Tiene claro que Juan Lobato pagó los platos rotos por ir de legal.
Raúl del Pozo, columnista estrella de ‘El Mundo‘, constató que el líder de los socialistas madrileños optó por tomar las de Villadiego ante la que podía venírsele encima al dejar en evidencia las artimañas del sanchismo:
«El valor es locura cuando se quiere aguantar un edificio que se cae», se dice en Coriolano. Así lo entendió Juan Lobato, el líder del socialismo madrileño que, después de enfrentarse al sanchismo, ha dimitido. No veía justa la aniquilación del discrepante, pero ahora se ha enterado viendo al César con su esposa, su hermano y su fiscal general perseguidos por la justicia en vísperas del Congreso del PSOE en el que el mismo César será aclamado.
El periodista conquense no sale de su asombro ante el motivo por el que Lobato fue fumigado de sus responsabilidades como líder del PSOE de Madrid:
Ahora acusan de llevar al notario la prueba de su inocencia traicionando a una compañera de partido; pretendían que se tragara los mensajes falsos de Ferraz. Lo han echado por negarse a cometer un delito. Han despedido al rebelde con buenas palabras, pero él sabe que le espera el linchamiento. Aguantó 24 horas y notó la soledad del valiente que desafía al poder. Varios miembros de su dirección han expresado su respeto ante la rendición tras haber amenazado a los posibles disidentes. El aparato le ha pedido que dé un paso a un lado por intentar saber si era una trampa la versión de La Moncloa que le comprometía. Le ordenaron forzar un debate en la Asamblea de Vallecas. Y él, ante notario, dejó los whatsapps.
Para Del Pozo, no hay duda de que tanto en Ferraz como en Moncloa se han comportado como auténticas sabandijas en este acoso contra Juan Lobato:
Las sabandijas han logrado que dimita Lobato. Como siempre, el PSOE se equivoca en Madrid. Confunde a un socialista honrado con un desleal al que han obligado a irse. Lobato lo ha hecho con elegancia. Ha justificado su decisión para poner freno a una situación de enfrentamiento que iba a dañar al partido y a los avances en la unidad orgánica que se habían conseguido. Ha renunciado tras sufrir el acoso de Ferraz y de La Moncloa. Pero dejando claro que no cree en los muros, sino en el diálogo. Porque el bien común debe estar por encima de cualquier posición política.