La entrevista de Jordi Évole a Nicolás Maduro, día y medio después de ser emitida, sigue centrando el foco de actualidad, sobre todo el mediático (El Mundo desafía a Ferreras y a laSexta y carga contra Évole en un durísimo editorial: «Renunciar a confrontar a Maduro resultó inmoral»).
En la jornada de lunes 4 de febrero de 2019 el periodista protagonista pasó por varios programas para explicarse al respecto, y en otras muchas tribunas y espacios de toda índole se hablaba de Évole y del dictador venezolano (Entender el periodismo como un partido de fútbol: los periodistas de Atresmedia jalean con la camiseta puesta a Jordi Évole por su entrevista a Maduro).
Cojamos como ejemplo dos exposiciones mediáticas:
Por un lado, el columnista Arcadi Espada acomete en ‘El Mundo’ un artículo que deja muy tocado al entrevistador de laSexta por una sencilla razón resumida en un titular: «si entrevistas al asesino, debes preguntarle por sus crímenes». Pero Jordi olvidó este mandato obligatorio que dicta Espada para cuando se entrevista a un criminal. Évole ‘olvida’ preguntarle al sátrapa Maduro por los secuestrados y torturados en La Tumba y El Helicoide.
Explica en El Mundo en este 5 de febrero:
La última represión callejera ordenada por Nicolás Maduro en Venezuela se produjo el pasado 23 de enero. Dejó 26 muertos, según algunas fuentes, y 40 según otras. […] 5.535 personas que según el fiable Observatorio de la Violencia Venezolano murieron en 2017 a manos de la policía y los militares. Tendría interés que Maduro contestase algún día a la pregunta de si estas 5.535 acciones fueron las de un Estado que defiende a sus ciudadanos o las de un Estado que los aniquila. O si mitad y mitad.
Jordi podrá hacérsela la próxima vez que viaje al Palacio de Miraflores. El domingo le aseguró al asesino que lo habita que está dispuesto a entrevistarle cada mes (aunque no precisó si en Miraflores o en Guantánamo), y el asesino parecía complacido. Jordi, es verdad, no le preguntó esta vez por esos 5.535 cadáveres.
Jordi, a veces, se queda como tonto, y no remata, no remata. Tiene un antiguo problema con los asesinos. Siente su llamada, responde a su magnetismo, llega a ellos con facilidad… pero entonces el asesino empieza a llamarle Jordi y Jordi bizquea, escarba mansurrón con sus patitas y apenas le sale ya un hilillo de voz…
Absolutamente certero Espada, confirmado además en sus pesquisas hasta por el propio Évole, que apenas unas horas antes reconoció algo por el estilo en el programa de Julia Otero en Onda Cero con Ferrán Monegal:
En la distancia corta [Maduro] es un señor muy empático y con carisma. Tú puedes estar en las antípodas, eso no quita que sea una persona empática, es difícil quitarse ese intento de empatía constante que él te propone y empezar la entrevista sin chascarrillos porque a él le encantaría. Tanto antes como después de la entrevista el ambiente fue bueno.
Évole regresa de Caracas con un síndrome de Estocolmo de libro.