¿Alguien se cree que a mes y medio de celebrarse las elecciones generales y a dos y medio de las municipales y autonómicas a los independentistas catalanes les va a provocar siquiera un tembleque la orden del Gobierno de España para que se retiren ipso facto todos los símbolos separatistas que ondean en los balcones y fachadas de los edificios oficiales?
Las tribunas y editoriales de la prensa de papel de este 13 de marzo de 2019 consideran que el Ejecutivo de Sánchez lo lleva ‘clarinete’ y que no va a ser sencillo que los golpistas vayan a plegarse a las órdenes de Moncloa.
El editorial de ABC no se traga que los separatistas vayan a retirar porque sí los lazos amarillos de los espacios oficiales:
A mes y medio de las elecciones generales y con la cúpula separatista en el banquillo de los acusados, Torra no va a hacer concesiones ni a cumplir la legalidad «española». Quien ha incumplido las sentencias del Tribunal Constitucional y ha querido derogar la Constitución en Cataluña separándola de España poco puede intimidarse por un acuerdo de la Junta Electoral. La carga de la prueba no está en Torra y su Ejecutivo secesionista, sino en el Gobierno de Pedro Sánchez y en la Fiscalía General. No se puede confiar en un brote de lucidez democrática y decencia política del nacionalismo separatista. Por eso, el Gobierno de Sánchez debe hacer cumplir la orden de la Junta Electoral, que es firme en vía administrativa y, aunque se recurra ante el Tribunal Supremo, también ejecutiva, salvo suspensión cautelar. Tampoco es razonable esperar que los Mossos d’Esquadra actúen de oficio después de que sus máximos responsables facilitaran con su pasividad el referéndum ilegal del 1-O.
Manuel Marín ‘aconseja’ al Gobierno que se compre una mecedora para que espere sentado a que Quim Torra cumpla la ley y retire los lazos amarillos y las banderas esteladas:
Este secuestro de calles, plazas, balcones oficiales y despachos institucionales marcados con el lazo amarillo no es solo ilegítimo en periodo electoral. Lo era también hace ocho meses cuando se amenazaba y agredía a otros ciudadanos que, en su perfecto derecho, los eliminaban de la vía pública. Pese a todo, y en circunstancias excepcionales, podría llegar a ser jurídicamente defendible la procedencia del lazo como argumento de reivindicación política en una solapa, un escaño o un balcón oficial. Sin embargo, en ningún caso puede serlo la presencia de esteladas en edificios oficiales porque ondean en flagrante vulneración de la ley de símbolos, y porque es una provocación. ¿Por qué nunca se han retirado? Nadie responde. Aunque a estas alturas un lazo amarillo más o una estelada menos ya no van a condicionar el voto de nadie, hay múltiples sentencias firmes recordando qué banderas deben figurar en un balcón público. Y ninguna es la estelada. La teoría de Sánchez de apaciguar al separatismo mediante el ‘diálogo’ eterno ha dado al traste con ‘su’ legislatura y sus Presupuestos. Si alguien espera que Torra obedezca, que compre una mecedora para no cansarse. La duda es si el Gobierno instará a la Fiscalía a actuar contra la Generalitat por desobediencia. Lo demás será solo un bla bla bla de mitin.
El Mundo habla de burla de Torra y de genuflexión del Gobierno de Pedro Sánchez:
Quim Torra está dispuesto así a seguir violando la imparcialidad exigida a la Administración ante las próximas elecciones. La portavoz del Govern despreció el plazo concedido por el órgano encargado de velar por la neutralidad electoral y se permitió avanzar una respuesta jurídica «combativa». En este empeño, de forma vergonzante, halló una aliada en Batet, quien recordó la posibilidad de presentar un recurso y aplazó la postura del Gobierno a la emisión de una resolución firme. La habitual genuflexión del Ejecutivo de Sánchez ante el secesionismo está siendo compensada parcialmente con el ejercicio de coraje y dignidad de los colectivos constitucionalistas, que ya han anunciado que aprovecharán la exigencia de la Junta Electoral para exhortar al resto de administraciones a quitar símbolos soberanistas de sus sedes oficiales.
Julián Cabrera, en La Razón, considera que el Gobierno de Sánchez sigue haciendo funambulismo con Torra y sus mariachis separatistas:
Si hay que negar se niega, que ya cantará el gallo. Es meritorio el equilibrismo del PSOE de Sánchez a la hora de abjurar en esta precampaña electoral de cualquier atisbo de entendimiento con el independentismo catalán y al mismo tiempo silbar y mirar hacia arriba cuando se les pregunta, a propósito de si se descarta pacto post electoral alguno con las fuerzas secesionistas, de ser necesario su apoyo para continuar al frente de la Moncloa. Una mezcla de amnesia y travestismo que evidencia no pocos interrogantes cuando se ponen sobre la mesa enunciados como comprometerse públicamente ante los españoles a no dar ni un paso atrás frente a la voracidad separatista y el chantaje de sus votos o a pronunciar un NO con mayúsculas a cualquier hipótesis de indulto, en el caso de que la sentencia del ‘procés’ sea condenatoria. Silencio administrativo. Tal vez por ello sea el asunto catalán el primer quebradero de cabeza y talón de Aquiles en la carrera socialista hacia el 28-A.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72