Lo de Podemos se asemeja cada día que pasa a lo de la ‘Crónica de una muerte anunciada’. El partido, al menos en Madrid, se resquebraja a marchas forzadas y las tribunas y editoriales de la prensa de papel de este 31 de enero de 2019 dan por finiquitado el proyecto del partido de Pablo Iglesias.
El editorial de El Mundo vaticina la descomposición de un Podemos que ya solo vive de las apariencias:
Su tremendismo retórico delata no solo manía persecutoria sino la consabida vocación antisistema del partido que nació para destruir la democracia del 78 por considerarla ilegítima. Hoy es esa misma democracia la que lleva camino de destruir a Podemos, pero no por caminos oscuros, sino mediante la mera exposición ante la opinión pública de la inoperancia y toxicidad del populismo. Serán los españoles quienes juzguen en las urnas la utilidad de Podemos, pero hoy no cabe dudar de que se trata de un partido en descomposición, que se debate entre el efecto dominó del desafío errejonista y el desesperado intento de su cúpula por conservar una última apariencia de unidad.
Javier Redondo destapa los temores ocultos de Pablo Iglesias con respecto a Errejón:
Errejón ha conducido a Iglesias a un callejón sin salida. Como apuntó Raúl Piña en estas páginas, la clave del asunto es si Errejón está dispuesto a pactar con Ciudadanos. Esta es la vía Gabilondo: un acuerdo a tres que esquine definitivamente a los restos de Podemos. Si Podemos renuncia finalmente a presentar candidatura propia en la Comunidad de Madrid, Podemos desaparece en la región como partido comunista y renace como movimiento peronista y pragmático. Si, por el contrario, Podemos presenta candidato propio, correría el peligro de ser testimonial o igualmente quedar reducido a cenizas.
La Razón, en un puntazo editorial, asegura que Pablo Iglesias, con su mano tendida a Errejón, lo único que pretende es salvar las prebendas y los muebles de Podemos:
Podemos tiene una herida abierta en el costado que no para de sangrar por la desbandada de Errejón. Ayer, la dirección nacional se citó para un cónclave de unidad, pero el díscolo plantó a sus excompañeros. Pese a todo, Pablo Iglesias, que sigue de baja paternal, está decidido a rectificar ante el desastre que pronostican las encuestas. Planteó ayer en Facebook una confluencia con Iñigo, que es «aliado» y no «traidor» a Podemos. Control de daños para salvar los muebles o, en este caso, las prebendas.
Álvaro Martínez, en ABC, hace un rápido repaso de la evolución o involución de Podemos:
Parecen lejanos, casi remotos, aquellos tiempos en los que Iglesias se proponía «tomar el cielo al asalto» desde Vistalegre. Apenas hace cinco años de aquello y ayer, cautiva de su propia gran debilidad, la formación morada hocicaba ante Íñigo Errejón, que de repente hasta parece un líder hecho y derecho. Ahora Podemos transige con negociar unas migajas en su lista a la Comunidad de Madrid. En solo cinco años hemos pasado de ¡tomar el cielo al asalto! en Vistalegre, a aterrizar abruptamente en el infierno, haciéndose fuertes en él. Eso sí, desde el chalé de Galapagar, donde las penas quizá parezcan menos penas que en aquel pisito de cincuenta metros de Vallecas.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72