El mal corresponsal es el que odia el país en el que está. Hay que ir sin prejuicios
Decir Javier Valenzuela es decir periodismo en mayúsculas. Gracias a su trabajo en El País durante muchos años, Valenzuela viajó a conflictos internacionales de todo tipo, fue corresponsal permanente en un puñado de destinos interesantes y tuvo la oportunidad de entrevistar a toda clase de líderes mundiales, aunque el que más le marcó fue Nelson Mandela que, saltándose todo protocolo, no tuvo reparos en hacer esperar a su siguiente invitado para que, una vez finalizada la entrevista con Valenzuela, ser él quien le hiciera las preguntas que le interesaban sobre España, su transición política y sus costumbres.
Ahora retirado de la primera línea del periodismo tras su salida del diario de Prisa, que asegura no echar de menos, ha aprovechado los últimos meses que ha pasado de retiro en Tánger para escribir su última novela, ‘Tangerina’, que fechas antes había presentado en Periodista Digital. De su paso por ‘El Burladero’ dejó una serie de vivencias y reflexiones más que interesantes:
TITULARES MÁS RELEVANTES DE LA CONVERSACIÓN CON JAVIER VALENZUELA EN ‘EL BURLADERO’:
‘Ajoblanco’ era una revista libertaria porque predicaba no solo la libertad política sino todo tipo de libertades, como libertades sexuales que entonces estaban prohibidas y eran tabús y algún tipo de sustancias
Estuve procesado por algunos artículos por delito de escándalo público al escribir que los gays podían vivir
En Diario de Valencia viví el 23F. Los soldados entraron en el periódico por órdenes del capitán Milan del Bosch, estuvimos durante horas con los soldados que ni sabían lo que hacían allí. Se atascó el baño por los carnets que se tiraban del PSOE, CCOO, el Partido Comunist… por lo que pudiera pasar tras el Golpe
Le dije a Cebrián que la sección de Cultura de El País no reflejaba los cambios que se producían en España al ser muy institucional. Así que me mandó a cubrir La Movida, sucesos y crónica negra
Quería ser corresponsal de guerra y mi actitud me permitió sustituir a Ignacio Cembrero en Beirut. No hablaba nada de árabe, pero pensaba que eso se aprendería. Y allí me mandaron. Al llegar escuché un tiroteo e hice como en las películas, me tiré debajo de un coche ante la mirada atónita de los más veteranos que me dijeron que estaba sucediendo dos calles más allá
Coincidí en Beirut a mediados de los años 80 con Alfonso Rojo, pero él era más veterano que yo porque había estado en Nicaragua. También con Arturo Pérez-Reverte y Manu Leguineche. Había una gran solidaridad entre los corresponsales de guerra
A la guerra tienes que ir con traje, chaqueta y corbata porque los combatientes están en tremendo estrés y te pueden confundir, y si te ven así arreglado no produces esa confusión
El corresponsal debe tener curiosidad e ir sin prejuicios. También hace falta un buen estómago porque en según que sitios se come muy mal. El mal corresponsal es el que odia el país en el que está. Así es imposible.
Ya no leo diarios impresos. Mis fuentes de información son Twitter y los diarios digitales. No leo medios de papel, son dinosaurios de papel, sosos, las empresas les han convertido en algo bastante sosos. Tengo la sensación de no perderme gran cosa si no leo El País
La prensa en papel se ha hecho conservadora y tiene poco interés. A la crisis del formato de los grandes periódicos están añadiéndole una crisis propia al ser todos previsibles sin diferenciarse