Jornada muy diplomática la de este 23 de noviembre de 2018 en las tribunas y editoriales de la prensa de papel. Entre el gol que le han colado a Exteriores con el tema de Gibraltar a cuenta del Brexit y el viajecito de Pedro Sánchez a Cuba para hacerle un masaje al dictador Miguel Díaz-Canel, el que Raúl Castro ha puesto ahí como pelele para que se lleve todos los palos habidos y por haber.
El editorial de La Razón critica con dureza la torpeza diplomática de Pedro Sánchez con el asunto de Gibraltar:
Que a menos de cuarenta y ocho horas para que el acuerdo del Brexit llegue a la mesa del Consejo Europeo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hable de una inexistente capacidad de veto demuestra la pésima gestión del equipo negociador español, que, una vez más, se ha dejado sorprender por la experiencia y la falta de escrúpulos de la diplomacia británica. Ya de poco sirve que, ahora, el secretario de Estado para la UE, Luis Marco Aguiriano, recurra a los tópicos de la pérfida Albión y se queje de que la primera ministra británica, Theresa May, haya actuado con nocturnidad y alevosía, como si la experiencia de siglos en el trato con los ingleses no nos hubiera vacunado. Pero, no hay, además, justificación posible para el fiasco gibraltareño
Pedro Narváez también habla de ridículo diplomático:
Pedro, sobre esta piedra no construirás tu Iglesia, al menos de momento. El peñón se resiste de nuevo, como tantas veces en la historia, por los siglos de los siglos, a ponerse de este lado de la frontera. El Gobierno Sánchez no ha hecho los deberes en Bruselas donde los burócratas nos han preparado cicuta para tragarla junto al Brexit. Ojalá el veneno llegue a la par que el antídoto. Veremos. Tanto viaje internacional, ahora en Cuba para exhumar con honores a un dictador, para dejar vacía la portería del sur. En esto consistía poner a España en el mapa. Borrell pinta poco en el Congreso, si aquí le escupen hay que prevenir que en los pasillos europeos no exista un efecto llamada.
El editorial de ABC denuncia el gol que le han colado al Gobierno de Pedro Sánchez a cuenta de Gibraltar:
Cuando empezó todo este lamentable proceso del Brexit, nadie en su sano juicio habría podido prever que el escollo más engorroso acabaría emergiendo a causa de Gibraltar. Pese a todo, el Gobierno anterior tuvo el buen criterio de hacer que en las directrices de negociación que aprobó el Consejo Europeo el 17 de marzo quedase claro que después de que Reino Unido abandone la Unión, ningún acuerdo entre la UE y Reino Unido podría aplicarse al territorio de Gibraltar sin el acuerdo entre España y Reino Unido. Eso es lo que aceptaron entonces los Veintisiete, por lo que no se explica bien cómo este concepto ha desaparecido del texto del borrador del tratado de Retirada, resultado de esas negociaciones. El Gobierno ha hecho bien en levantar la voz, pero, si lo sabe, el ministro Josep Borrell haría bien en explicar públicamente cómo ha sido posible que nos hayan colado este gol, y quién es el responsable.
El País le hace un tremendo lavado de imagen al viaje de Sánchez a Cuba y justifica que no se reúna con la oposición:
Sánchez ha decidido no reunirse con representantes de la disidencia pero sí que se verá con representantes de la sociedad civil. Con esta actitud el presidente del Gobierno sigue exactamente los mismos pasos de otros mandatarios, como por ejemplo el presidente francés François Hollande, los papas Francisco y Benedicto XVI o los exministros españoles de Asuntos Exteriores José Manuel García Margallo y Alfonso Dastis. En cualquier caso, no puede quedar duda del compromiso de España con la democratización de Cuba. La isla se encuentra inmersa en un crucial proceso de reforma constitucional que culminará con un referéndum el próximo 24 de febrero. El texto que se propone refleja importantes avances en términos de propiedad privada, limitación de mandatos y derechos de libertad sexual. Pero siguen faltando reconocimientos fundamentales a la libertad de expresión, reunión y asociación. Y ahí España sí puede jugar un papel influyente y constructivo.
Carlos Herrera denuncia que las elecciones andaluzas no están despertando interés alguno, algo cono lo que debe andar muy ufana la sultana Díaz:
Los partidarios del inmovilismo en Andalucía se frotan las manos ya que en los medios nacionales no se habla, o se habla mucho menos, de los asuntos que motivan el gobierno de una de las comunidades con más trascendencia en la vida política del país. La sensación mediática y social es: la gente está calentita con lo que tiene y no se fía de los que presentan alternativa a la izquierda suave y peronista de la presidenta y a la izquierda silvestre de esos extremistas que, gobernar lo que se dice gobernar, no van a gobernar nunca. Vamos a quedarnos como estamos y que siga fluyendo la calefacción central del régimen, en una palabra.
Ignacio Camacho asegura que no le produce sorpresa el incidente en el Congreso, el escupitajo a Borrell, y las payasadas de Rufián porque desgraciadamente es lo único que le importa al ciudadano:
El ‘efecto Hamelin’: un ejercicio magistral de sugestión capaz de seducir con la música de las patrañas a un pueblo teóricamente instruido. El tipo que escupió, o amagó con escupir, a Borrell es un maestro de profesión al que muchos catalanes no tendrían reparo de confiar a sus hijos. En cierta medida Rufián somos también nosotros, no nos engañemos. Porque aunque lo miremos con desprecio, sus payasadas y excesos son el único momento en que la mayoría presta interés a lo que sucede en el Parlamento. Porque le pagamos al mes ocho mil euros para que nos divierta con sus zafios aspavientos. Porque como comunidad, como ciudadanía, le hemos perdido el respeto a unas reglas que sólo pueden funcionar si se las toma en serio.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72