Celebradas las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo de 2015, es tiempo de buscar los apoyos necesarios para gobernar en aquellos lugares en los que las mayorías absolutas han pasado a mejor vida.
Trece autonomías y muchas capitales de provincia dependen de pactos postelectorales y aquí se empieza a ver como quienes mantenían un discurso contrario a pactar con fuerzas populistas, ahora cambian el mensaje y ven en fuerzas como Podemos un partido con el que perfectamente se puede pactar.
Un ejemplo claro de este cambio de opinión es el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, quien deja las manos libres a sus líderes territoriales para pactar con la formación de Pablo Iglesias, bien para que los socialistas alcancen una autonomía o una alcaldía o bien para darle el respaldo necesario a alguien de Podemos para que ocupe el poder.
Carlos Alsina comentaba este 26 de mayo de 2015 en su editorial de ‘Más de uno’ (Onda Cero) este giro del líder de Ferraz y se sorprendía de cómo en siete meses había pasado del negro al blanco en relación a su visión sobre lo que significaba el partido de Pablo Iglesias. Así comenzaba:
Hubo un tiempo, no muy lejano, en que Pedro Sánchez eludía pronunciar la palabra Podemos y el nombre de Pablo Iglesias. Él se refería a los de Podemos como el populismo, los populistas sobre cuyo peligro quería alertar el líder del PSOE a la sociedad española.
Y añadía:
No ha pasado tanto tiempo, siete meses si acaso. El populismo era lo peor, decía entonces Pedro Sánchez, y si con alguien no iba pactar nunca, nunca, nunca el PSOE era con esos peligrosísimos populistas. Terminada la campaña electoral, el PSOE se abre a pactar con quien haga falta. Los populistas también son de Dios, es el nuevo lema que manejan los socialistas. Si Carmena en Madrid o Kichi, el candidato de Podemos en Cádiz, solicitan la ayuda del PSOE, ahí van a estar los socialistas para prestársela. Sánchez ya no habla de populismos, sino de candidaturas populares.
