Panfletario 8-M. Tribunas y editoriales de la prensa de papel de este 8 de marzo de 2019 coinciden en señalar que poco o nada se luchará en pos de la igualdad saliendo a la calle con soflamas políticas, pero sin proponer medidas reales.
Pedro Narváez, en La Razón, relata como en pleno 8-M se permiten atrocidades, silenciadas o ignoradas por las propias feministas, como la sufrida por Montserrat del Toro:
La secretaria judicial que el miércoles declaró en el juicio al ‘procés’. Independentistas radicales amenazan con violarla por contar la verdad. ¿Dirían estos machitos lo mismo si la secretaria fuera un secretario? Nada ha relinchado Ada Colau, la invitada a todas las fiestas, sobre este ejemplo de cómo se comportan los de su cuerda, aunque se apresuró a declarar sin pruebas que la Policía abusó el 1-O de aguerridas soberanistas. Al menos no se presentó como una de ellas. Nada comentan las autoras del infame manifiesto de hoy sobre este caso de machismo exacerbado. Lo que lleva a colegir que, aunque es una víctima de la entrepierna de Puigdemont, hay manadas y manadas. La secretaria Montserrat, una heroína ante una horda de pantalones chulos primero y de pantalones serios después, ya en el tribunal.
La Razón considera que con el 8-M y las proclamas feministas no se va a resolver el problema de fondo:
Esta llamada ‘cuarta ola’ del feminismo corre el riesgo de la parodia, de una subasta de promesas de imposible aplicación o creer que el lenguaje inclusivo es la clave de la igualdad, lo que permite que Pablo Iglesias alardee de su baja paternal y anuncie su regreso como si fuera el padre protector de ellas y ellos. O que una mujer que no es del gusto del feminismo oficial sea insultada en la manifestación del 8M y si es agredida con insultos de un machismo intolerable no merezca la solidaridad habitual. La lucha por los derechos de la mujer no se reduce sólo al movimiento feminista, aún siendo clave el trabajo de las sufragistas o las que hace medio siglo defendieron la libertad sexual, sino al papel central que la mujer ocupa hoy en la sociedad. El avance en la igualdad de derechos es imparable, pero sólo podrán conseguirse si se entiende que los problemas de las mujeres son los problemas del conjunto de la sociedad.
ABC, en contra de la manifestación del 8-M:
La huelga feminista convocada para hoy, Día de la Mujer, es una iniciativa que ha devenido sectaria y partidista. Su orientación, y no hace falta más que leer los manifiestos de convocatoria, es propia de una izquierda radical, que utiliza el feminismo como coartada para un ataque arcaico a los valores de la democracia liberal y de la economía capitalista. En definitiva, a la idea misma de libertad individual. Esta caricatura feminista de España es inaceptable y sólo consigue desprestigiar el legítimo mensaje del feminismo que realmente pugna por la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Una igualdad que aún no es plenamente real en el ámbito laboral y en los niveles directivos de empresas e instituciones y por la que es obligado seguir legislando y luchando. Una igualdad que requiere que la mujer no vea convertida su vida familiar como una opción incompatible con la profesional. El talento de la mujer es un activo aún malversado por el lastre de muchas inercias machistas, algunas de ellas especialmente peligrosas porque son inconscientes.
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, carga contra el 8-M:
Este feminismo totalitario, sexista, antiliberal y anticonstitucional, cuyo manifiesto convocante va contra todos los logros de la civilización occidental, incluida la gramática, aunque hoy pueda parecer multitudinario por la atronadora orquestación mediática, digna de la Cataluña golpista, gracias al clásico gregarismo juvenil y al aleteo de los políticos aprovechados y acomplejados, decaerá fatalmente como el parásito que es del Estado al que dice combatir. Será como los Goya contra el espectador de cine español, porque ni este feminismo representa a las mujeres, en general; ni el sindicalismo a los trabajadores, en general; ni los Goya al cine español, en particular. Es tan falsa la unanimidad, tan distintos los intereses, tan abismales las diferencias e irreconciliables las posturas de los que hoy se pasearán juntos, que sólo es cuestión de tiempo y de libertad su decadencia.
