Se cumple un aniversario de la proclamación, por quinta vez en la Historia, de la fallida proclamación de la república catalana y este 28 de octubre de 2018 las tribunas y editoriales de la prensa de papel recuerdan la onomástica.
Alfonso Ussía, en La Razón, apunta que:
Cinco proclamaciones fallidas de República Catalana, y 71 días y ocho segundos de independencia. Pues sinceramente, a pesar de la lata que están dando, a mí me da la risa. Esta gente es ridícula a más no poder. Y todos cobrando de España, que en el fondo, es su único y mejor argumento para seguir cobrando más y mejor. Pero de patriotismo catalán, nada de nada. Unos polichinelas. Ocho segunditos.
ABC denuncia la política de Sánchez de seguir dando alas a los separatistas y, al mismo tiempo, olvidando que él refrendó un 155 que ahora parece olvidar:
El Gobierno de Sánchez responde a la reafirmación separatista con ofertas de más diálogo, presiones al Tribunal Supremo y a la Abogacía del Estado y anuncios de reformas legales que satisfacen a los secesionistas. Esta es la manera que tiene Pedro Sánchez de celebrar el aniversario del 27-O, eso sí, poniendo de nuevo tierra de por medio con un viaje perfectamente prescindible a Italia. Mientras tanto, sus ministros han trabajado a destajo para culpar al PP y a Ciudadanos de la crispación política, con el inefable apoyo de la última encuesta del CIS de Tezanos. Todavía hay quien en el Gobierno pone a Casado y Rivera al mismo nivel que los independentistas, cínica manera de obviar que se sientan en el banco azul del Congreso gracias a los votos de los golpistas catalanes. Ni una palabra gubernamental de reivindicación del 155, cuya aplicación se rebajó para lograr el apoyo de los socialistas, pese a no ser necesario en el Senado.
Jon Juaristi tiene claro que Sánchez no es un golpista en modo literal, pero sí que está insuflando ánimos para que los golpistas se crezcan:
¿Tiene Sánchez derecho a ofenderse porque Casado lo llame golpista? Por supuesto. De ahí a que le retire el saludo y su partido anuncie la horterada esa de la «ruptura de relaciones» con el PP (te odio, te odio, te odio y te fustigo con el látigo de mi indiferencia) hay un trecho. Así y todo, me huelo que este tipo de retórica del honor herido va por detrás de los acontecimientos. Media España no se habla ya con la otra media (antes de junio eso sólo pasaba en Cataluña), y ello es responsabilidad de Pedro Sánchez. En la presente situación, llamarle golpista, con todo lo injurioso que pueda resultar, no deja de parecerme «diente de leche por ojo», como reza el verso de Ramón Irigoyen.
José María Carrascal no duda en denunciar el travestismo de Sánchez con tal de blanquear a los separatistas:
El mismo Sánchez que respaldó la aplicación del 155 hace justo un año, decía hace poco que «el delito de rebelión, inherente a un supuesto golpe de Estado, se tiene que dar por militares o por civiles armados a la orden de militares», con lo que liberaba de tal cargo a los secesionistas procesados. Si se le añade la sugerencia de miembros de su Gobierno y juristas próximos al PSOE de que la pena apropiada era la de sedición, bastante más leve, e incluso sólo la de malversación, que no lleva aparejada la cárcel, resulta evidente que está en marcha un intento de desescalar las sentencias. Y no les digo nada si se le añade lo de «indulto posterior» que ya circula.
El País, en su línea de Alicia en el País de las Maravillas, cree que la apertura del juicio a los golpistas no debería de influir en la aprobación de los Presupuestos Generales:
Esta marcha en paralelo de dos asuntos trascendentales para la estabilidad del país en su conjunto quedaría comprometida si el Gobierno decidiera atender la exigencia de los partidos independentistas, en el sentido de adoptar medidas que influyan en el desenlace del proceso judicial a cambio de dar apoyo a los Presupuestos. Las fuerzas independentistas cometerían un error persistiendo en reclamar esta vinculación entre una negociación parlamentaria y una sentencia, desde el momento en que se exponen a provocar un resultado contrario al que están buscando. Como también se equivocaría el Gobierno en caso de aceptarla, puesto que, en la mejor de las hipótesis, el precio de aprobar los Presupuestos sería trasladar al resto del país la profunda fractura política y social que se vive en Cataluña.
El Mundo le exige a Sánchez la aplicación del 155 de manera inmediata:
Dada la contumacia del secesionismo, el Gobierno debería reconstruir el consenso constitucionalista y aplicar un 155 inmediato y con la duración necesaria a fin de que recuperar el control de Cataluña, lo que exige intervenir la policía autonómica y la televisión pública. El independentismo no conoce la marcha atrás. El Gobierno debería aprender de los errores del pasado y actuar con la determinación necesaria para dar respuesta a la mayor amenaza de la democracia española.
Arcadi Espada no duda de que el Gobierno de Sánchez anda frito por concederle el indulto a los golpistas:
El objetivo gubernamental está trazado aunque los caminos sean tortuosos y estén sujetos al imponderable del cisne negro: reválida electoral de la actual mayoría parlamentaria e indulto a cambio del abandono de la vía unilateral. El indulto, por cierto, requiere de los golpistas un último golpe, de pecho. Pero el Gobierno necesita ayudas. La de los jueces es básica. No es lo mismo indultar a rebeldes (hasta 30 años de cárcel) que a desobedientes (dos años de inhabilitación tomando a Artur Mas por testigo).
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72