No hacen seguidismo los columnistas de la prensa de papel de otros rotativos de la exclusiva que entre ABC y esDiario destaparon sobre la ‘fake tesis’ de Pedro Sánchez y el engaño de propina del presidente asegurando que se habían usado programas antiplagio para demostrar que su trabajo universitario no había sido calcado. Solo el diario de Vocento sale este 14 de marzo de 2019 a tope con este asunto donde se le recuerda al ‘okupa’ de La Moncloa la fortuna que tiene de vivir en España y no en Alemania.
Bieito Rubido, en su astrolabio, recuerda todos los disparates cometidos por Pedro Sánchez para que el electorado sepa perfectamente a quién depositar su voto en las urnas:
Sánchez pisó todas las líneas rojas que el juego limpio de la democracia exige. Lo sabemos, pero da la impresión de que la amnesia de lo cercano e importante aplica más en nuestro país que el recuerdo del exilio republicano o el enterramiento de Franco. Nos olvidamos de que llegó a La Moncloa mediante una moción de censura pactada con aquellas fuerzas políticas que quieren romper la unidad de España. Queremos desconocer que el gasto público que lleva a cabo, claramente electoral y demagógico, se hace con nuestro dinero y contra la economía productiva que genera riqueza, la manera más social y justa de hacer progresar a los pueblos. Silenciamos también en nuestras memorias que cerca de la cuarta parte de su tesis doctoral se ha demostrado texto copiado y que ha mentido en reiteradas ocasiones con motivo de tan sensible cuestión. Conviene recordar estos hechos porque, dentro de unas semanas, tocará decidir quién nos gobernará en los próximos cuatro años y lo mínimo que merecemos como ciudadanos es que al frente de nuestro país esté una persona digna. Dependerá de nosotros, no lo duden.
Jesús Lillo no se corta a la hora de poner fino a Sánchez ante el fraude presidencial con su famosa tesis doctoral:
Lo que fue un plagio estudiantil se ha convertido en una montaña de basura documental, impresa en papel oficial y elaborada de forma anónima. Lo llaman transparencia y lo echan al contenedor marrón, el de la orgánica, abono para los jardines por los que Sánchez pasea su soberbia. El fraude doctoral del presidente del Gobierno, aumentado en la edición que revisa La Moncloa, tiene un recorrido de amoralidad que supera con creces al de las corruptelas al uso, por incuantificable. Quien manda escribir manuales de resistencia, tesis doctorales o pruebas periciales sobre su pasado académico es el candidato del partido mayoritario de España, ejemplo a seguir por esas nuevas generaciones que, algo distraídas, no tenían otra meta profesional que presentarse a ‘Gran Hermano’ o similares.
Luis Ventoso asegura que de ser España Alemania, Sánchez estaría ya en su casa:
Si la democracia española no estuviese en horas bajísimas en lo que hace a exigencia moral y respeto a la verdad, esta semana Sánchez habría tenido que dimitir como presidente, tras probarse que utilizó la oficina de prensa de La Moncloa para engañar al público en su intento de excusar los plagios de su tesis doctoral. La falsedad de Sánchez es indiscutible, pues el Ejecutivo dijo una cosa entonces y ahora ha confesado la contraria. El 14 de septiembre del año pasado, el presidente utilizó el gabinete de comunicación de La Moncloa, el cauce de la información oficial, para asegurar que se habían efectuado dos test antiplagio que probarían la limpieza de su tesis. Pero ahora fuentes del Ejecutivo y del Consejo de Transparencia -un organismo estatal que vela por la limpieza pública- han reconocido que el Gobierno nunca tuvo acceso a esos supuestos informes. En Alemania, Francia o el Reino Unido, Sánchez estaría ya en su casa por engañar al público en un comunicado oficial. Pero en España la mentira ya es moneda homologada, la mayoría de los medios son vasallos del Gobierno y la oposición no cumple su función con rigor (y así de bien les va a Casado y Rivera). España, el país donde todo da igual.
Gabriel Albiac define a Sánchez como un mentiroso de tomo y lomo:
¿Está en su potestad de negar ese plagio? Lo está. Aunque el cúmulo de páginas idénticas pone difícil acometer esa proclama sin hacer un ridículo aún más espantoso que la mentira. Pero, como muy bien pontificó Carmen Calvo, Pedro Sánchez Pérez-Castejón es Pedro Sánchez Pérez-Castejón y el presidente del Gobierno de España es el presidente del Gobierno de España. Lo que era legítimo para el primero, no lo es para el segundo. Así son las cosas. Nadie le obliga a uno a optar a presidir el consejo de ministros. Pero si decide hacerlo, se somete automáticamente a la regla que hace de la mentira violación mayor del contrato entre ciudadano y gobernante. La Moncloa -no ya sólo el presidente- ha mentido, al afirmar (con fecha del 14 de septiembre de 2018) lo que esta semana desmiente el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno: que la tesis presidencial hubiera sido sometida a un programa antiplagio del cual saliera airosa. Es mentira: es un dato; no una valoración. Mentira sobre mentiras: violación del vínculo que une al ciudadano con su representante.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72