El CIS es este 10 de abril de 2019 el tema recurrente en la tribunas de la prensa de papel. Criticas a mansalva contra José Félix Tezanos, el mandamás sociológico de España, pero también insultos contra el buen resultado, comparándolos con otros sondeos anteriores del Centro, de Vox.
El editorial de ABC, pese a no compartir los resultados que arroja el macrosondeo del CIS, señala que mucho van a tener que trabajar PP y Ciudadanos para repetir la sorpresa andaluza. Eso sí, obvia el diario de Rubido en este texto a Vox que, sin sus doce escaños, no hubiera sido posible desalojar al PSOE del poder en la autonomía sureña:
Hay tendencias en la encuesta del CIS compartidas por otros estudios preelectorales, pero el CIS las lleva a sus extremos para dibujar un panorama electoral idílico a favor de Sánchez y muy preocupante para el PP. Esas tendencias mantienen al PSOE en un cómodo primer puesto, pero insuficiente para gobernar en solitario. Si Cs mantiene su palabra de no apoyar al PSOE para formar gobierno, los socialistas están abocados a pactar a solas con Podemos o con Podemos y los nacionalistas y separatistas. Es decir, una alternativa nefasta para los intereses nacionales. La campaña electoral, con su primera parte amortizada por la Semana Santa, debería ser decisiva para decantar el voto indeciso y, si esto sucede, la noche del 28-A podría generar sorpresas no previstas por la encuesta del CIS. Pero mucho van a tener que trabajar PP y Cs para que se repita la sorpresa andaluza.
Luis Ventoso reclama calma al personal y que no se tome al pie de la letra el ‘CISco’ de Tezanos:
La encuesta del CIS de José Félix Tezanos, militante del PSOE desde 1973, anuncia el siniestro total del voto conservador y proclama el advenimiento de Sánchez 2 de la mano de Podemos. ¿Qué valoración merece? Pues siguiendo el magisterio de Siniestro diríamos que «ante todo, mucha calma». Hay una frase que indefectiblemente delata a un candidato a punto de perder, y es esta: «La única encuesta que importa son las urnas». Si le escuchan ese latiguillo a un político, denlo por muerto. Sin embargo, es también cierto que los sondeos no suelen acertar, porque constituyen un boceto de tendencias, más que una foto-finish. No es menester viajar fuera para evocar gloriosos gambazos demoscópicos. El admirable Tezanos, militante del PSOE desde 1973 y hombre de imparcialidad acreditada, no dio pie con bola en las andaluzas de diciembre. Otorgó a Susana Díaz 14 escaños y diez puntos de más; al PP le laminó 4 diputados, a Podemos lo infló en 4 y el fenómeno Vox ni lo olió: les daba un escaño pelado y obtuvieron 12.
Ignacio Camacho le resta todo tipo de credibilidad al CIS de Tezanos:
Si la macroencuesta del CIS se la hubiese inventado Iván Redondo en su despacho de La Moncloa, ajustando los datos a ojo de buen cubero, el resultado habría sido el mismo. Porque es exactamente el que conviene a sus intereses. Una victoria del PSOE, clara pero no lo bastante contundente para desmotivar a su electorado; un PP descalabrado, demediado, empequeñecido como una cabeza jíbara; una irrupción potente de Vox que mantenga vivo el fantasma de la ultraderecha y un abanico de posibilidades de pacto en el que Sánchez pueda elegir entre Podemos y Ciudadanos sin necesidad de recurrir a los separatistas catalanes. El cálculo soñado, el desenlace perfecto. Verosímil, sí, de hecho coincide en los grandes parámetros con la mayoría de los sondeos privados; pero tan científico como una cábala de café o un diagnóstico de curandero. Esas horquillas de quince escaños o ese treionta y ocho por ciento de voto no declarado convierten el esfuerzo de dieciséis mil entrevistas en un absurdo despilfarro. Puede acertar, claro, con parecida base de fiabilidad que la del taxista o el frutero del barrio.
