Las fotos de la indignidad. Salvo el diario de siempre, El País, que ya no sabe cómo venderle la moto averiada a sus lectores, el resto de editoriales y tribunas de opinión de la prensa de papel tienen claro este 21 de diciembre de 2018 que Pedro Sánchez se ha echado en los brazos del separatismo y ha vendido al resto de España por un plato de lentejas, es decir unos meses más en el Palacio de La Moncloa.
El País vende, no con bombo y platillo, pero sí de manera positiva el comunicado conjunto de Sánchez y Torra y augura que PP y Ciudadanos redoblarán su radicalismo:
Mantener (las vías de diálogo) abiertas tendrá un coste para Sánchez y su Gobierno, acosado por una oposición que comparte con el independentismo la estrategia de radicalizar las respectivas posiciones. El comunicado final acordado por Sánchez refleja ese escenario: no incurre en la inconstitucionalidad que le reprocha continuamente la oposición, pero contenta a unos independentistas que exigen suficientes dosis de imprecisión, con lo que muy previsiblemente dará origen a un nuevo boquete en la confianza del Partido Popular y Ciudadanos.
El editorial del ABC define con precisión el gesto de Sánchez a los golpistas:
Ayer cambió una foto vergonzante con Torra, al que tildó en su día de supremacista xenófobo, por una reactivación del «club de la moción de censura». Nada salvo otra ración de sonrojo era esperable de la reunión de ayer. Y así fue cuando al terminar La Moncloa difundía un comunicado «de ambos Gobiernos» en el que Sánchez se aviene a reconocer un «conflicto sobre el futuro de Cataluña» y a «avanzar en una respuesta democrática a las demandas de la ciudadanía de Cataluña». Ni palabra sobre el respeto al Estado de Derecho y a la Constitución, ni un tímido reproche al golpe de Estado unilateral de hace un año… Nada, salvo la promesa de otra cumbre en enero. Más infamia.
Hermann Tertsch ya no se sorprende por los actos del presidente del Gobierno de España:
La mayoría de los españoles saben que Pedro Sánchez ha ido a Barcelona a escenificar la humillación de España que la Generalidad golpista añora desde hace años. Y que solo lo hace para poder prolongar su sistemático abuso de poder y beneficiarse personal y familiarmente de su posición, con obsceno desprecio a la opinión pública española y en ausencia del mínimo decoro. El inverosímil jefe de gobierno por obra y gracia de todos los extremistas, golpistas, separatistas y comunistas del Parlamento, aparte de la impagable ayuda de Mariano Rajoy, tiene tanta osadía como falta de escrúpulos y vergüenza. Es inmune al pudor ante el escándalo que generan sus actos inapropiados e impertinentes en la sociedad española. Con su señora y su vicepresidenta, pisotea las formas y el fondo, el protocolo, el buen gusto y las buenas costumbres como las reglas más elementales de la cortesía.
Luis Ventoso considera que a Sánchez la foto con Torra le va a suponer una buena factura:
Las imágenes de ayer, esa pamplina entreguista ante los mayores enemigos de España, no le saldrán gratis a quien ha rubricado la felonía. Se enfatiza mucho que el separatismo «es un sentimiento que está ahí». Cierto. Pero también está ahí, perfectamente pisoteado por Sánchez y el PSOE, el sentimiento de millones de españoles, incluidos muchísimos catalanes, saturadísimos de soportar ofensas gratuitas, que nada arreglan y todo envilecen.
Carlos Herrera cree que pese a la instantánea entre el inquilino de La Moncloa y el presidente catalán, los barceloneses de bien van a tener una dura jornada este 21 de diciembre de 2018:
El Torrismo, que es hijo tonto de Puigdemont (imaginen la escalada de degradación), vive de triunfos gestuales y, en alguna medida, verbales: Sánchez, que vive de otra cosa, le ha concedido ese triunfo a base de mendigarle una foto y el voto parlamentario. Es difícil saber quién ha sacado más del encuentro, pero los dos se acostaron satisfechos ayer, a la espera de qué barbaridad o animalada pueden hacer los hijos de Torra esta mañana.
La Razón habla directamente de la reunión Sánchez-Torra como la de la cumbre de la indignidad:
Lo único que puede contabilizarse de la reunión de ayer es que Sánchez ha conseguido el apoyo de los independentistas para aprobar el techo de gasto, condición necesaria para prolongar su estancia en la Moncloa. Y algo más: ha conseguido partir por la mitad el bloque constitucional y dejar como si fueran fuerzas marginales al PP y Ciudadanos que, al final, se han convertido, según el relato de Sánchez que tan gustosamente le ha comprado Torra, en los culpables de la radicalización del «proceso». El presidente del Gobierno ha degradado el cargo que representa y sitúa a las instituciones del Estado a la altura de quienes atentaron contra el Estatuto y la Constitución. Ha sido, en definitiva, la cumbre de la indignidad.
Pedro Narváez, de manera elegante, afirma que Pedro Sánchez, con su entreguismo a los separatistas, se ha quedado literalmente en pelotas:
El cuento del vestido nuevo del emperador fue relatado ayer otra vez en el palacio de Pedralbes de Barcelona. Al contrario que el protagonista de la fábula, nuestro presidente tiene pinta de dar bien en una portada de la añorada «Interviú», que pudiera ser la sorpresa final que nos depara el equipo Redondo. Los calzoncillos de Sánchez tienen más valor que los de Ronaldo. Ya en el despelote final sabremos de sus planes ocultos para mantenerse bien vestido en la Moncloa. Anoche, «a solas con Torra», como rotulaba RTVE, olvidándose al menos del cámara, para darle una intención íntima y rimbombante, contradictorio como el propio encuentro, sólo supimos que iban de traje.
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, denuncia la cobardía de Pedro Sánchez:
Ayer consumó el Gobierno de Pedro Sánchez una de las jornadas más humillantes que haya vivido un ciudadano español, sobre todo si vive en Cataluña y no pertenece a la secta separatista. El Gobierno de la señorita Pepis Calvo y el Doctor Cum Fraude se arrastró a los pies del catanazi Torra para comprar su seguridad en su visita a la ciudad que Cervantes, con ironía anticipatoria, llamó «archivo de cortesía». ¡Como que lleva archivada 40 años!
El editorial de El Mundo habla de foto denigrante y claudicación:
Hasta el último momento el Gobierno intentó vender la cita como un «encuentro normal de trabajo», pero finalmente sus miembros se prestaron a una imagen humillante para todos los españoles cumplidores de la ley, concediendo una nueva victoria propagandística al separatismo. Se trata, una vez más, de plegarse ante quienes hicieron a Sánchez presidente y de cuya voluntad sigue dependiendo no solo su permanencia en La Moncloa sino también su hipotética investidura en el futuro. Pero si denigrante fue entregar esa foto al independentismo, el comunicado posterior de «ambos gobiernos» fue la letra de una claudicación que perseguirá a sus protagonistas -recuérdense sus nombres: Pedro Sánchez, Carmen Calvo, Meritxell Batet- por el resto de su vida política. Todo un Gobierno de España genuflexo ante quienes día tras día proclaman su voluntad de volver a subvertir el orden constitucional.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72