El bullying del régimen chino y la peste

‘The Washington Post’ denuncia la perversa estrategia de Pekín con el coronavirus

El diario de la capital norteamericana, enfrentado con la administración Trump, pone denuncia el papel jugado por el régimen de Xi Jinping durante la pandemia de COVID-19

'The Washington Post' denuncia la perversa estrategia de Pekín con el coronavirus

En una lapidaria columna de opinión firmada por su Consejo Editorial, el diario The Washington Post denuncia sin paños calientes la perversa la estrategia de bullying del régimen chino conducido por Xi Jinping, para evitar rendir cuentas ante el resto de los países, por haber contribuido d eforma siniestra a la expansión del coronavirus Sars-CoV-2.

Sostiene el diario norteamericano, que la táctica ha fallado y vuelve como un bumerán sobre las pretensiones de Pekín.

Sus intentos tempranos por culpar a otras naciones por el origen brote fue contraproducente y causó una ola de críticas por la administración de la epidemia desde un comienzo.

“El esfuerzo de China para evitar la rendición de cuentas por la nueva pandemia de coronavirus a través de una campaña de propaganda global parece estar haciendo tanto daño como bien a Pekín. Los intentos de los funcionarios gubernamentales y los medios estatales de culpar a los Estados Unidos u otros países occidentales por el origen y la propagación del virus han provocado una reacción violenta; las entregas de suministros humanitarios han dado lugar a informes sobre su mala calidad”.

El rotativo, propiedad del CEO y fundador de Amazon Jeff Bezos, denuncia:

“En lugar de retractarse, el régimen del presidente Xi Jinping ha recurrido a una táctica familiar: el bullying. Sus diplomáticos exigen que los gobiernos elogien el manejo de China de la epidemia o censuren los informes sobre sus fallas, y están amenazando sobre las consecuencias si no se cumplen sus requisitos. Inquietante, esta táctica parece estar funcionando con la Unión Europea”.

“La semana pasada, una unidad dentro del Servicio Europeo de Acción Exterior dedicada al seguimiento de la desinformación completó un informe sobre COVID-19 que describía la propaganda china y rusa. Entre otras cosas, dijo, con precisión, que ‘China ha seguido llevando a cabo una campaña de desinformación global para desviar la culpa del estallido de la pandemia y mejorar su imagen internacional’”.

«Cuando apareció una filtración sobre el informe en la edición europea de Politico, oficiales de China se pusieron a trabajar. Según el Financial Times, dos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores llamaron a la Embajada de la Unión Europea en Beijing, mientras que un tercero contactó a la sede diplomática de la UE en Bruselas. Se opusieron a la conclusión de que el gobierno chino estaba difundiendo desinformación; El Financial Times informó que un alto funcionario le dijo al embajador de la UE en Beijing que ‘si la Unión Europea siguiera a los Estados Unidos en atacar públicamente a China, se le devolvería el golpe como a Estados Unidos’”.

La brutal presión diplomática funcionó. De inmediato, el español Josep Borrell, el más alto funcionario de relaciones exteriores de la Unión, ordenó una revisión del informe y suavizar las acusaciones contra China y Rusia.

Cuando volvió a publicarse ya nada decía de la “campaña global de desinformación” del régimen.

El escándalo interno creció al extremo que una analista de inteligencia acusó a sus superiores de haber ejercido la “autocensura” para “apaciguar al Partido Comunista Chino”.

“La campaña del régimen Xi para suprimir los informes y comentarios occidentales sobre su manejo del coronavirus está aumentando. Recientemente expulsó a periodistas de The Washington Post, The New York Times y de The Wall Street Journal. Sus diplomáticos exigieron una declaración pública del gobierno alemán elogiando su manejo del coronavirus. Su embajador en Australia amenazó al país con un boicot económico si el gobierno no dejaba de pedir una investigación sobre el origen y el manejo de COVID-19 en China. La respuesta a tal beligerancia no puede ser apaciguamiento y censura.

Algo similar ocurre en otros países más débiles de América Latina y África.

China has turned to bullying to avoid accountability. It may be working on Europe.

  • By Editorial Board 

    CHINA’S EFFORT to avoid accountability for the novel coronavirus pandemic through a global propaganda campaign seems to be doing as much harm as good for Beijing.

  • Attempts by government officials and state media to cast blame on the United States or other Western countries for the origin and spread of the virus have triggered a backlash; deliveries of humanitarian supplies have led to reports about their poor quality.
  • Rather than retreat, President Xi Jinping’s regime has turned to a familiar tactic: bullying. Its diplomats are demanding that governments offer praise for China’s handling of the epidemic or censor reports on its failings, and they are threatening consequences if their requirements are not met. Disturbingly, this tactic appears to be working with the European Union.
  • Last week, a unit inside the European External Action Service dedicated to tracking disinformation completed a report about covid-19 that described Chinese and Russian propaganda. Among other things, it said, accurately, that “China has continued to run a global disinformation campaign to deflect blame for the outbreak of the pandemic and improve its international image.”
  • When a leak about the report appeared in Politico’s European edition, China’s enforcers got busy. According to the Financial Times, two foreign ministry officials called the E.U. Embassy in Beijing, while a third contacted the E.U. diplomatic headquarters in Brussels. They objected to the conclusion that the Chinese government was spreading disinformation; the Financial Times reported that a senior official told the E.U.’s ambassador in Beijing that “if the E.U. were to follow the U.S. in publicly attacking China, it would be pushed back as the U.S. had been.”
  • Brussels’s reaction was extraordinary. According to the New York Times, an aide to the E.U.’s top diplomat, Josep Borrell, told the disinformation unit to revise its report so that it focused less on Russia and China. Sure enough, when it was finally posted Friday, the account dropped the reference to China’s “global disinformation campaign” as well as a reference to an attempt by the Chinese ambassador in Paris to discredit France’s response to the pandemic.
  • A spokesman for the External Action Service claimed Monday that there had been a “misperception” of its actions, and that there had been two reports, with the tougher one intended all along for “internal consumption.”
  • That was hard to credit, given an internal email obtained by the Times in which one E.U. analyst accused her superiors of “self-censoring to appease the Chinese Communist Party.”
  • And why prepare two versions, if not to avoid Beijing’s wrath?
  • The Xi regime’s campaign to suppress Western reporting and commentary about its coronavirus record is escalating. It recently expelled journalists from The Post, the New York Times and the Wall Street Journal. Its diplomats demanded a public statement by the German government praising its coronavirus management.
  • Its ambassador in Australia threatened the country with an economic boycott if the government did not stop asking for an investigation of the origin and handling of covid-19 in China. The response to such belligerence cannot be appeasement and censorship.

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