La periodista de COPE y articulista de La Razón Cristina López Schlichting recupera este 11 de mayo de 2019 en el diario de Planeta una megabronca que tuvo con el fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba a cuenta de los atentados del 11-M y su utilización con fines políticos –Exclusiva PD / Las plañideras de El País lloran la muerte de un Rubalcaba al que echaron como agua sucia-.
López Schlichting recuerda que Rubalcaba fue un político que con sus luces y sus sombras era de lo más inteligente y, por ende, temible en debates parlamentarios y en entrevistas en los medios de comunicación –Marhuenda aconseja al PSOE: «Si queréis perder, seguid con Don Alfredo, que no ha ganado unas elecciones ni en la Universidad Complutense»-:
Nos encanta elevar a los altares a los muertos (últimamente la tregua no es definitiva y se abre la caza al cabo de un tiempo). Sin embargo, Alfredo Pérez Rubalcaba, que en paz descanse, no fue un santo. Era uno de nosotros, con una inteligencia de acero que lo hacía un rival temible.
Recuerda el tremendo encontronazo que tuvo en los micrófonos de COPE después de los infaustos atentados del 11-M –El perturbador audio de la cúpula policial de Rubalcaba sobre los atentados del 11M-:
Tuve con él uno de los mayores desencuentros de mi carrera. Discutimos en antena tras los atentados de Atocha, porque acusaba a la derecha de saber la verdad sobre la autoría islamista y ocultarlo. Yo le reproché utilizar con fines políticos la dolorosa situación.
Pero ese desencuentro quedó olvidado con el paso del tiempo –El facineroso rapero Pablo Hasel pierde definitivamente la cabeza con asqueroso tuit contra Rubalcaba-:
La vida nos permitió después una tregua -siempre lo hace- y tuvimos acercamientos más afortunados. Siempre fue un caballero. Era afable y tenía una interesante conversación mesurada, con muchos datos jugosos para la periodista. Su pronta muerte nos ha robado unas memorias fabulosas, salvo que las haya dejado escritas. En octubre pasado lo entrevisté por última vez, tras un diálogo con el cardenal Cañizares, en la Fundación Pablo VI. Destilaba respeto y entendimiento con la Iglesia. Me dijo que la violencia de ciertas religiones exigía una apuesta actualizada por el cristianismo.
Resalta los hitos conseguidos especialmente en el final de su carrera política –El encendido elogio de Alfonso Ussía a Rubalcaba deja hundidos en la miseria a Sánchez y Zapatero-:
Al despedirnos, se ratificó en su postura sobre el atentado de Atocha. Dio datos concretos que no consideré taxativos. Genio y figura. Era el mismo tesón con el que combatió a ETA eficazmente y defendió la Monarquía, facilitando la entrada de Felipe VI. Sólo por ambas cosas debemos llorarlo los españoles, también los discrepantes. Porque fue un as de espadas cuando hizo falta.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72
