Reuniones de boquilla de Pedro Sánchez con los líderes de los tres partidos que han sacado una representación de relevancia en las elecciones generales del 28 de abril de 2019. Y decimos de boquilla porque al presidente en funciones no le interesa pactar nada con PP y Ciudadanos salvo que le den un ciego e improbable apoyo a su investidura. Y con los de Unidas Podemos tampoco tiene un especial interés en convertirles en esenciales, pese a que tiene la llave de la gobernabilidad para un Ejecutivo de izquierda –Carlos Dávila: «Pedro Sánchez será el asesino o el salvador de Pablo Iglesias»-.
De estos diálogos y encuentros yermos versan las tribunas y editoriales de la prensa de papel este 8 de mayo de 2019.
El editorial de ABC es claro y contundente, la idea de Sánchez es gobernar con la izquierda más radical –¡Agárrense! El gurú podemita le mete un fastuoso golpe bajo a Iglesias para que haga caso de Sánchez-:
La pretensión de Pedro Sánchez de gobernar en minoría es legítima, pero su dependencia de Unidas Podemos y de Pablo Iglesias es muy evidente tras la contundente negativa de PP y de Ciudadanos a facilitar su investidura. Por eso, una de las claves de la legislatura estará en determinar si Sánchez podrá formar un Gobierno en solitario con apoyos puntuales de otros partidos basados en una aritmética parlamentaria variable, o si sucumbirá al chantaje de Iglesias, que ya en campaña electoral, y antes de abrirse las urnas, ansiaba un ministerio en un Ejecutivo socialista. Sánchez podrá presentarse ante la opinión pública como un presidente reforzado en las urnas -porque es cierto-, pero difícilmente podrá engañar a nadie: su verdadero objetivo no pasa por pactar nada con Cs, y menos aún con el PP, sino liderar un Ejecutivo de izquierdas, de aspiración radical, receptivo con el separatismo y cómplice del populismo comunista.
José María Carrascal hace temblar al personal asegurando que el 26 de mayo de 2019 no será una segunda vuelta del 28-A, sino la ratificación de Pedro Sánchez –Los espeluznantes datos de cómo Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han cargado TVE-:
El 26-M no va a ser la segunda vuelta del 28-A, como se decía. Va a ser su ratificación. Al menos es lo que busca Sánchez, que no da puntada sin hilo. ¿Qué han hecho sus visitantes? Pues lo que han podido, dadas sus circunstancias. Casado, cuya necesidad más urgente es no ser descabalgado al frente del PP, le ha dicho que ejercerá una oposición firme y leal pero no apoyará directa ni pasivamente su presidencia, con un pullazo a Rivera invitándole a abstenerse para facilitar la investidura del nuevo gobierno. Rivera, cuyo objetivo inmediato es hacerse con el liderato del centro derecha, lo ha rechazado de plano, pero dio un medio paso atrás al no descartar pactos en ayuntamientos y comunidades con los socialistas ‘disidentes’, calificativo un tanto exagerado al referirse a los no siervos de Sánchez. E Iglesias, recién convertido al constitucionalismo y la moderación, consciente de su debilidad, ha vuelto a pedir sitio en el Gobierno, pero ya sin amenazas ni chantajes. En cuanto al excluido, ha redoblado sus acusaciones, pero el enfado de Abascal son buenas noticias para Sánchez, que tiene ante sí un panorama tan prometedor como risueño.
El editorial de La Razón ve en Pablo Iglesias a un líder desesperado por no quedar desdibujado del nuevo panorama político –Teresa Rodríguez le dice a Pablo Iglesias que se olvide del sueño de ser ministro con Sánchez-:
Pablo Iglesias tiene la necesidad de demostrar que es útil, que su caída, en el fondo, es un sacrificio. Pero hay factores que UP no debe minusvalorar. Puede que para Iglesias no tenga importancia que la Comisión Europea haya revisado dos décimas al alza su previsión de déficit público para España en 2019 hasta el 2,3 % del PIB, tres décimas más de lo que proyecta el Gobierno. O que piense que el plan recaudatorio de 12.000 millones de euros que planea Sánchez sería la solución para el ambicioso plan social de Iglesias. Más extraño resulta que el líder de Podemos pidiera ‘discreción’ en su comparecencia ante los medios. Puede que sólo sea un recurso retórico para enfatizar el contenido de unas negociaciones que en lo sustancial sólo está en juego la visualización de Podemos en la próxima legislatura. Iglesias le está pidiendo a Sánchez un lugar bajo el sol de La Moncloa que le permita remontar. Con discreción.
Francesc de Carreras, en El País, le mete el miedo en el cuerpo a Pedro Sánchez ante su posible socio de Gobierno, que no es otro que Podemos –Nacho Torreblanca provoca la peor pesadilla de Iglesias vaticinando las intenciones reales de Sánchez con Podemos-:
Los socialistas no tienen otra opción viable que echarse en manos de Unidas Podemos, en estos momentos una incógnita. ¿Qué es hoy Podemos? ¿Todavía el partido populista de sus comienzos? ¿Propugna un socialismo a la izquierda del PSOE? ¿Es partidario del «derecho a decidir» y de la España «plurinacional»? ¿Es contrario a la unidad política de Europa? Hay que ir aclarando todo eso. Pero no parece el mejor compañero de Gobierno para el PSOE. Los gobiernos en solitario y con geometría variable son débiles, incapaces de hacer reformas y duran poco.
El editorial de El Mundo considera que Pablo Iglesias, aunque tiene la llave de la gobernabilidad, no está tampoco para exigir en demasía –Vecinos de Galapagar colocan una bandera de España y otra de VOX frente al casoplón de Pablo Iglesias-:
Pablo Iglesias trata de disfrazar su fuerte retroceso reclamando poder a cambio de la investidura de Sánchez, pero no está en disposición de plantear órdagos. Ayer se limitó a reconocer la apertura de negociaciones. Lo seguro es que Podemos condicionará la agenda, lo cual solo agravará la desaceleración económica y el desafío territorial, las mayores amenazas de esta legislatura.
Santiago González apuesta por Unidas Podemos como socio preferente de Sánchez…si es que antes España no se va al guano –Pedro Iglesias y Pedro Sánchez forman el duo de la benzina español-:
El tiempo que estuvo Sánchez con cada uno de sus invitados indica una cierta preferencia por el Gobierno Frónkonstin, sin que sepamos a quién va asignar el papel de Aigor: si a Pablo Echenique o al propio Pablo Iglesias. El secretario general de Unidas-Podemos solo empleó cinco minutos para no informar de tan larga reunión. Ni confirmó ni desmintió la posibilidad de la coalición con Sénchez. En todo caso, si éste consigue la investidura, se repetirá lo de Zapatero: no será una legislatura, sino dos. Salvo que antes se caiga España.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72