Andalucía ya tiene cerrado el nuevo ciclo político. Después de semanas de dimes, diretes y amenazas varias, finalmente PP y Ciudadanos se han puesto de acuerdo para conformar Gobierno y con Vox ejerciendo de árbitro de la situación. Las tribunas y editoriales de la prensa de papel de este 27 de diciembre de 2018 hablan largo y tendido de ese pacto.
Ignacio Camacho, en el ABC, considera que al PSOE se le va a agotar muy rápido el argumento de criticar los pactos de otras fuerzas políticas con Vox:
En Andalucía, y tal vez pronto en España entera, el PSOE va a tener un serio problema para satanizar los pactos del centro-derecha con Vox mientras el Gobierno tiende puentes a toda clase de fuerzas enemigas de la Constitución, de la Corona, de la integridad territorial y hasta del sistema. Ese doble rasero es demasiado tosco para cualquiera que no enjuicie la política con lo que Vargas Llosa llamó un sectarismo de orejeras. Podrá funcionar entre los más irreductibles como primario argumento de autodefensa pero no alcanza para armar nada parecido a una estrategia.
Isabel San Sebastián razona los argumentos por los que Ciudadanos, a día de hoy, tiene más motivos para pactar con Vox que con el PSOE. Eso sí, le lanza un mensajero a los de Santiago Abascal:
Con este socialismo de taifa no hay entendimiento posible. Y aunque Andalucía sea el feudo de Susana Díaz, enemiga jurada del usurpador, la disciplina o el miedo han primado sobre cualquier otra consideración y ella no ha abierto la boca para denunciar la indignidad con la que él paga la poltrona. Por eso es justo y necesario mandarla a la oposición. Fraguar un pacto a tres que incluya el beneplácito de Vox e implique tener en cuenta alguna de sus propuestas no solo no desdora los blasones de renovación que adornan la enseña ciudadana, sino que responde exactamente a la voluntad del pueblo andaluz. La lealtad a los principios siempre es mejor consejera que el «qué dirán» o los complejos.
P.D.: Insultar a Rivera o Marín en las redes sociales no parece ser la mejor estrategia para ayudarles a decidirse y facilitar el acuerdo.
Pilar Ferrer, en La Razón, cuenta como se vivió desde la sede central de Ciudadanos la famosa foto de Juan Marín dándose el pico con Podemos:
Ella fue clave en los resultados electorales en Andalucía, y ella ha sido la mujer que ha desencallado el pacto en esa tierra. El martes a media mañana, las alarmas saltaron con alto voltaje en la sede de Ciudadanos en Barcelona. «No podemos estar todo el día en el Congreso criticando a Podemos y ahora invitarles a merendar». Fue el mensaje rotundo que Inés Arrimadas y la cúpula de la formación naranja en Cataluña le hicieron llegar a Albert Rivera nada más conocer esa imagen que inundaba todas las redes sociales. Su candidato, Juan Marín, un «verso libre», en palabras de algunos dirigentes de Cs, se sentaba en la estación ferroviaria de Jérez, nada más y nada menos, que con los líderes de la izquierda andaluza, la podemita Teresa Rodríguez, y el cabeza de lista de Izquierda Unida, Antonio Maillo. «Hasta aquí hemos llegado», comentó Arrimadas en su círculo interior, muy molesta y sabedora de lo que esto le puede acarrear electoralmente en Cataluña.
El editorial de El Mundo celebra el cierre del acuerdo entre PP y Ciudadanos así como la madurez mostrada por Vox:
Nada más abrirse las urnas, Vox anunció que no sería obstáculo para un cambio que, en atención al reparto de escaños, correspondía fraguar a PP y Cs. Y pese a haber amenazado hasta ayer con patear el tablero, finalmente entendió que no podía bloquear las medidas descritas. Máxime tras el pacto cerrado in extremis entre PP y Cs para constituir hoy la Mesa del Parlamento andaluz integrando a las cinco fuerzas con representación, incluido Vox. Parece razonable que así sea, atendiendo a la distribución del voto. Extinguida la campaña, la política adulta exige la transacción en aras del bien común. Una nueva etapa se abre camino al fin en Andalucía. Que no se malogre.
Javier Redondo pone sobrevino a PP y Ciudadanos a la hora de revisar las cuentas que les deja el PSOE de Susana Díaz, no vaya a ser que se encuentren sorpresas como les pasó en su momento a Rajoy y a otros líderes autonómicos:
En 2011, a los pocos días de llegar al Gobierno, Rajoy se percató de que el déficit no era del 6%, como había asegurado la ex ministra Salgado, sino del 8%, lo que suponía un ajuste adicional al previsto de 20.000 millones de euros. Meses antes, los nuevos gobiernos autonómicos -por ejemplo, el de Cospedal en Castilla La Mancha- también se encontraron desagradables sorpresas en los cajones. Con tales antecedentes, Moreno Bonilla y Marín se desenvuelven con cautela. Cuarenta años dan para mucho. Tratarán de desmontar, pieza a pieza y no a lo loco, una sólida estructura de poder para desatascar la región y desterrar tópicos.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72