Fernando Grande-Marlaska ha vuelto a protagonizar otro momento vergonzoso para el Gobierno de Pedro Sánchez. El ministro del Interior se ha dejado fotografiar, además con todo el regocijo del mundo, con el separatista Quim Torra, al que le tenía que haber cogido por la solapa (esa donde lleva el churro amarillo) por su política que va en contra de los intereses de España.
Las tribunas y editoriales de la prensa de papel de este 7 de septiembre de 2018 le meten una buena bronca al titular de la cartera de Interior:
Luis Ventoso, en ABC, apalea a Marlaska por hacerse la foto con el energúmeno separata de Quim Torra:
El miércoles, el mismo Torra se fue a ver al prófugo Puigdemont y repitió todas sus amenazas, dando incluso a entender que estaría dispuesto a abrir las cárceles catalanas. ¿Y cómo responde el Gobierno de Sánchez a semejante envite? Pues ayer el ministro del Interior de España se reúne de lo más feliz con Torra en una junta bilateral de Seguridad. Torra porta en su solapa el lazo amarillo de apología del golpismo antiespañol, pero Marlaska -juez, para más señas- posa sonriente a la vera de un energúmeno que acaba de proclamar que las sentencias judiciales, base de la civilización, no rigen con él. Acto seguido, Marlaska acuerda con el separatista xenófobo del lazo amarillo que los espacios públicos catalanes serán neutrales, cuando su deber sería proscribir la propaganda golpista en las calles.
Ignacio Camacho recuerda que la aplicación del 155 en 2017 no fue hecha de forma correcta y teme que Sánchez pueda ir por el mismo camino que siguió hace un año Mariano Rajoy:
Aquel 155, aplicado a destiempo y con mano blanda, fue una oportunidad perdida o, peor aún, frustrada. La intervención se limitó a una apocada gestión burocrática. Dejó las estructuras del independentismo intactas y ni siquiera fue capaz de dar efecto a las sentencias pendientes de cumplimiento en la enseñanza. El gabinete de Torra sólo tuvo que tomar posesión de una casa en la que nadie había movido un solo mueble ni tocado una persiana; en pocos días había repuesto a muchos de los cargos destituidos y reabierto hasta las embajadas. Y ahora incluso se permite amagar con recuperar las leyes de la infamia. Solamente la justicia, y no sin esfuerzo, ha conseguido evitar por el momento que quede impune la asonada. Hace un año, Rajoy pecó de falta de cuajo. Hoy, error sobre error, a Sánchez sólo le interesa que una distensión ficticia le permita ir tirando.
José María Carrascal cree que Pedro Sánchez hará lo que sea por permanecer en el poder y se plegará a los separatistas o a quien haga falta:
Lo que se preguntan muchos españoles es ¿por qué insiste Sánchez en el diálogo con gentes que le exigen la rendición? Yo, en cambio, me hago la pregunta opuesta: ¿Por qué insisten los secesionistas catalanes en sus demandas si saben que ningún gobierno español se las puede conceder? Pues por más ofuscados que estén por el nacionalismo, la única razón que le encuentro es que están convencidos de que Pedro Sánchez se las arreglará para darles lo que le piden, del mismo modo que recuperó el liderato de su partido tras defenestrarle y llegó a la presidencia con sólo 84 diputados.
El Mundo considera que el Gobierno de Sánchez ha vuelto a ceder ante los separatistas con el tema del lazo amarillo:
El Gobierno ha vuelto a ceder ante los independentistas. Al término de la reunión de la Junta de Seguridad de Cataluña, a la que tanto Torra como su conseller de Interior, Miquel Buch, acudieron con un lazo amarillo en la solapa, el ministro del Interior solo pudo presentar un vago compromiso con la Generalitat para garantizar la neutralidad en el espacio público. Es más, Fernando Grande-Marlaska dijo confiar en los Mossos d’Esquadra para mantener la seguridad en las calles, ignorando que desde hace semanas la policía autonómica está identificando a los ciudadanos que retiran la simbología separatista colocada impunemente en calles, plazas y edificios públicos. El propio Buch ha llegado a afirmar de forma cínica que en Cataluña no existía ningún problema de convivencia hasta que Ciudadanos llamó a retirar los lazos amarillos, que constituyen un insulto a la democracia española y un desafío al Supremo.
La Razón, en un puntazo editorial, critica el gol que se ha dejado marcar por toda la escuadra el ministro del Interior:
Con la ministra Magdalena Valerio y el gol por la escuadra que le colaron con el sindicato de trabajadoras del sexo empezó todo. Ayer, al ministro Grande-Marlaska le marcaron otro con el presunto acuerdo con el consejero Miquel Buch para que el espacio público en Cataluña sea «neutral para todos», es decir, sin esos insidiosos lazos amarillos que retratan a España como un estado opresor. Pero no se contempla medida alguna. Todo es cuestión de confianza que en el caso del separatismo equivale a cero.