Guerra abierta entre Arcadi Espada y medio centenar de empleados de El Mundo que, sin poner firma en la carta, han enviado una misiva al director de la publicación, Francisco Rosell para que llame al orden al columnista y, de paso, le recuerdan que hay otros como Fernando Sánchez-Dragó que, a su criterio, tampoco respeta la línea editorial del diario o el caso de Salvador Sostres, hoy en el ABC.
Todo arranca por el artículo que el 20 de septiembre de 2018 escribe Espada en el blog de El Mundo –Arcadi ‘aconseja’ a Aznar haber contestado a Rufián así: «¿La polla, mariconazo, cómo prefieres comérmela, de un golpe o por tiempos?»-. El texto cobra tal revuelo que medio centenar de trabajadores del diario piden al director que tome medidas contra Espada:
Un grupo de trabajadores del periódico pide al director que tome medidas. No encuentro, por el momento, los nombres de los firmantes. Pero los pondré aquí en cuanto aparezcan.
A continuación, adjunta la misiva de los empleados de El Mundo:
Los trabajadores y trabajadoras de EL MUNDO y EL MUNDO.es que firmamos este escrito lo hacemos para transmitirte nuestro rotundo rechazo hacia algunas frases que el colaborador Arcadi Espada incluye en la columna titulada Aznar, sin complejos, publicada el 19 de septiembre de 2018 en nuestro periódico.
Las palabras soeces, groseras y homófobas que dedica al diputado de ERC Gabriel Rufián no debieran haber sido publicadas nunca en un medio de comunicación. Nosotros no juzgamos las opiniones que tenga Arcadi Espada, porque es muy libre de pensar como quiera y ejercer su derecho constitucional a difundir sus ideas -en este caso, a través de EL MUNDO.es-, pero sí expresamos nuestro rechazo a que nuestro periódico haya sido utilizado por este columnista para difundir frases homófobas.
Además, durante las últimas semanas hemos observado desde la redacción, no sin cierto asombro, el tono de varios artículos publicados por EL MUNDO y otras cabeceras del grupo que consideramos del todo impropios de nuestro periódico. Hemos leído como una revista del grupo (Actualidad Económica) se postulaba en su portada, literalmente, «en favor de las putas y en contra de la mojigatería en general» mientras hablaba, también en portada, de un «Gobierno que da asco» en referencia al nuevo Ejecutivo socialista. Días después, un columnista de EL MUNDO (Fernando Sánchez Dragó) hacía una encendida defensa desde nuestras páginas del golpe de Estado de 1936, que consideraba «necesario» para compararlo, además, con la llegada al poder de Pedro Sánchez.
Nuestro libro de estilo dice literalmente que el periódico «está dispuesto a publicar cualquier artículo cuya tesis sea relevante para los lectores y esté expuesta de forma atractiva, dentro de unos mínimos de buen gusto y de respeto a las opiniones y sensibilidades ajenas que EL MUNDO mantendrá siempre» y añade que «excluirá de las columnas firmadas los insultos y las críticas extremas -como, por ejemplo, la comparación del responsable de los servicios informativos de TVE con el dirigente nazi Josef Goebbels- que podrían dañar la propia credibilidad del periódico. Entre los insultos proscritos están las descalificaciones ad hominem, incluidas las referencias a las creencias religiosas, las preferencias sexuales o la apariencia física del personaje criticado».
Consideramos que estos artículos a los que hacemos mención, que son sólo los más exagerados de un tono demasiado habitual últimamente en nuestras páginas, vulneran claramente nuestras normas generales de estilo y producen un evidente perjuicio a la marca del periódico. Igualmente dificultan el trabajo de los redactores a la hora de tratar con ciertas fuentes, que observan con la misma perplejidad que nosotros la deriva intelectual de la cabecera.
Director, los firmantes de este escrito respetamos profundamente la libertad de expresión de quienes publican artículos de opinión en el diario, sean cuales sean sus ideas, siempre que respeten la Constitución y las leyes. Pero hay líneas rojas que no se pueden traspasar y Arcadi Espada las ha traspasado con sus palabras homófobas y groseras, impropias de ver la luz en cualquier periódico mínimamente serio.
Sentimos vergüenza ajena por esas palabras y lamentamos que hayan sido difundidas en nuestra cabecera. No es la primera vez que un colaborador del periódico (Salvador Sostres) ha publicado columnas intolerables en democracia. Por eso, te pedimos que refuerces los controles previos para evitar que frases como esas aparezcan en nuestro diario, que pienses si EL MUNDO y EL MUNDO.es deben dar cabida a estos despreciables comentarios y que adoptes las medidas necesarias ante la gravedad de lo ocurrido.
Y en su tribuna de El Mundo de este 23 de septiembre de 2018 vuelve a meterle un sonoro palo a esos trabajadores:
Unos y otros me acusan de homófobo y de un posible delito de odio por haber escrito: «Aznar se equivocó con Rufián. A Rufián hay que contestarle en sede parlamentaria diciéndole: «La polla, mariconazo, cómo prefieres comérmela: ¿de un golpe o por tiempos?», mientras uno va sonriéndose delicadamente en su cara. Pero si se opta por la no significación entonces hay que negarse a responder al gamberrete hasta que aprenda a no comerse los mocos en público».
Asegura estar sorprendido porque el principal ‘perjudicado’ por su tribuna, Gabriel Rufián, no se indignó e incluso hasta tuvo un atisbo de elogiar al propio Espada:
Como es natural, el diputado Rufián no se mostró ofendido por mi nota. Es más, explicitó de qué modo le gustaría que un Aznar le comiera. «De un golpe», escribió en un tuit, informándome de sus preferencias. Al día siguiente apareció donde Ana Rosa. Yo también estaba allí. Despojado de sus ropajes actorales se mostró convencional, como allí acostumbra. Y es que los medios no le permitirían, en su trato directo con ellos, lo que le permite el Parlamento. Aproveché para decirle que sus preferencias no me extrañaban siendo un golpista. Encajó sonriente y dijo: «Ésa ha estado bien». Rufián no, pero hay quien sí se ha ofendido
Y remata con un recado para esos compañeros del rotativo que han enviado la carta de marras:
Respecto de la libertad, los fachitas de mi gran época tenían acuñada una frase inolvidable: «Una cosa es la libertad y otra el libertinaje». Nosotros, básicamente libertinos, nunca pudimos entender tan palúdica distinción. Es un espectáculo memorable verla supurar de nuevo en la carta anónima, a la manera de trols, que al parecer apoyan unos cincuenta trabajadores de este diario donde te echo las cartas, y en la que se afirma que nunca debió permitirse la publicación de mi nota, con sus «palabras soeces, groseras y homófobas». Pero, en fin, no voy a negarles yo la libertad de expresión, por más que en su exigencia de tomar medidas -y sobre todo en su tuteo al director- cualquier chucho entrenado husmee el falangismo. Más me sorprendería que entre esos firmantes anónimos hubiera periodistas. Sería un insoportable contrasentido que clamando todo el día contra las fake news hubiesen redactado una para justificar su reaccionaria pulsión heterófoba.