¡Qué hartazgo de señor! Felipe VI debe estar hasta la coronilla de las cosas de Jaime Peñafiel que, semana tras semana, en ‘La Otra Crónica’, aprovecha para sacudir de lo lindo a la Corona.
Bien es cierto que este 29 de diciembre de 2018 el monarca ‘facilitó’ las cosas con un mensaje de Nochebuena pelín descafeinado a un Peñafiel al que nunca, la verdad sea dicha, le faltan argumentos para meter cizaña y posicionarse contra la Casa Real.
Apunta Peñafiel que:
Al tradicional mensaje navideño de Felipe, este año le faltó humanidad, le faltó empatía. No fue entrañable sino frío, «político y social y nada familiar». Muy diferente al de la reina Isabel de Inglaterra y que el compañero Rafael Moyano ha comparado, «por otra parte» con el del Rey de España. Nada que ver un mensaje con otro.
Me hubiera gustado que, al igual que la tía Lilibeth, Felipe hubiera compartido con los ciudadanos sus problemas como Jefe del Estado, como marido de Letizia, padre de Leonor y Sofía, hijo de los reyes eméritos Juan Carlos y Sofía, y hermano de Elena y Cristina. Hubiera sido muy emotivo y entrañable recordar, no el incidente de la catedral de Palma, of course, pero sí el 80 cumpleaños de papá y de mamá, así como el reconocimiento oficial y público del Congreso de los Diputados con aquellos prolongados aplausos a los dos.
Recuerda que:
La reina Isabel sí que recordó, en su mensaje navideño, los 70 de su hijo y heredero, el príncipe Carlos; también «las dos bodas que se han celebrado este año en la familia. Y el nacimiento de los dos bebés, y otro que están esperando», refiriéndose al de Meghan.
Aprovecha para sacudirle a Rafael Moyano, su compañero de El Mundo :
El compañero Moyano escribe en su columna De Buckingham a Zarzuela que «con un cuñado en la cárcel no es momento para hablar de la familia». Muy al contrario, querido. Los españoles le hubieran sentido más próximo si se hubiera referido, de una manera subliminal, al regreso de la hermana pródiga al seno de La Zarzuela, restañando viejas heridas a pesar de la dolorosa ausencia.
Y setencia:
Aunque los telespectadores esperaban, como nunca, alguna referencia al tema catalán, sorprendió su significativo y prudente silencio ante el más grave asunto nacional. Podía haberlo hecho como la reina Isabel sobre el Brexit, reconociendo «incluso con las más profundas diferencias tratar a los demás con respeto y como a seres humanos que son. Siempre un primer paso hacia una mejor comprensión». No se podía abordar mejor y más inteligentemente tan difícil cuestión. «La retórica a prueba de aburrimiento» fue la tónica del mensaje de Felipe VI.