Andalucía y el cambio político ocupa este 4 de enero de 2019 la atención de las tribunas de la prensa de papel. Ahora son muchos los que se suman a la ola de que Vox no puede dinamitar el cambio de Gobierno en la Junta andaluza, pero algunos olvidan que el partido de Abascal reclama lo mismo que hace no mucho tiempo pedía a voz en grito Ciudadanos –Cuando Ciudadanos opinaba igual que VOX en cuanto a la decisoria ley de violencia de género-.
Pedro Narváez, en La Razón, le mete el miedo a Ciudadanos por sus reparos a Vox y le pone en el peor de los escenarios posibles al subidito de Albert Rivera. Además, recuerda el columnista, el partido naranja, en su momento, también criticó la desigualdad de la ley de violencia de género, aunque ahora se haya envainado esa opinión primigenia:
Quedaría mejor Ciudadanos si expone por qué cambió de opinión y ahora considera troglodita lo que un día estuvo en su programa electoral y deje así de hacerse un Valls diario en Andalucía. Ni las cifras de mujeres asesinadas es cuestión de mercancía trilera ni el cambio en el palacio de San Telmo puede enmierdarse si no quieren que regrese Susana por aclamación popular.
El editorial de La Razón, en cambio, se ‘disfraza’ este 4 de enero de 2019 de ABC y le dice a Vox que no puede tirar por tierra el cambio en Andalucía:
Poner en duda el acuerdo alcanzado entre PP y Cs para el futuro gobierno de Andalucía utilizando el pacto contra la violencia machista demuestra inexperiencia política y algo de soberbia. Vox está en su derecho de hacer valer sus doce escaños en el Parlamento andaluz e influir en la medida de su representación real, pero no imponer al futuro Gobierno la derogación de una ley clave para luchar contra la violencia de género. Cualquier partido que aspira a ocupar un papel responsable en la vida política no puede olvidar que Andalucía encabeza el número de mujeres asesinadas en 2018 (12 de un total de 44) y, aunque sea por ejemplaridad pública, debería apoyar el pacto contra la violencia machista.
Salvador Sostres, en ABC, le dice a Vox que se fije en casos como los de la CUP, que de tener un número importante de representantes, su actitud inflexible en Cataluña fue castigada en las urnas:
Abascal ha dicho que se plantea no votar la investidura de Juanma Moreno en Andalucía por el desprecio de Albert Rivera y también -aunque en menor medida- de Pablo Casado, y de momento tiene tiempo para decidir si lo dice en serio o va de farol. Pero corre prisa que PP y Ciudadanos -sobre todo Ciudadanos- decidan si Vox es un partido de extrema derecha, fascista e incluso hitleriano (también esto se le ha llamado), frente al que sólo cabe establecer un cordón sanitario; o bien un partido más, nacido de la inevitable fragmentación parlamentaria, con el que hay que contar para hacer frente al devastador populismo de la izquierda. Vox tendría que recordar que en dos años, la CUP pasó de 10 a 4 diputados tras «tirar a Mas a la papelera de la Historia», como ellos mismos sentenciaron.
Carlos Herrera recuerda el asco que le da a Ciudadanos gobernar con el apoyo de Vox en Andalucía y también critica que Vox, con su insistencia, pueda jeringar el cambio:
A la gente de Rivera siempre le ha dado asco saber que va a gobernar Andalucía merced a los votos de la gente de Abascal, y a los derechistas emergentes les revuelve el estómago tragarse los desprecios estratégicos que les dedican un día y otro también los llamados liberales naranjas, esos a los que, de verdad, de verdad, lo que les gustaría es gobernar con el PSOE en todas partes. Vox, supongo, es conocedor de lo que se juega, puede presionar, forzar posiciones, buscar espacio mediático, demostrar que son decisivos, hacerse los machotes, contentar a sus seguidores más hiperventilados, lucir exhibición de principios y todo eso, pero no pueden pasar por ser los causantes de una repetición de elecciones que, a buen seguro, movilizarían al electorado socialista que está a punto de ver desaparecer sus prebendas. Allá ellos si quieren cargar con ese mochuelo.
El Mundo reclama que Vox y Ciudadanos consensúen posturas con respecto a la ley de violencia de género y exige responsabilidad para que no se aborte el cambio en Andalucía:
A raíz de las peticiones de Abascal, el PP se ha abierto, tal como publicamos hoy, a ampliar las ayudas destinadas a violencia doméstica a los hombres -en lugar de quedar restringidas a las mujeres maltratadas-, una posición que este periódico ha defendido reiteradamente. Llegados a este punto, lo relevante es asumir que no cabe imponer líneas rojas. Tampoco usar la violencia de género con fines partidistas. Los ciudadanos andaluces no entenderían que Vox impidiera el cambio que abriría la posibilidad de liquidar el régimen corrupto y clientelista larvado por el PSOE a lo largo de casi cuatro décadas.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72