El editorial de El Mundo rechaza que a la mujer se la utilice políticamente:
En plena precampaña, a nadie se le oculta la apropiación electoralista del feminismo por parte de Sánchez y sus aliados. El manifiesto bajo el que se convoca la huelga de hoy contiene proclamas radicales que parecen calculadamente incluidas para expulsar del movimiento a quien no acate el anticapitalismo o el rechazo de una «justicia patriarcal». Desde este diario estamos comprometidos con la defensa de un feminismo inclusivo y liberal, que entiende la racional cooperación de la economía de mercado y la asistencia del Estado como la mejor aliada de la mujer en su lucha por la igualdad de oportunidades con el hombre. La mujer no quiere sacudirse la tutela machista para caer bajo otra tutela ideológica que hable en su nombre.
El País considera que aún queda mucho trabajo por recorrer en pos de la igualdad:
La agenda feminista se desarrolla globalmente, pero a su vez impone preguntas y respuestas adaptadas a los contextos específicos de aquellos lugares donde el estallido de esta nueva energía democratizadora, específicamente femenina, ha ganado una visibilidad y reconocimiento públicos inusitados. Bajo el impulso de esta cuarta ola del feminismo, se cuestionan de nuevo las estructuras de poder, reivindicando una concepción amplia e integradora de lo que implica realmente la violencia ejercida desde ámbitos estatales y sociales contra las mujeres, y poniendo sobre la mesa medidas sobre la justicia ambiental y distributiva que exigen el pleno reconocimiento, de hecho y de derecho, de todas las formas de trabajo, visibles e invisibles, en las que están involucradas las mujeres, aglutinadas hoy bajo el concepto del cuidado.
Hermann Tertsch, en ABC, asegura que la manifestación feminista de este 8-M no es más que una tapadera:
La política es el arte de lo posible, dicen. Pero no todo es posible y menos conveniente. Como estar en varios sitios a la vez y decir lo uno y lo contrario. No es por Pedro Sánchez que es mero campeón de la falsedad y la mentira. Él está donde está. Preocupan otros. Por ejemplo los que anuncian hace cuatro días un programa de «feminismo liberal» -sepa Judas qué es eso- y marchan hoy junto a las peores bandas totalitarias y partidos extremistas en favor de un manifiesto de chatarra ideológica mugrienta por su ridículo radicalismo avergonzaría hasta a comunistas de épocas intelectualmente más aseadas. La manifestación feminista de hoy no tendría más importancia que cualquier acto de propaganda de la izquierda española si no se hubieran sumado a ella otras fuerzas que una vez más son esclavos morales e ideológicos que la hegemonía cultural neomarxista.
Luis Ventoso, en ABC, glosa la figura de Clara Campoamor:
Clara Campoamor batalló sola por el voto femenino. Victoria Kent, del PSOE, se opuso. También Margarita Nelken. El argumento de la izquierda para rechazarlo era mero cálculo electoral: la mujer, «entregada al confesionario», se dejaría influir por los curas y votaría contra los intereses republicanos. Por lo tanto, mejor prohibírselo. La derecha apoyó a Campoamor. En contra, el partido de la propia diputada, y también el Radical Socialista y la Acción Republicana del glorificado Azaña, que veía el sufragio femenino como «una tontería». En el PSOE, división de opiniones. Cuando finalmente ganó Campeamos, por 161 votos contra 131, el socialista Indalecio Prieto abandonó iracundo el hemiciclo exclamando que era «una puñalada a la República». «Estoy tan alejada del fascismo como del comunismo. Soy liberal», zanjaba Campoamor. Una española extraordinaria, que siempre creyó en la igualdad y el imperio de la ley, que detestaba el extremismo antisistema. Su brújula moral no fallaba. Hoy, Clara Campoamor arrugaría la nariz ante el manifiesto marxista-populista de este 8-M, que mancilla una causa noble y justa convirtiéndola en un panfleto guerracivilista.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72