¡Qué vergüenza internacional! España, con Pedro Sánchez a la cabeza, está perpetrando uno de los peores ridículos mundiales, junto con la Unión Europea. El Gobierno patrio se ha negado a reconocer el estatus de presidente venezolano a Juan Guaidó utilizando, eso sí, grandilocuentes palabras y lugares comunes, tal y como denuncian este 25 de enero de 2019 las tribunas y editoriales de la prensa de papel.
El editorial de ABC tacha de inmoral a Pedro Sánchez por no reconocer a Juan Guaidó como presidente de Venezuela:
La posición de Pedro Sánchez abunda en este error, más grave en su caso al ser España un país con unos vínculos más estrechos con Venezuela que el resto de los socios europeos. No facilitar el reconocimiento de Guaidó se convierte en una actitud claramente inmoral. Sánchez sabe que si lo hace puede perder el favor de sus socios de Podemos, partidarios del dictador bolivariano y sus prácticas liberticidas, y por ello no se moja del todo, obviando que un paso al frente de España animaría a otras adhesiones a Guaidó y acercaría el fin de las pesadumbres que provoca una dictadura ilegal y usurpadora. Los venezolanos no solo van a tener que soportar los estertores del régimen sino la hipoteca de los injertos ideológicos que el chavismo sembró en España, lo que queda de Podemos, que es lo que condiciona la voluntad del presidente para mantenerse en una imposible neutralidad entre verdugos y víctimas.
Luis Ventoso le mete otro palo a Sánchez por no reconocer como presidente a Guaidó:
Nuestro Sánchez, de paseo por Davos, omitía en su cuenta de Twitter toda alusión a Venezuela. Prefería colgar tuits de propaganda escritos en inglés, donde presumía de charlar en el resort suizo con jefecillos de Silicon Valley. Una situación tan vergonzosa que hasta Miguel Bosé, un psoeísta de la ceja, le demandó enojado que reconociese a Guaidó, como han hecho Estados Unidos, Canadá, Argentina y Brasil: «¿Para cuándo? O Pablo no le da permiso», se preguntaba el cantante, aludiendo a que Sánchez es rehén de Iglesias (y de Torra). No hay cultura democrática en este presidente por accidente que padecemos.
Hermann Tertsch despelleja a Sánchez, a Podemos y a la UE en líneas generales por su actitud con Guaidó:
Es de esperar y desear que cuando caiga el régimen criminal de Maduro, afloren pruebas de las auténticas razones de la abominable complicidad de tantos políticos españoles con la mafia criminal del régimen hoy agonizante. Desde los comunistas podemitas que medraron allí a los socialistas que se enriquecieron aquí. ¿Y la UE? La inanidad moral que ya define su conducta ridiculiza sus petulantes pretensiones. Para los venezolanos los héroes, amigos y hermanos son Trump, Bolsonaro, Almagro, Piñera y el Club de Lima. Los gobernantes europeos, unos indolentes, cínicos y cobardes cuando no cómplices directos del dictador como es Gobierno español.
Ignacio Camacho considera que el presidente español está llamando prudencia a lo que en realidad es un temor más que evidente, no querer contrariar a sus socios:
El Gobierno bonito tiene una oportunidad de demostrar si sabe desenvolverse en problemas feos, aunque para ello tenga que desmarcarse de sus aliados de Podemos, últimos mercenarios del chavismo irredento. La cuestión esencial no consiste tanto en reconocer a Guaidó, si bien se debería empezar por eso, como en aislar a Maduro para quitarle cualquier esperanza de amparo europeo y otorgársela en cambio a los venezolanos demócratas que se juegan literalmente el pellejo. Eso es exactamente lo que han hecho sus colegas argentinos, ecuatorianos, brasileños, estadounidenses, colombianos, canadienses o chilenos. A la madre patria se la está echando de menos: una cosa es la prudencia y otra el mamoneo.
La Razón denuncia la inhibición de Sánchez en el tema de Venezuela:
Cuando dentro de unos años se aborden estos momentos decisivos en la moderna historia de Venezuela será, sin duda, la abdicación de la Unión Europea de su responsabilidad en la defensa de los derechos humanos y de la democracia el hecho que se abrirá a las más controvertidas explicaciones. Que, ayer, sin ir más lejos, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, reclamara coraje a un joven político venezolano, Juan Guaidó, que se ha jugado su libertad personal e, incluso, su misma vida, para devolver a su país a la democracia, parecerá una burla, sobre todo, por venir de un gobernante que no fue capaz de hacer lo único que de verdad podía ayudar al pueblo venezolano a desembarazarse de la tiranía de Nicolás Maduro: reconocer al Gobierno provisional emanado de la Asamblea Nacional, y a Guaidó como su presidente, tal y como habían hecho los Estados Unidos y las principales naciones iberoamericanas, con la triste excepción de México.
El editorial de El País juega a los equilibrios diplomáticos entre meterle a Venezuela, pero al mismo tiempo insinuar que hacen falta elecciones en ese país:
Tras el reconocimiento internacional de Guaidó por parte de Estados Unidos y de los principales países de Latinoamérica -con la notable excepción de México, que se ha pronunciado con cierta ambigüedad-, le toca ahora a la Unión Europea dar su opinión. Lo deseable es que en este y otros conflictos de alcance global se pronuncie con un sola voz. España puede jugar un papel fundamental precisamente para conseguir unanimidad en la respuesta europea ante los sucesos de Venezuela y en el apoyo a un nuevo presidente, democráticamente respaldado. Aunque es positivo que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, abogue por la celebración de elecciones libres -una solución que la comunidad internacional lleva largo tiempo reclamando- lo suyo es que abogue con fuerza por esta postura en Bruselas y no solo en una conversación telefónica desde Davos con el autoproclamado presidente de Venezuela.
Jiménez Losantos, en El Mundo, considera que los roedores tienen más dignidad que la UE y que el propio Pedro Sánchez:
Dejo aparte el cadáver de la Unión Europea y el papel decisivo en su indecisión de Falconetti, que llama a Guaidó para pedirle elecciones libres -como si estuviera en su mano-, pero no lo reconoce como presidente para convocarlas. Compararlo con las ratas sería insultarlas.
El editorial de El Mundo tampoco entiende la actitud timorata y recelosa de Pedro Sánchez:
La elocuente falta de posicionamiento de Moncloa -lastrada en parte por actuaciones incomprensibles como las del ex presidente Zapatero- fue afeada ayer incluso por alguien con tanto predicamento en Latinoamérica como Felipe González. Si bien nada es comparable a la indignidad de Podemos, que tachó a Guaidó de golpista y se alineó con la dictadura a través de mensajes como los de Alberto Garzón, que instó al ejército bolivariano a actuar. Impresentable.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72