La ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Magdalena Valerio, ha calificado como un «gol por la escuadra» la constitución oficial de un sindicato de prostitutas en Barcelona gracias al visto bueno de su departamento.
«Es uno de los peores disgustos de mi vida política», ha afirmado este jueves Valerio en el Congreso antes de asegurar que ha pedido a la Abogacía del Estado que estudie cómo impugnar los estatutos de la organización por una cuestión de fondo.
Magdalena Valerio vivió una de las peores tardes de su larga carrera política el miércoles cuando se enteró de que su ministerio, sin que ella lo supiera, había autorizado la constitución de un sindicato de prostitutas, algo que ella rechaza rotundamente.
«Se pasó toda la tarde buscando responsables y hasta agarró una copia del papel donde se publica la autorización en el BOE y la hizo trizas, solo para liberar la rabia, y dio órdenes expresas a sus colaboradores de que movieran todo para revertir inmediatamente esa decisión que considera una afrenta», cuenta El País.
La prostitución no es el oficio más antiguo del mundo, si no la esclavitud más antigua y grande de la historia. #LasInvisibles #PSOEAbolicionista
— Carmen Calvo (@carmencalvo_) March 11, 2018
«Se agradece la sinceridad para la rectificación del día. No damos abasto. Mete y saca», dice sorna el genial Pedro Narváez en La Razón. Aceptó que se inscribiera un sindicato de «trabajadoras del sexo» y ahora no sabe bien cómo anularlo.
En estos asuntos de las entrepiernas, los socialistas siempre se manifiestan incómodos por no saber cómo unir esa progresía, que puede derivar en ir en pelotas al Congreso, con el puritanismo tan propio de la izquierda bonita que ahora censura desnudos femeninos como si los hombres no hubieran alcanzado la igualdad en eso de presumir de tableta y de paquete.
«La izquierda habla de sexo y la derecha lo practica», la frase es de un gran periodista al que cedo la oportunidad de escribir sobre ello y no me cobre derechos de autor.
Con lo que le gusta al PSOE un sindicato de lo que sea y se lo niegan a las prostitutas porque eso supone admitir que existen. Están por las calles, seguramente en las esquinas de sus propias casas, pero hay personas a las que se prefiere invisibles, molestas realidades, a no ser que se paguen con dinero de la Junta de Andalucía donde los prostíbulos acabaron pagándolos los contribuyentes. Umbral decía que las putas eran de derechas. Habría que preguntar en el CIS si los clientes también.

