Dos hechos conforman este 2 de agosto de 2018 el pilar informativo en las tribunas y editoriales de la prensa de papel. Por un lado, lo más árido y áspero, el separatismo catalán y los guiños de un Gobierno de Pedro Sánchez que ya son considerados insuficientes. Los independentistas le recuerdan al inquilino de La Moncloa que no está ahí por su cara bonita y que o les deja una Cataluña para ellos solitos o le tendrán que desalojar del Gobierno.
Por otra parte, más divertido. aunque revele una ignorancia supina, las ocurrencias de Carmen Calvo durante la presentación de Luis García Montero como máximo responsable del Instituto Cervantes.
El editorial de ABC afirma que los guiños de Pedro Sánchez a los separatistas no es más que una factura más a pagar a cambio de la moción de censura que le permitió ser presidente:
La gestión de la crisis separatista por el PSOE no responde a una necesidad de diálogo, que no la hay, con el separatismo, ni a una reacción inteligente ante cambios, que no existen salvo a peor, entre los nacionalistas. Es el punto final que pone el PSOE a la lucha del Estado contra el independentismo para volver a la senda de la relativización del pacto constitucional de 1978 y de la coalición entre la izquierda y el nacionalismo para eliminar políticamente al PP. Basta de ingenuidades con la agenda catalana de Pedro Sánchez: es el precio de su investidura.
La Razón recuerda a Gobierno y separatistas que no hay nada que negociar en Cataluña fuera de los límites de la ley:
No hay posibilidades de negociar sobre la autodeterminación o indultos, y no hay nada como rebajar la expectativas cuando se ponen condiciones inalcanzables. Por no hacer el ridículo y no incidir aún más en la frustración a la que está condenado el independentismo. De rebajar la expectativas ya se han encargado los propios dirigentes independentistas. Pueden alardear, como así han hecho, de tener al Gobierno a sus pies, aunque lo único que tienen a su alcance es hacerlo caer, pero puede que todavía no haya llegado el momento electoralmente más favorable para el «presidente legítimo» de la Generalitat.
El editorial de El Mundo le recuerda a Sánchez cuáles son las únicas intenciones de los separatistas:
La estrategia del Gobierno, que se negó a hablar de los detenidos y de la organización de un nuevo referéndum, consintió en ofrecer un desarrollo lo más amplio posible del Estatut, incluida la disposición adicional 3ª, sobre inversiones adicionales en infraestructuras, y en invitar a los nacionalistas a participar en Consejo de Política Fiscal y Financiera para debatir un nuevo modelo de financiación autonómica. Pero todo ello fue interpretado por Maragall como un intento de que renunciasen a sus postulados independentistas. «Aguantaremos, insistiremos», concluyó. Todo un aviso para Pedro Sánchez.
Luis Ventoso, en ABC, le mete un buen varapalo a Carmen Calvo por su último despropósito cultural:
Huelga decirlo, a la eventual vicepresidenta Carmen Calvo no la adornan la fina inteligencia, el talento y la cultura profunda de Bob Dylan, así que ella no ha hecho el viaje que protagonizó Zimmerman entre 1960 y 1965. Carmen, mascarón de proa de este insufrible mitin perenne llamado el sanchecismo, cree que todas las facetas de la vida deben pasar por el tamiz de la ideología, en este caso la progresistaigualitaria, la única correcta y admisible. Ayer, frisando la estupidez, la vicepresidenta habló sobre la obra capital en español, el Quijote, y todo lo que se le ocurrió fue demandarnos que hablemos menos de su protagonista y más de Sancho, Dulcinea y Aldonza, porque representan «la cultura de la igualdad». De nuevo el progresismo intrusivo de esta Gobierno no votado, que pretende hurgar y tutelar hasta lo más íntimo de nuestras vidas: nuestras relaciones personales, cómo hablamos y amamos, cómo debemos interpretar los libros que leemos.
Hermann Tertsch también se fija en el despropósito ministerial de Calvo:
Para reírnos siempre tendremos a Carmen Calvo. Su patosa pretenciosidad es fuente inagotable de chistes y gracietas que distraen a los españoles de sus muchas cuitas. Nadie se equivoca tanto cuando habla sin decir nada. Ayer Calvo oficiaba la toma de posesión de Luis García Montero como director del Instituto Cervantes. Calvo se puso a dar consejos y le dijo a este Beria del ripio que lo único que importa es la igualdad. «Llevas el mejor nombre: Cervantes. Hay que proteger a don Alonso, pero también a Sancho, a Aldonza y a Dulcinea, porque no hay mejor cultura que la igualdad». La igualdad es la cultura. ¿Quién da más? El dinero público no es de nadie. La cultura es el GPS para moverse en sociedad. Esa también es de ayer.