Un estudio asegura que el uso de móvil durante el embarazo puede provocar comportamientos anormales en los niños
Anna Stanzic es una inmigrante polaca de 49 años con la cara y el pecho llenos de hematomas que achaca a dos agentes de policía que le vinieron a recriminar que no había recogido los excrementos del perro que estaba paseando.
Pero según su versión, ella siempre negó que su animal hubiera hecho caca en la acera; ellos la condujeron hasta una zona cercana donde habían quedado excrementos de perro y le ordenaron recogerlos, pero ella argumentó que estaban fríos y que no podían ser de su perro.
Cuando la detuvieron e intentaron introducirla en el coche patrulla, se resistió y es cuando comenzaron a golpearla.
Un piloto asegura que ha sido «desterrado» a Lituania por criticar al presidente de su compañía
Desterrado a Siberia, que es como llaman en el argot de la compañía a Lituania por el clima y las dificultades del idioma.
El piloto se atrevió a criticar la idea de la compañía de suprimir los copilotos en los trayectos cortos por considerarlos superfluos.
El piloto contestó que ese calificativo se le podía aplicar también al presidente. Y en su último traslado, se le ha ofrecido Kaunas, en Lituani, cuando a sus compañeros se les ha destinado a países bastante más soleados.
La compañía responde que le mandaron adonde había plazas libres, como a los demás que no habían pedido destino concreto.
Un estudio asegura que el uso de móvil durante el embarazo puede provocar comportamientos anormales en los niños
Y que el riesgo se multiplica si los propios niños comienzan a usar estos aparatos demasiado pronto. Para ello ha recopilado los datos de casi cien mil mujeres a lo largo de seis años, entre 1996 y 2002 y de sus hijos que cumplieron siete años hace relativamente poco.
Y extrapolando los datos, salió la inquietante relación causa efecto.
Una ciudadana inglesa llama a la policía porque le habían robado el muñeco de nieve
Y se lleva una buena reprimenda de los agentes por ser una irresponsable. Ella pensó que como había usado monedas de una libra para ponerle ojos al muñeco y cucharillas de té para los brazos, pues eso ya lo convertía en un caso digno de implicar a la policía.
Y no tuvo reparos en llamar al 999, el teléfono de emergencias inglés, para denunciar que en las últimas cinco horas, el tiempo pasado desde que lo vio por última vez, le habían robado el muñeco.
En esos momentos, el 999 estaba recibiendo literalmente miles de llamadas provocadas por las intensas nevadas y la bajada de temperaturas.
La respuesta de las autoridades ha sido la de lamentar que esto podría haberle costado la vida a alguien que intentara en ese momento llamar a emergencias y se hubiera encontrado la línea ocupada.