Antes en el tenis femenino se jugaba más. Ahora todas las jugadoras le pegan que la rompen todas, aunque son como escopetas de feria
Clase de periodismo y de tenis el que vivimos en ‘Rojo y Negro’ con Miguel Ángel Zubiarrain, experto del deporte de la raqueta en la Cadena SER y fundador de la mítica revista ‘Grand Slam’, que lleva funcionando desde el año 1991, que se dice pronto.
‘Zubi’ recordó en esta entrevista con Luis Balcarce, Alejandra Alloza y Roberto Marbán sus inicios como comunicador especialista en este deporte, a donde llegó casi como casualidad ya que él, jugador de balonmano, había iniciado estudios de Arquitectura:
Me dediqué al balonmano: 12 años en División de Honor. Yo vivía en La Moraleja, enfrente del club de tenis. Mis amigos y vecinos me empezaron a dar la lata [para ir]. Me propusieron colaborar en una revista de tenis, de ahí a la SER y el Plus y lo que se iba terciando, hasta que decidí yo hacer una revista por mi cuenta.
Zubiarrain se recorre el globo terráqueo cubriendo ‘in situ’ – o sea, una ‘rara avis’ habida cuenta de los terremotos económicos que sacuden a la profesión- la mayoría de torneos que componen el calendario internacional:
Me voy buscando patrocinadores. Voy vendiendo fotos. Me lo guiso y me lo como. Es la única manera de poder hacerlo. Una radio y un periódico no están en condiciones de poder mandar un corresponsal a todos los torneos.
No hace falta irse al otro lado del charco para encontrarse solo. He hecho varios ‘Montecarlos’ solo. Mis amigos del circuito son todos extranjeros. Normalmente compartimos apartamento u hoteles con argentinos o italianos.
Mónica Seles fue la protagonista del número uno de su revista, ‘Grand Slam’. Así la recuerda:
Mónica Seles era un poquito especial. Tenía sus problemas de cabeza. Aparecía vestida de La Casa de la Pradera en las ruedas de prensa. La puñalada no afecta físicamente porque son escasos centímetros [de puñalada], lo que le afecta es a la cabeza. Los grandes son grandes porque duran muchos años a buen nivel.
De Seles se pasó a hablar de la situación del tenis femenino, que parece vivir a la sombra, en cuanto a medios e interés, de los chicos. ¿A que se debe?
El tenis femenino me ha gustado de siempre, porque jugaban bien y jugaban mucho tiempo, se peloteaba. Ahora, es que le pegan que la rompen todas. Pero son como escopetas de feria. Le pegan a todo, el día que les entra ganan y el día que no les entra pierden.
Para alguien que ha vivido por dentro en tantos torneos, siempre resulta interesante saber cuales son sus preferidos y por qué:
Roland Garros es nuestra casa porque ganábamos. El trato que te dan en Australia es magnífico. Los transportes públicos nos los ponen gratuitos. El servicio de coches funciona siempre. EEUU es una locura: van 70.000 personas diarias que les importa un comino el tenis pero van a pasar el día y a gastar el dinero. Pero el que más me gusta es Wimbledon, es la catedral, y ha mejorado últimamente en el trato que nos dan. Los ingleses saben que tienen competencia en este aspecto y están siendo mucho más amables en todo. De los otros: Montecarlo, Miami…
En la parte final de la charla, salió la sempiterna discusión de las relaciones que un periodista debe tener con los profesionales del deporte que cubre:
Los jugadores son muy buena gente. No podría decirte que me lleve mal con ninguno, pero procuro mezclarme muy poco con sus cosas. No voy de copas con ellos. No digo que alguna vez no haya ido a cenar con alguno, pero yo no soy de los que se sienta ofendido porque no me inviten a su boda, al contrario, creo que no me tienen que invitar. Yo tengo que tener mi independencia, si alguien juega mal, pues habrá que decirlo.