La purga a la que ha sido sometido Pablo Echenique, que no es lo mismo que la famosa purga de Benito, revoluciona una vez más el panorama en Podemos. El partido de Pablo Iglesias ha vuelto a ejecutar una vez más su política cesarista y el líder supremo sigue culpando a los demás del triple fracaso electoral de abril y mayo de 2019 –Piden a Pablo Iglesias e Irene Montero un hueco en su casoplón tras denunciar la ‘marquesa’ la burbuja del alquiler-.
Sin embargo, este 6 de junio de 2019 editoriales y tribunas de opinión de la prensa de papel ven en la figura del secretario general de Podemos el principal culpable del caos morado y, sobre todo, lo datan todo en un momento muy concreto, desde que Iglesias y su pareja, Irene Montero, decidieron encastillarse en un casoplón de Galapagar y vivir com burgueses, justo lo que ellos habían criticado durante mucho tiempo –Pablo Iglesias ordena a Podemos crear un hashtag en su apoyo y las redes guillotinan a los ‘Marqueses de Galapagar’-.
El editorial de ABC observa en la figura de Pablo Iglesias la imagen de un político que se ha aburguesado –Dos periodistas de El Independiente hunden a Echenique por acusarlas de ir bebidas tras avanzar su decapitación-:
El aburguesamiento de Iglesias es evidente, y su desconexión de un electorado que ha dejado de ilusionarse con este neocomunismo demagógico, no le dejan alternativa. Mendigar un ministerio a Sánchez puede ser una solución a su supervivencia, pero es indudable que se ha convertido en un lastre para Podemos. Porque esa desconexión no tiene tanto que ver con errores de estrategia política al uso, como con flagrantes equivocaciones personales vinculadas a su falta de coherencia frente al elector tipo de extrema izquierda. Y si a eso se une una pésima gestión de los egos internos en Podemos, un hiperliderazgo cesarista, los odios ultramontanos entre dirigentes y la fractura ideológica, el cóctel es letal. Iglesias empieza a sobrar en Podemos. Solo falta que él se dé cuenta antes de que la autodestrucción sea total.
Ignacio Camacho considera que la caída de Podemos está entroncada con el casoplón de Galapagar –Los mejores y crueles ‘memes’ de la purga de Pablo Echenique de Podemos-:
A Pablo Iglesias le va a costar mucho encajar, incluso en el ámbito de su reflexión privada, la evidencia de que el motivo esencial del declive de Podemos fue su decisión de cambiar de casa. Estaba en su derecho, faltaría más, pero esa mudanza burguesa era el símbolo del desclasamiento incongruente con todo lo que hasta entonces proclamaba y provocó el lógico crujido moral de sus bases más ideologizadas. El chalé era una cacofonía política chirriante, una rémora insalvable para el líder de una formación que hizo de los desahucios su bandera más reconocible y clara.
La Razón, en un suelto editorial, asegura que Iglesias es de los que prefiere mover primero ficha él antes de que lo hagan otros –Hasta la prensa ‘progre’ cree que Iglesias es un cadáver político: «Es un dinosaurio paleocomunista que ya no tiene remedio»-:
Los cargos y direcciones, salvo un par de ellas, en Podemos tienen caducidad. Las fechas las marca Pablo Iglesias, que ha reemplazado a Pablo Echenique por el diputado Alberto Rodríguez para controlar el aparato de la formación morada tras el varapalo electoral en las generales, autonómicas y municipales. Iglesias ha dado un golpe de efecto al anunciar, antes de escuchar a sus críticos en el Consejo Ciudadano Estatal de este sábado, una reorganización de la cúpula. Mejor mueve él ficha primero. Antes de que lo hagan otros.
El editorial de El Mundo critica que Pablo Iglesias permanezca en el liderazgo de Podemos sin asumir ni una sola responsabilidad –Pablo Iglesias y los de Podemos se compran una sede de 2 millones de euros-:
El responsable de este fiasco no es otro que Pablo Iglesias. Tanto él como Montero, encastillados en Galapagar, siguen empeñados en escamotear sus errores, torpezas y purgas. Pese a alardear de transparencia y de participación de las bases, lo cierto es que Podemos ha articulado un modelo orgánico opaco, inoperante y de carácter leninista en su toma de decisiones. El resultado es una casta envejecida de forma prematura a la que ahora sólo le queda implorar a los socialistas unas migajas de poder ejecutivo. Migajas, eso sí, que serían letales para España.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72