La bravata de Quim Torra a Pedro Sánchez para que Moncloa le dé el visto bueno al referéndum de independencia es lo que lleva este 3 de octubre de 2018 a columnistas y editorialistas de la prensa de papel a exigirle al Gobierno de España a que no se deje enredar por el enésimo chantaje del golpismo y le dé la única respuesta posible, elecciones anticipadas.
Bieito Rubido, en ABC, denuncia que lo único que le interesa a Pedro Sánchez es la pose fotográfica:
Lo grave es que ese órdago lo padece la sociedad española en su conjunto, víctima de la indignidad que representa gobernar con 84 escaños de un total de 350, y con el apoyo, convertido en soga, de la extrema izquierda y la extrema derecha nacionalista. Soportamos un timo escandaloso. La incompetencia del actual Gobierno y la desfachatez de los independentistas nos abocan a vivir los tiempos de peor calidad democrática de los últimos cuarenta años. Lástima que Sánchez no albergue mayor pensamiento político que el de la propaganda fotográfica.
El editorial de ABC lo tiene claro, toca aplicar ya nuevamente el artículo 155:
Torra chantajeó a Sánchez: o plantea un referéndum para la independencia en un mes o le retirará su apoyo parlamentario. Lo que faltaba. La respuesta del Ejecutivo fue tan melíflua como, de nuevo, decepcionante: no se dio por enterado del chantaje y volvió con el insufrible mensaje de la distensión y el diálogo. Los españoles no merecen un Gobierno que tolera coacciones de quien alienta la violencia y el enfrentamiento civil. Porque el chantaje no se lo hace Torra a Sánchez sino al Estado, ese que debería defender un Gobierno socialista que solo parece centrado en defenderse a sí mismo. No hay otro camino que el del 155.
Luis Ventoso critica la actitud de un Sánchez incapaz de hacer frente a ningún problema y únicamente preocupado por mantenerse en la poltrona:
Desde que recuperó la democracia, España jamás había sufrido a un presidente de la ralea del actual, capaz de aparcar el más básico patriotismo solo por salvar su pellejo (que por lo demás es el de un zombi político, que se aferra maniatado a su poltrona solo por el goce narcisista de ser presidente un día más). En la memoria de la civilización occidental todavía retumban las palabras que pronunció Cicerón en el Senado de Roma para denunciar el intento de Catilina de hacerse con el poder de forma espuria: «¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?». Iba a caer en el juego de poner Sánchez en la cita. Pero prefiero respetar a los clásicos.
Paco Robles le adjudica un genial adjetivo a Sánchez, el Desahogao:
Pedro I el Resistente o el Desahogao. Que cada uno le adjudique el adjetivo que más le cuadre. Desahogao, sin la de intervocálica del participio, le cuadra como uno de esos aviones o helicópteros que utiliza para irse de concierto o de viaje promocional. El desahogo es lo suyo. Nada de cargos de conciencia, ni de pedir perdón por haber llegado sin las credenciales de los votos. Todo lo contrario. Arrogancia suma de quien se cree un líder internacional cuando no pasa del raspado cum laude. Al final lo echarán los mismos que lo pusieron ahí, pero entonces ya se habrá ganado la pensión vitalicia. Que es de lo que se trata.
El País sigue con la matraca del consenso con los separatistas de Torra y compañía:
El Gobierno de Pedro Sánchez respondió al president Torra por boca de la ministra portavoz, Isabel Celaá, rechazando la aplicación del 155 y haciendo una llamada al consenso de las fuerzas no independentistas. Que estas no quisieran atenderla no significa que no sea el camino acertado, el único que ha proporcionado resultados incontestables para el triunfo de la democracia y del Estado de derecho ante cada desafío en el que una opción política ha querido imponer ilegítimamente su voluntad.
La Razón insiste en que a Sánchez no le queda otra salida que convocar elecciones para dar respuesta a la última bravata de los golpistas:
Desde el principio sabía los riesgos de pactar con los separatistas la moción de censura y el corto recorrido de una alianza contra natura. Ahora, emplazado por quien puede forzar su caída, no queda más que una opción válida: la de convocar elecciones generales y devolver la palabra a los ciudadanos. Lo contrario no es más que un ejercicio voluntarista de resistencia al frente de un Gobierno que está abrasado por todos sus flancos, sin una probabilidad real de aprobar unos Presupuestos Generales que respeten los compromisos con Bruselas y a merced de las estrategias propias de los enemigos de la España constitucional. Los intereses generales de los ciudadanos no pueden ser gestionados desde la debilidad.
El Mundo resalta que la estrategia de concordia de Pedro Sánchez saltó por los aires con el anuncio-amenaza de Quim Torra:
La normalización no existe en Cataluña -es decir, fuera de la propaganda gubernamental- como mínimo desde hace cinco años. Y la burda estrategia de apaciguamiento de Sánchez saltó ayer por los aires cuando Torra le lanzó un ultimátum: si no le garantiza un referéndum en un mes, le retira todo apoyo en el Congreso. Torra sabe que ni siquiera Sánchez puede satisfacer semejante demanda, y que negarle al PSOE el apoyo a los Presupuestos aboca al adelanto electoral; pero lo hace por miedo al monstruo que arengó en la mañana del lunes y que por la tarde ordenaba reprimir.
Raúl Del Pozo cuenta de muy buenas fuentes que dentro del PSOE hay nervios con Pedro Sánchez y su actitud con los golpistas liderados por Quim Torra:
Hay muchos nervios en el PSOE. Susana pone a parir a Pedro, los barones están acochinados con tanta permisividad ante los separatistas y Pedro Sánchez está rebotado con Torra por el manotazo con que ha respondido a la mano tendida y a la tela. En Génova tocan a zafarrancho, aunque comprenden que el camino va a ser largo y que hace falta movilizar a los catalanes y es necesario un gran acuerdo de los constitucionalistas. El PSOE no quiere repetir la terapia del PP. No aplicará de momento el 155. De momento, no se puede contar con el PSOE.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital. @juanvelarde72