Este miércoles 12 de diciembre de 2018 se grabó el Chester entre dos colosos de la televisión, colmados de personalidad, y de fuerte carácter (Arcadi Espada abronca a los medios que publican la sucia mercancía de Villarejo: «Esta manera de hacer periodismo es indigna»).
Risto Mejide, presentador del programa y entrevistador, invitaba al controvertido periodista Arcadi Espada, siempre recto en defender sus argumentos más allá del buenísimo y lo políticamente correcto. Risto Mejide se pasa siempre dos pueblos: sus veredictos más ofensivos.
Y la cosa terminó como se podría haber presagiado: estallando por los aires. El chester, ‘rajado‘ por la mitad, cuando lo que iba a ser una charla amena para un domingo por la noche en la tele se convirtió en una suerte de emboscada a una presa absolutamente salvaje y desbocada (Arcadi Espada protagoniza una brutal enganchada radiofónica con Errejón: «Tenga usted cuidado cuando me acuse de no prepararme bien las preguntas»).
Todo esto lo sabemos porque Arcadi Espada lo narró en su artículo dominical en El Mundo este 16 de diciembre de 2018 con todo lujo de detalles y que Risto Mejide intenta reprobar por Twitter.
Lo que sí tiene ganado Mejide, y lo sabe como buen publicista y creador de su propia marca, es que el ‘hype‘ para el día en que se emita el programa ya lo tiene creado de sobra.
Hace una semanas me llamaron de ‘Chester’. Mi idea del programa se limitaba al sofá donde se tenían las conversaciones. También había leído alguna declaración de su presentador, Risto Mejide, sobre los nacionalismos, que para ser catalán no está mal. Luego llamó una chica. Necesitaban documentarse.
Habrían pasado dos minutos cuando pronuncia por primera vez la palabra ‘provocador‘. Yo puse el atajo de teclado correspondiente y vine a decirle que me sentía como una chica en minifalda cuando me llamaban así. Otro día escribía un chico, también amable, para que le mandara fotos de infancia y de papás y mamás. Esto es, ahora, lo único que me molesta: pensar que pusieron sus manos sobre mis recuerdos. Pero es justo castigo a la vanidad.
Este miércoles al mediodía me senté en el Chester. El programa no era en directo. De la hora y pico que hablaríamos editarían unos 40 minutos, me dijeron. Tras las primeras naderías y después de que Mejide manifestará con un punto de ansiedad su interés en comprenderme entramos en materia. Parecía atraído por la sospecha de que yo era un polemista profesional. Y como no se decidió a llamarme tramposo, me llamó trampero: un tipo especial de cazador.
Al poco aparecieron en una gigantesca pantalla pellejos de mis intervenciones donde Ana Rosa. Un patchwork burdo, que circula desde hace años por las fosas digitales, seccionado de todo contexto y destinado puramente al entretenimiento de las florecillas aún más ociosas que odiosas. Cuando el ciclograma se detuvo, el sicofante me miró con un punto de interrogancia satisfecha, como esperando la contrición.
Vi enseguida por dónde iban sus infinitas ansias de comprender. Le disgustó que no lo hiciera. Pero es que a pesar de la zafiedad el zurcido no había de qué. Aún le gustó menos que le animara a exhibir la filmina sobre La Manada, que seguramente guardaba con avaricia en aras del crescendo. Nada en ella ofendía a la víctima. Como otras veces en la tertulia, aquella mañana había criticado el modo en que habían hecho la información. Y concretamente, uno de los métodos clásicos de la desinformación criminal, que es el de la falacia retrospectiva.
Cuando acabé, el sicofante prefirió, el mero alarde teatrero, que yo había dicho animaladas. Habría sido incapaz de detallarlas. Lo más extraordinario es que a mí se me ocurrió reprochárselo.
Arcadi continúa su narración comentando todo lo que ocurrió durante aquellos minutos en el Chester, en lo que dibuja y parece a todas luces, más que una entrevista, una auténtica emboscada para cazar a una presa.
Con temas como el de ‘La Manada’ o el de Camps. Arcadi Espada pregunta si hay vídeos sexuales de la víctima de La Manada. / Arcadi Espada: «‘El País’ debería reconocer que llevó a cabo una cruzada equivocada y pedir perdón a Camps y a sus lectores».
¡A estas alturas de la farsa! Salió el padre. Se le escuchó. Al acabar le dije al sicofante que ahora iba a hablar yo y que no me interrumpiera. Se atrevió: -Sí, pero con respeto.
Con respeto estaba diciendo el tipo. Ese tipo. Con respeto. Le contesté que mejor acabáramos la entrevista. Rumió. Y convino en que sí, que por primera vez iba a acabar, bla, bla. Me levanté y lo dejé en su sofá. Caminé hasta la esquina del plató y desde allí, señalándole, lo encaré: -Y que lo sepas, el tramposo eres tú. En aquel momento me pareció lo adecuado y lo que merecía. Pero conviene no engañarse: también yo encontré colmado por el espectáculo.
Desde hace años mantengo con mis prójimos una conversación recurrente sobre la disyuntiva de ir o no a la tele. Es un lugar difícil.
No le ha gustado, parece, el asunto a Risto, que se expresó con un tuit intentando sacar a la luz una contradicción de su entrevistado frustrado:
Calla, que parece que el CHESTER le ha sentado mal a Arcadi Espada. Lo único cierto: es la primera vez que expulso a un invitado del CHESTER. Lo mejor es que reniegue de lo que él mismo escribió. Y que muy pronto lo podáis ver y juzgar vosotros mismos. pic.twitter.com/Cd3UVQBkSd
— Risto Mejide (@ristomejide) 16 de diciembre de 2018