Pedro Sánchez la está liando a base de bien. Tratando de tapar el escándalo de su tesis plagiada anunciando nuevas medidas, ahora se le abre otro frente al descubrirse el nuevo tongo, ciscarse en el Senado para poder sacar adelante la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Editoriales y tribunas de opinión de este 20 de septiembre de 2018 le zurran la badana al presidente del Gobierno.
Lo más curioso es ver como El País, aunque no como noticia principal, ‘descubra’ ahora que Sánchez plagió para su libro la ponencia de una conferencia. Si lo hizo para un libro, ¿qué no haría para obtener un titulo habilitante para poder ejercer la docencia? Bienvenida al mundo real, Soledad Gallego-Díaz. La pregunta obvia es, ¿qué opinará de esto Juan Cruz, el que arremetió contra medios como ABC acusándoles de no tener pruebas?
El diario de PRISA detalla que:
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el economista Carlos Ocaña reproducen en su libro de 2013, sin entrecomillar ni citar la fuente, párrafos de cinco de las siete páginas de una conferencia que el diplomático Manuel Cacho pronunció en un simposio de la Universidad Camilo José Cela el 25 de febrero de 2013. En total, son 454 palabras copiadas. Cacho, actual embajador en Australia, ha confirmado a este periódico que nadie le consultó para usar este material: «Es la primera noticia que tengo». La Moncloa asegura a EL PAÍS que se trata de «un error involuntario» y «los dos coautores lamentan este hecho».
Y añade que:
Además de esa conferencia, el libro de Sánchez y Ocaña también echa mano de otros textos ajenos, sin atribuir la fuente ni incluirla en la bibliografía final. Los más destacados, por su extensión, son cinco: un discurso en el pleno del Congreso del entonces ministro Miguel Sebastián; una respuesta parlamentaria; un informe del Ministerio de Economía; un teletipo de agencia de un acto oficial, y un comunicado de prensa del Consejo de Ministros.
El editorial de ABC critica con dureza la trampa que pretende hacer Pedro Sánchez para ningunear al Senado y así poder sacar adelante la Ley de Estabilidad Presupuestaria:
El Senado tiene la capacidad legislativa de vetar la ley de Estabilidad Presupuestaria, y con este truco indigno de la práctica parlamentaria, el PSOE se la salta a la torera con el aplauso de Podemos. Por muy legal que sea, es una perversión de las reglas del juego democrático, un desprecio a las mayorías legítimamente designadas por los ciudadanos, y el desapoderamiento de una Cámara basado en un estricto afán de supervivencia personal. La pérdida de calidad democrática es indudable porque se trata de una práctica propia de regímenes autoritarios que creen tener sus Cámaras como una coartada para simular un respeto a las libertades públicas que no existe.
Ignacio Camacho describe con precisión de cirujano la última añagaza de Pedro Sánchez para pasarse el Senado por el forro de sus caprichos:
La fullería en el juego no es astucia sino tongo, trampa. Y la fullería en el juego parlamentario son trampas democráticas. Las que ha hecho el Gobierno para sortear el veto del Senado se parecen demasiado a la marrullería bolivariana, quizá porque de ciertos socios todo se contagia. Es chapuza chavista, pura pulsión autoritaria, contrabando político, fraude de ley contra la legitimidad de una Cámara. Y también una muestra palmaria, diáfana, de lo que sus autores están dispuestos a hacer para conservar un poder que asaltaron por la puerta falsa.
La Razón critica la trampa que pretende Sánchez al querer puentear al Senado:
La argucia de leguleyos que defienden, notablemente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la formación morada, Pablo Iglesias, para eliminar de hecho esa mayoría, traiga a nuestra democracia los malos aromas del régimen chavista venezolano, que no dudó en neutralizar a la Asamblea Nacional, dominada por los partidos opositores merced a una impecable victoria electoral, fabricándose una Cámara ad hoc. En ningún caso dibujamos con trazo grueso al denunciar el sesgo antidemocrático que subyace en toda esta operación, simplemente, describimos un hecho: que en lugar de buscar el acuerdo con quien representa a la mayoría de los ciudadanos en el Senado, se pretende desconocerlo mediante un fraude legislativo impropio.
El Mundo acusa al presidente Sánchez de autoritarismo y de falta de escrúpulos:
Lo que sucedió la noche del martes no fue una muestra más de filibusterismo parlamentario. Tampoco un atajo creativo y venial que contara con precedentes comparables cuando gobernaba el PP, como pretende hacernos creer el relato suministrado por Moncloa. Lo que sucedió fue el triste espectáculo de un Gobierno que huye ciegamente de su propia debilidad, arrollando los contrapesos democráticos a su paso. Lo que sucede es que desde hace 100 días gobierna España un candidato que perdió las elecciones y ganó una moción de censura, y que está determinado a compensar su falta de escaños con su falta de escrúpulos, al precio de la degradación institucional.
Álvaro Martínez se fija en una imagen, la de los jubilados rodeando el 19 de septiembre de 2018 el Congreso de los Diputados reclamando la subida de las pensiones:
El problema de sacar a la gente a la calle a protestar cuando se está en la oposición, es que luego hay que meterla en su casa cuando se está en el Gobierno. Y esa es la difícil tarea que se le plantea al autodenominado «Gobierno bonito» y a sus simpatiquísimos socios parlamentarios, que prometieron a los jubilados una subida de las pensiones que es difícil que se cumpla simplemente porque no se puede perpetuar un sistema si no hay dinero que lo sostenga.
Luis Ventoso no se corta un pelo y llama mentiroso a Pedro Sánchez a cuenta de la doble manipulación, la de su tesis y la de la prueba de anti plagio:
La compañía germana ha emitido un comunicado acusando al Gobierno de manipular el test y asegura que a ellos les da un 21% de plagio, no el 0,9% de Celaá. Una acusación tan grave como la de la empresa alemana solo tiene dos salidas: refutarla, algo que el Gobierno no ha hecho, o la dimisión inmediata de un presidente que habría llegado al inaudito extremo de trucar una prueba informática para salvar su pellejo político. Corolario: la mentira duerme en La Moncloa.
Isabel San Sebastián hace un retrato descarnado de Sánchez, un político aferrado como un clavo ardiendo al poder:
Entre atajos, triquiñuelas, embustes e informaciones amañadas en un intento desesperado de tapar sus muchas vergüenzas, el inquilino de La Moncloa se olvida de lo esencial y nos hunde en un pozo oscuro cuyo fondo es la destrucción de España. Porque mientras él se agarra a clavos ardientes con tal de sobrevivir, sus socios siguen limando los pilares del Estado de Derecho en su avance hacia la independencia.