José María Carrascal desliza la posibilidad, siempre con mucha ironía, de que Tezanos es un agente infiltrado del PP:
José Felix Tezanos es un genio o un zote. Cabe también la posibilidad de que no sea una cosa ni la otra sino un fiel servidor de su amo, al que ofrece lo que espera de él. E incluso que sea un gracioso, que goza riéndose de los demás. Todas esas cosas y alguna otra puede ser el director del CIS, con su famosa encuesta de 10.000 entrevistados. Porque para sacar la última sobre las próximas elecciones generales dando al PSOE el doble de escaños que al PP, con la posibilidad de alcanzar la mayoría absoluta unido a Ciudadanos o Podemos, mientras PP, Ciudadanos y Vox se quedan diez escaños cortos, después de la costalada que se dio en Andalucía, hace falta tener mucho arrojo, mucha imaginación, mucha cara o mucho sentido del humor. Aunque los malpensados que nunca faltan dirán que es un agente del PP.
Pepa Bueno, en El País, se marca un exabrupto contra Vox, aunque se cuida mucho de decir sus siglas, no vaya a ser que le dé algún tipo de alergia:
Las cifras brutas del CIS, las que nos ofrecen sin cocina de ningún tipo, más allá de las militancias de Tezanos y de la descalificación interesada de los perjudicados por el barómetro, esas cifras dicen que los españoles no somos tan raros. Hay un voto de cabreo y castigo que ahora mismo se corresponde con la extrema derecha, en sintonía con el resto de Europa y del mundo. Un partido que aglutina a la que José Antonio Pérez, Mi mesa cojea, denomina la Asociación de Machos Afectados por la Melancolía. Quizás es su último quejío, antes de que la historia los coloque en una vitrina. De hecho, solo cargan contra los que ellos consideran débiles: mujeres, inmigrantes, homosexuales. No se atreven a enfrentarse con quienes ellos consideran fuertes, el poder, el dinero, el periodismo. Obtienen, según el CIS y salvo sorpresa, un porcentaje relevante de votos, pero insuficiente del todo para gobernar e influir, salvo que sus vecinos de cordel ideológico los necesiten y legitimen. Esa es la responsabilidad histórica de PP y Ciudadanos.
La Razón da por descontado que el CIS de Tezanos responde más a los deseos de su amo, Sánchez, que a la realidad que se percibe en la calle:
Cuando el barómetro del CIS dedica más de veinte páginas a explicar su metología y acaba admitiendo que «no es en absoluto un modelo de pronóstico de los resultados de las elecciones», habrá que admitir que en este barómetro ha primado más la llamada a ‘caballo ganador’, siempre atractivo por el votante indeciso de centro. En lo que se refiere a la conformación de posibles alianzas de gobierno, la que contaría con una mayoría más amplia es la PSOE y Cs, que alcanzaría 189 escaños. Como el propio CIS admite, en el contexto político actual, y dada la importancia que están adquiriendo las campañas electorales, «no es realista la realización de ejercicios de prospectiva electoral».
Pedro Narváez, amén de las exageraciones de Tezanos, detecta miedo en todos los partidos políticos:
La realidad, más allá de los chistes fáciles sobre Tezanos y sus cocineros, a lo Paz Padilla, es que en los cuarteles generales de los partidos lo que reina es el acojone porque nadie adivina el porvenir, qué será de nosotros cuando el mes perezca y aún queden restos de cera en las calles de Sevilla. Algunos se encominedan a los presagios y otros a Casandra de Troya. Incluso a la virgen de Covadonga. Tiemblan los oráculos. Se palpa el miedo. En los próximos días habrá tantos CIS, una necesidad imperiosa de orinar resultados, que habrá que recoger en un tubito los restos para llevarlos al galeno. Cistitis hasta el día 22. Ocurra lo que ocurra, Tezanos ya ha hecho historia. al igual que el Prado consagra una sala para el retrete de Fernando VII, habilitarán un urinario como el de Duchamp para el amo de las encuestas.
El Mundo denuncia el hundimiento total en la credibilidad del CIS:
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas antes de las elecciones generales ha terminado de sumir al organismo público en el descrédito. José Félix Tezanos, ex miembro de la Ejecutiva del PSOE, aupado a la presidencia del CIS por Pedro Sánchez como parte de su estrategia para controlar las principales instituciones de creación de opinión pública -entre las que se encuentra también RTVE-, no ha tenido reparo en volver a cambiar la metodología impuesta desde su llegada al cargo para poder ofrecer un posible reparto de escaños. Sin embargo, como ha advertido el propio organismo, el alto número de indecisos -cuatro de cada 10- provoca que el resultado sea bastante impreciso, razón por la cual la horquilla de escaños asignados a cada partido llega a ser en algunos casos de hasta 16 diputados de diferencia, algo insólito.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72