Era previsible que Arcadi Espada respondiera a Federico Jiménez Losantos en su tribuna de El Mundo este 2 de diciembre de 2018 a cuenta de la defensa que el de esRadio hace de Vox –Losantos pone contra las cuerdas a Arcadi Espada por su ‘Voxofobia’ contra el partido de Santiago Abascal-.
Al periodista catalán, que no tiene pelos en la lengua, no se para en barras a la hora de calificar a la formación de Santiago Abascal de «basura»:
Es preferible que Ciudadanos no gobierne a que lo haga con los votos de Vox. Lo mismo cabe decir del Partido Popular. Y del Psoe, no respecto a Vox, que es una hipótesis improbable, sino respecto al partido Podemos. La obligación de cualquiera de esos tres partidos es entenderse entre ellos, aplicando variables geometrías, antes que ceder al nacionalpopulismo español. Hay muchas razones políticas para justificar esto, e incluso tú estás en disposición de comprenderlas. Pero me fijaré en una que no es obvia: la pedagogía social derivada. Los partidos razonables deben decir con claridad a los ciudadanos que el voto Voxpodem es inútil. O mejor: que es basura de dos modos diferentes: por su calidad y por su destino. Todo lo contrario de lo que hace don Juan Marín, que adjudica a los votos de Vox la posibilidad de hacerle -¡nada menos!- presidente.
Asegura que el partido de Abascal pretende abanderar el enfado y la indignación como ingredientes de un populismo demasiado visto:
Vox se reclama de esta nueva legitimidad política que es el enfado. El icono político del enfado es la cara que muestra indefectiblemente ante las cámaras Donald Trump, nuestro mejor envilecedor jefe. Un hombre en perfecto ceño de trabajo. Su impostación es ridícula; pero fue y sigue siendo enormemente eficaz. Trump está cabreado con el mundo y no va a dejar de estarlo por mucho que ahora sea el amo del mundo: su cara de manzanas agrias es el principal vínculo que mantiene con sus votantes. Pero antes de Vox ya hubo enfadados profesionales en España.
Le deja un recado a Losantos:
Los bancos y los negros son perfectamente compatibles como objeto de ira, y así lo demostrará el trasvase de votos del partido Podemos a Vox, es decir, la emergencia del Voxpodem (los comunistas han sido cantera principal del populismo en Francia y en Italia: ¡y bien simboliza en España esa pedrada nuestro querido Federico!), que erosiona transversalmente la razón política.
Y remacha:
Lo sustantivo no es si la ira elige bancos o negros. Lo sustantivo es la incontinencia, esa fisiología que afecta a bebés y viejos. La virtud cívica, el fundamento de la democracia y de la propia convivencia reside en la contención. Yo, naturalmente, soy racista; pero me aguanto. Yo, naturalmente, devolvería el Parlamento de Cataluña a su antigua condición de Museo de Arte Moderno y pondría al Valido de vigilante permanentemente destinado en la sala de los Nonell, para que respirara, ah, l’olor de les gitanes; pero me aguanto. Yo, naturalmente, después de leer el correspondiente artículo menstrual de alguna de las chicas de El País la mandaría a fregar; pero me aguanto. Hay que aguantarse. Virilmente. Los que más deberían son esos jineteros de Vox, tan devorados por sus fantasías. Los populistas no son más que eyaculadores precoces. Y en arreglo a su naturaleza, ni contentan ni fecundan.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72