les reprochará. La impunidad se entiende enseguida. Es el mensaje a los que vienen detrás: «Usad la máxima violencia, porque si tocáis suelo español nada de lo hecho importa». Así se entra en España con violencia y con la idea -muy cierta, por desgracia- de que se llega a un país que no castiga por violar sus leyes, ni por destruir sus instalaciones ni por agredir a sus agentes.
La Razón cuantifica la decisión de Sánchez de ofrecer cara al mundo a España como lugar de acogida de todos los inmigrantes irregulares que las mafias ponen en un simple cascarón en el mar:
Desde que el Gobierno de Pedro Sánchez decidió abrir el puerto de Valencia a los rescatados del buque Aquarius, en alarde de propaganda humanitarista, televisado en directo y en el que participaron ministros y autoridades autonómicas, las mafias que trafican con la inmigración irregular han cambiado la ruta del Mediterráneo central por la del Estrecho de Gibraltar. El resultado es el colapso de las instalaciones de acogida en toda el área de la bahía de Algeciras, hasta Tarifa, desbordadas por las oleadas de pateras que parten del norte de África.
Un suelto editorial de El Mundo critica que el Ministerio del Interior persista en su política de retirar concertinas en las fronteras de Ceuta y Melilla:
Crece la indignación entre los cuerpos de Seguridad por la falta de medios y efectivos, mientras el ministro Marlaska se abona al discurso buenista de la necesidad de suprimir las concertinas en un momento en el que los pasos de Ceuta y Melilla son coladeros y las autoridades marroquíes no colaboran lo suficiente. Con el Aquarius se trasladó el peligroso mensaje de que aquí sepuede venir ilegalmente. Ante una política migratoria tan errática, es lógico que Rabat no quiera ejercer en solitario de poli malo fronterizo.