El conflicto del taxi es el tema dominante este 23 de enero de 2019 en las tribunas de opinión de la prensa de papel. Independientemente de razones, los tiros apuntan hacia un Gobierno de España y un ministro de Fomento, José Luis Ábalos, por hacer omisión de sus funciones e intentar endiñarle el marrón a comunidades autónomas y ayuntamientos –La indolencia de Fomento y el cagazo del Gobierno Sánchez en la guerra del taxi-.
El editorial de ABC culpa al ministro de Fomento, José Luis Ábalos, de haberse lavado las manos con el asunto de la huelga de los taxistas y sus efectos perniciosos:
Es incomprensible que el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, no haya cumplido una sola de sus promesas en los últimos seis meses. Cuando el pasado verano el mundo del taxi bloqueó grandes ciudades, Ábalos difirió a futuro la solución del problema pensando que para entonces Sánchez ya habría convocado elecciones. Sus buenas palabras nunca solucionaron nada, y por más que las autonomías culpen a los Ayuntamientos, y estos al Gobierno central, lo cierto es que Fomento se ha lavado las manos de un modo indolente e irresponsable. Ahora es el ciudadano quien paga esta guerra.
Bieito Rubido considera que aunque los taxistas puedan tener parte de razón en el conflicto, lo cierto es que con sus actitudes la están perdiendo, al igual que también le mete un soberano estacazo al ministro Ábalos:
Durante estos días de huelga, no he podido utilizar el clásico servicio público y he buscado alternativas. Creo que los taxistas pueden llevar razón en algunas demandas pero, con su actitud, están perdiendo la batalla mediática y miles de clientes. Parece poco inteligente recurrir a esa presión que perjudica ya no la vida cotidiana de las personas, sino la economía de las ciudades donde ellos operan. Desde los clásicos, se sabe que lo único que no ha variado en la vida es el cambio. Estar preparados para esas transformaciones es la mejor forma en que los taxistas podrían enfrentar esta inflexión en su historia. Abandonar el trabajo, en cambio, solo es comparable a la incompetencia e incomparecencia del ministro de Fomento, que se borró del asunto para seguir desgobernando España.
La Razón habla de una situación caótica con el tema del taxi:
El Gobierno de Sánchez fue incapaz de dar una solución al conflicto y creyó resolverlo pasando el problema a otros. Como se ha visto, no sólo no se ha resuelto, sino que se ha agravado. Lo único que está claro ahora visto el recrudecimiento del enfrentamiento es que la urgencia del decreto ley sólo respondía a la del propio Gobierno, dado que no se preveía su aplicación hasta dentro de cuatro años. Lo lógico es haber traspasado la gestión de los VTC cuando se hubiese acordado un marco normativo general. La situación es caótica, cada comunidad negocia bajo sus propios criterios, sentando las bases de que, efectivamente, no hay unidad de mercado -como se ha comprobado con la propuesta de la Generalitat de aumentar el periodo de contratación de VTC a una hora- por lo que es urgente que desde Fomento se ponga orden a una situación que no sólo afecta al taxi y a los nuevos modelos de negocio, sino a los propios usuarios.
Pedro Narváez le mete también un palo a Ábalos por hacerse el ‘longui’ con el problema de los taxistas:
Antes de aceptar VTC como animal de compañía hay que tener en cuenta que los taxistas lo son porque una administración les dio una licencia que cuesta un cojón de pato y obliga a una bajada de bandera y unos impuestos para bien de Carmena, la abuelita que más que comunista es cínica. Cuídese Errejón que en cualquier momento le hace un arsénico por compasión. Y que un ministro del Gobierno de España, tan campechano y simpático que se los metió en el bolsillo, con pinta de taxista si me permite el gremio hacer un retrato robot aproximado, el señor Ábalos, los engañó con una carrera fraudulenta y alguien se dejó engañar.
El diario El Mundo le exige al Gobierno que no se inhiba en el conflicto del taxi:
Durante demasiadas jornadas, el Estado ha asistido pasivo a los graves altercados protagonizados por los taxistas en Madrid y Barcelona. Una inactividad que a la vista de lo acontecido ayer se ha revelado peligrosa: la tensión ha crispado tanto el ambiente que un taxista acabó en la UCI, atropellado por un conductor de VTC, sector que amenaza con dejar Cataluña. Para condicionar las negociaciones con la Administración se recrudecen las protestas, colapsando ciudades y formando barricadas humanas. Imitando la estética de los chalecos amarillos galos, los taxistas siguen chantajeando al Gobierno con una amenaza inadmisible: o sus exigencias o «la guerra». La impunidad con la que actúan debe acabarse. Y el Ejecutivo no puede volver a inhibirse.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72